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Algunos actores de la otra fotografía mundial

Fuentes: Gara

El llamado proyecto europeo en torno a la UE no tiene visos de prosperar, las diferencias que se cuecen en su seno entre los diferentes estados y sus intereses hacen difícil que pueda jugar un papel común o tener una sola voz en el escenario mundial.El lema «Otro mundo es posible» surcó los cuatro puntos cardinales del planeta. La heterogeneidad y despolitización de algunos de estos movimientos junto a su respuesta han podido influir en los síntomas de crisis interna que reflejan. Las amenazas provenientes de los cambios demográficos, el cambio climático y la defensa a «ultranza» del actual modelo de Estado-nación son algunos de los ejes que se deberán afrontar. p020_f02_199x116.jpg

Las amenazas provenientes de la evolución demográfica y movimientos migratorios, el cambio climático, la defensa «a ultranza» del Estado-nación son algunos de los ejes que en 2009 marcarán el tablero internacional, hasta ahora dominado por Estados Unidos.

El tablero internacional ha aparecido dominado, y hasta cierto punto controlado, en los últimos años por la hegemonía de Estados Unidos. Esta situación ha generado el llamado Nuevo Orden Mundial, que ha sido determinante para el devenir de los principales acontecimientos en cualquier lugar del planeta.

Potencias emergentes. Un análisis basado en la macropolítica evidencia que de un tiempo a esta parte están surgiendo las llamadas «potencias emergentes», que ponen en tela de juicio ese dominio insultante que ejerce EEUU sobre todo el mundo. Los errores del supergigante americano y el desarrollo de otros actores está permitiendo que en el puzzle de las relaciones internacionales actuales se comience a caminar hacia lo que algunos definen como un mundo multipolar. En un reciente informe titulado «Hacia una gran estrategia para un mundo incierto», antiguos protagonistas y militares del escenario anterior constatan «el auge de Asia, los peligros de Oriente Medio, el fracaso del Estado en África o la reaparición de Rusia» como ejes centrales del nuevo panorama mundial.

Siguiendo esas pautas macropolíticas se puede atestiguar que China se convirtió hace tiempo en un dolor de cabeza para los mandatarios estadounidenses. Su desarrollo espectacular, su potencialidad económica y su acaparamiento de los recursos energéticos por todo el mundo le convierten en el principal adversario frente al hegemonismo actual de EEUU.

En un segundo escalón, algunos analistas sitúan a India, aunque sus contradicciones internas y el déficit que acumula en los ámbitos social, cultural y político le pueden generar todavía importantes contradicciones que frenen ese auge.

Rusia, tras sobreponerse al expolio impulsado desde Occidente parece recuperarse de la desaparición de la Unión Soviética, y con importantes desequilibrios en su seno, su potencial energético, militar y económico le permiten competir por un puesto en el podio de ese «nuevo mundo unipolar».

Un peldaño más abajo se encuentran fuerzas o polos que surgen a escala regional y que luchan por ejercer su influencia más allá de esas áreas. Es el caso de Brasil, Venezuela, Sudáfrica, Nigeria, Japón, Irán o Turquía.

Capítulo aparte merece la Unión Europea, que no hay que confundir con Europa. El llamado proyecto europeo en torno a la UE no tiene visos de prosperar, las diferencias que se cuecen en su seno entre los diferentes estados y sus intereses hacen difícil que pueda jugar un papel común o tener una sola voz, en ese escenario mundial.

Otras formulaciones en forma de alianzas regionales también están luchando por abrirse paso. La Organización de Cooperación de Shangai (SCO), Asean, Unión Africana, Liga Árabe o el BIC (Brasil, India, China) libran esa pugna y mientras unas buscan recuperar protagonismo, otras están en fase de lograr una mayor articulación interna.

Al igual que las dos caras de la luna, este mundo tiene dos rostros. Junto al ya descrito existe otra realidad que pone en entredicho el sistema dominante.

El abanico de movimientos que podemos encontrar es muy amplio y sus intereses, muy diferentes, pero todos suponen un importante contrapeso al Nuevo Orden Mundial.

Pueblos indígenas. Sobre todo en Latinoamérica, los pueblos indígenas han desarrollado un importante discurso en el que unen su propuesta para acceder al poder, del que han estado marginados desde hace siglos, con una simbiosis con sus raíces culturales, ligadas a la tierra. Ecuador y Bolivia son los principales ejemplos, por la posición que han alcanzado los pueblos originarios en torno a los centros de poder y la articulación de un nuevo sistema más acorde con sus demandas.

La resistencia del pueblo mapuche, o las demandas zapatistas, que cuestionan el papel de las fuerzas colonialistas y de las neo colonialistas que tomaron su relevo, muestran la capacidad transformadora de estas luchas.

Naciones sin Estado. Los pueblos y naciones sin estado que luchan por materializar su derecho a la libre determinación se reparten por todo el mundo. Utilizando diferentes instrumentos, defienden una transformación profunda del actual sistema capitalista mundial, pues, conscientes de que ese mismo sistema es el principal culpable de su opresión, no dudan en presentar alternativas transformadoras.

Chechenia, Québec, Escocia, Kosovo, Flandes, Països Catalans, Corsica o Euskal Herria son algunos ejemplos cercanos que, sin duda, podrán acaparar las primeras planas en los próximos meses. Las experiencias en Timor, Montenegro o Kosovo son reflejos de la capacidad real y mediática que las naciones sin Estado pueden desempeñar en 2009.

Las luchas de los pueblos kurdo o tamil muestran también, con mayor crudeza, su determinación para conseguir ser dueños de su destino, pese a que este año se presenta como un importante reto ante las ofensivas lanzadas por Turquía y Sri Lanka contra ellos, con el apoyo y colaboración en determinados momentos de la mal llamada comunidad internacional.

Y en este punto, la masacre contra el pueblo palestino y su firme determinación para lograr un Estado propio también tendrá su peso. O el nuevo rumbo que ha tomado el movimiento soberanista en Cachemira y que puede formular nuevos retos a los estados que lo ocupan.

Nuevos polos estatales. La presencia de alternativas populares y progresistas en torno a algunos gobiernos, sobre todo en Latinoamérica, pueden suponer un paso intermedio de cara a una transformación más profunda en la correlación de fuerzas. El caso de Venezuela, con los altibajos del proceso bolivariano puede servir de hilo conductor para analizar estas realidades, no exentas de importan- tes contradicciones.

Además, cobrará importancia también el devenir de Cuba, con retos importantes a medio plazo y, sobre todo, con las incertidumbres que algunos pretenderán impulsar en torno a la eventual muerte de Fidel Castro.

Otras luchas. No se acaban ahí las alternativas populares que se forjan en torno a otras luchas en el mundo. La experiencia del movimiento maoísta en Nepal, que posibilita cambios profundos en el país y sirve de modelo a otras realidades, como el movimiento maoísta en India, la lucha del movimiento comunista filipino, las guerrillas colombianas y otras organizaciones en Latinoamérica, incluido el MST brasileño, sirven para presentar otros modelos de lucha y otras apuestas por una transformación real del mundo.

Antiglobalización. La aceleración del proceso globalizante ha puesto en marcha mecanismos sociales de respuesta. Las cumbres paralelas, los foros sociales, los movimientos antiguerra y otros supusieron en su momento un factor importante para contrarrestar el impulso reaccionario y capitalista dirigido por los mandamases del planeta.

El lema «Otro mundo es posible» surcó los cuatro puntos cardinales del mundo. La heterogeneidad y despolitización que manifestaron parte de estos movimientos, junto a su respuesta coyuntural han podido influir a la hora de explicar los serios síntomas de crisis interna que reflejan en los últimos tiempos.

Islamismo político. Tras el 11-s en Occidente parecen haber descubierto la realidad del islamismo político. La demonización de una fuerza mediática e ideológica como Al-Qaeda ha sido la excusa para ocultar esa otra compleja realidad que se ha tejido en torno a diferentes movimientos y organizaciones donde el islamismo es la raíz que nutre su actuar político y social.

Sería por tanto un error catalogar esa realidad como una fuerza homogénea. Dentro de ese complejo mundo podemos encontrar organizaciones que bajo el paraguas ideológico de Al-Qaeda desarrollan sus propias agendas locales (Indonesia, Filipinas, Magreb, Iraq…). También se sitúan otros grupos con un mayor componente nacional, como Hamas en Palestina, Hizbullah en Líbano o los grupos Moros en Mindanao.

De todas formas, las consecuencias de las políticas sionistas y los apoyos a éstas están siendo un importante impulso para que otras organizaciones del llamado jihadismo transnacional abran nuevos frentes y busquen rentabilizar la situación. El cuerno de África, el norte del Magreb y los estados de Oriente Medio pueden centrar los esfuerzos y las actuaciones de este tipo de islamismo.

Movimientos sindicales. Probablemente son las importantes luchas obreras que se configuran en torno a los diferentes movimientos sindicales en los cinco continentes las que más desapercibidas pasan. Asia, África o el antiguo espacio soviético, sin olvidarnos de realidades más cercanas, llevan presentando batalla a un desarrollismo y opresión del capital que sufren las capas más desfavorecidas de esos pueblos.

La actual coyuntura socio económica creada a partir de la crisis financiera y económica puede favorecer que el protagonis- mo de este tipo de actores cobre fuerza en los próximos meses.

Triángulo de interés. Otros focos de interés mediático y con importante protagonismo los encontramos en el triángulo formado por Iraq, Pakistán y Afganistán, y están estrechamente ligados a la política que EEUU y sus aliados pretenden imponer en esos lugares.

El escenario mundial se nos presenta a corto plazo con todo un conjunto de peligros relacionados con el modelo defendido por los impulsores del status quo actual. Las amenazas provenientes de los cambios demográficos, el cambio climático, la defensa «a ultranza» del Estado-nación actual son algunos ejes que se deberán afrontar.

Como también se constatará la proliferación de armas de todo tipo (nucleares, químicas o biológicas), la lucha por los recursos energéticos, la lucha asimétrica entre actores estatales y quienes carecen de Estado, y sobre todo el abuso despiadado de los mecanismos financieros y monetarios (BM, FMI…) para ahogar a pueblos y naciones enteras.