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Grecia

Antes de que sea demasiado tarde

Fuentes: Rebelión

Con ese título, «Antes de que sea demasiado tarde», apareció en diversos medios el pasado 22 de febrero un artículo firmado por Manolis Glezos, representante de Syriza en el Parlamento Europeo. Glezos, reconocido excombatiente de la resistencia griega contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, tiene 91 años y fue elegido con el mayor […]

Con ese título, «Antes de que sea demasiado tarde», apareció en diversos medios el pasado 22 de febrero un artículo firmado por Manolis Glezos, representante de Syriza en el Parlamento Europeo. Glezos, reconocido excombatiente de la resistencia griega contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, tiene 91 años y fue elegido con el mayor número de votos obtenido por cualquier candidato en las elecciones de enero pasado. En su cortí simo artículo Glezos dice que las cosas no cambian por rebautizarlas. L a Troika sigue siendo lo mismo aunque ahora sean «las instituciones», y el Memorando de acuerdo con la Troika sigue siendo el mismo aunque se lo denomine «el acuerdo». Y los acreedores siguen siendo acreedores aunque ahora se les llame «socios». Tampoco la carne deja de ser carne aunque se la llame pescado y tampoco cambia el voto del pueblo griego en las elecciones del 25 de enero. Lo que votó la gente, dice Glezos, fue lo que Syriza prometió: Derrocar el régimen de austeridad que es la estrategia de la oligarquía alemana y de los demás estados acreedores de la UE, pero es también la estrategia de la oligarquía griega. Vamos a deshacernos del Memorando y de la Troika y vamos a derogar todas las leyes de austeridad, esa era la propuesta de Syriza. El día después de las elecciones se pasará una ley que echará abajo el acuerdo con la Troika y revertirá sus consecuencias. Ahora ha pasado un mes y esas promesas no se han convertido en realidades. Es una vergüenza, una vergüenza completa, sin pero que valga, dice Glezos.

Pero quizá lo más sorprendente en el artículo de Glezos es lo que sigue. En primer lugar, Glezos pide disculpas al pueblo griego porque, dice, él también colaboró en la creación de esta ilusión. Pero añade de inmediato que antes de que el mal se extienda y llegue demasiado lejos, antes de que sea demasiado tarde, hay que luchar. Los miembros, amigos y simpatizantes de Syriza, en reuniones extraordinarias, a todos los niveles de sus organizaciones, deben decidir si aceptan esa situación. Algunos han argumentado que para llegar a un acuerdo hay que hacer concesiones, hay que ceder algo. Pero entre opresores y oprimidos no puede haber ningún compromiso, al igual que entre el esclavo y el esclavista, la única solución es la libertad. Incluso aceptando ese absurdo, las concesiones hechas por anteriores gobiernos pro-Memorando, con las consiguientes consecuencias de desempleo, austeridad, pobreza y suicidios, ya han llevado a Grecia más allá de los límites de cualquier posible cesión.

Así es como ve la situación política griega Manolis Glezos, con sus 91 años a la espalda y su acta de representante de Syriza en el Parlamento Europeo. De muy distinta forma ve las cosas James K. Galbraith, economista estadounidense de 63 años, hijo del famoso John K. Galbraith y amigo de Yannis Varoufakis, actual ministro griego de finanzas. En un artículo reciente Galbraith critica con dureza los reportajes periodísticos según los cuales el resultado de las recientes conversaciones en Bruselas ha sido básicamente una derrota para Grecia. Para Galbraith eso representa una visión sesgada y tendenciosa porque, en realidad, Grecia se ha salido en gran parte con la suya. No se le dan nuevos fondos, ni tampoco se eliminan las condiciones para mantener el acuerdo actual, pero dada la redacción del nuevo acuerdo, el gobierno griego tendrá margen de maniobra y no tendrá por ejemplo problemas, dice Galbraith, para recontratar personal de limpieza.

Galbraith rechaza como absurda la idea de que el acuerdo del gobierno griego con los poderes de la Unión Europea excluye el lanzamiento de un programa keynesiano de estímulo económico. Galbraith dice que Syriza nunca había prometido tal cosa, ya que en Grecia no hay dinero, el gobierno heleno está quebrado y un programa de expansión económica keynesiano estaba de entrada fuera de consideración, porque implicaría necesariamente el abandono del euro y la adopción de una nueva moneda griega con todos los riesgos que ello significa. Dentro de la eurozona, dice Galbraith, los fondos para inversión tendrán que proceder de una mejor recaudación de impuestos o del exterior, lo que incluye inversores privados y el Banco Europeo de Inversiones. Por todo ello, según Galbraith, quienes critican el abandono de un programa keynesiano por parte de Syriza están diciendo tonterías.

Galbraith concluye su comentario con la afirmación de que, en realidad, los griegos han ganado una batalla. Lo dice con aplomo. Luego, entre paréntesis, añade que bueno, lo que ganaron quizá fuera… solo una escaramuza.

A primera vista las visiones de Glezos y de Galbraith podrían equipararse a aquello de los dos que discutían si la botella está medio llena o medio vacía. Pero en realidad lo que Manolis Glezos parece decir es que la botella está vacía del todo, mientras que James Galbraith dice que realmente tiene unas gotas.

Según el sabio refrán castellano, cuando veas las barbas del vecino afeitar, pon las tuyas a remojar. Lo que está hoy ocurriendo en Grecia y lo que ocurra en los próximos meses sin duda ha de ser fuente de enseñanza y experiencia para todos los pueblos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.