Recomiendo:
0

Aprendiendo las lecciones de Noruega

Fuentes: Uruknet

Traducido para Rebelión por Susana Merino

Los recientes ataques perpetrados en Noruega por el ultraderechista Anders Breivik son terroríficos.

Respondo visceralmente horrorizada  ante esta brutalidad, por qué cómo es posible que alguien pueda atacar a jóvenes estudiantes que no desconfiaron y  a los que disparó de cerca. Es casi imposible comprender tanta maldad. Mis pensamientos acompañan a todos los seres queridos que perdieron  un familiar o un amigo el pasado viernes. Espero que mi análisis no signifique que estoy minimizando la enorme tragedia que ocurrió el 22 de julio.

 Pienso sin embargo que estaría haciendo un magro servicio al combate por la justicia racial sin nos equivocáramos al contextualizar estos ataques. Y no me refiero a  ubicar las acciones de Breivik en el aumento de la extrema derecha en Europa y los EE.UU. en los últimos años. Ciertamente, podemos referirnos al EDL (1) y a si Breivik tenía conexiones personales con él. Podemos lamentarnos por el destacado crecimiento  de políticos vitriólicos y odiosos como Geert Wilders: podemos decirnos a nosotros mismos: «¡con políticos como este en el mundo, esta locura, cada vez irá más lejos!»

Pero limitarnos a estos comentarios sería un error. Es muy simple -muy fácil- decir que Breivik solo hizo un trabajo para la ultraderecha cuyas fervientes creencias  son completamente incomprensibles para nosotros.  Enmarcar estos puntos de vista solamente en este contexto es también peligroso desde que permite al resto de nosotros (especialmente a  los blancos  y dominantes estadounidenses, canadienses, británicos y europeos) alzar los hombros  -porque después de todo esta «clase de ultrarracismo y desprecio por la vida humana es demasiado repugnante»

Tal vez al esforzarnos en entender lo que pasó, planteamos mal el problema. La pregunta más sencilla sería. «¿eué condujo a este hombre a cometer este sádico acto de violencia?  Pero esto nos lleva a preguntarnos algo más fundamental. Ciertamente  me pregunto: ¿es acaso la clase de violencia que emprendió Breivik una aberración de lo cotidiano? Puede que su violencia sea completamente normal y estamos expuestos a ella  en forma que nos toca mucho más profundamente.

Ya cerca del décimo aniversario del 11-S  y de la «Guerra al Terrorismo», la violencia que nuestros gobiernos han perpetrado  contra las poblaciones musulmanas -y la violencia que ellos han perdonado- ha alcanzado incalculables proporciones. Las invasiones a Irak y Afganistán fueron solo el principio. No nos permitan olvidar las torturas  que cometieron los soldados de EE.UU. en Bagram, Abu Gharib y Guantánamo. No nos dejen olvidar la complicidad británica en la rendición. No nos dejen olvidar a los cientos de inocentes civiles muertos  por los drones estadounidenses en Pakistán. Fui yo justamente la que comenzó a descubrir en los periódicos la relación entre los ataques suicidas y los  de los drones. Esas imágenes no me asustan más. Pero ese sufrimiento es  tan real  como insensato. ¿Es posible, entonces, que esos rostros bañados en sangre y dolor que  vemos en Noruega nos obliguen a encontrarnos más directamente con la depravación de la violencia racial?

Tal es el caso de la violencia física cometida por el Estado, que no debe ocurrir en el propio sitio. Requiere cierta lubricación, algo que permita al gobierno justificar su utilización. Desde el 11-S los EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Francia y otros países occidentales han sido capaces de proseguir la Guerra al Terrorismo condenando a los musulmanes (tanto internamente como internacionalmente ) a ser el Otro, menoscabándolos.

Los musulmanes han sido llamados ciudadanos de segunda. El año pasado tanto Merkel como Cameron declararon abiertamente el fracaso del multiculturalismo. Para ellos es completamente aceptable decir que los musulmanes se han resistido a integrarse y a adoptar «nuestros» valores nacionales. Los ciudadanos musulmanes no disfrutan de  los mismos derechos que el resto de nosotros. Los controles en el Reino Unido o las trampas de agitadores en los EE.UU., o cualquier otra infracción contra las libertades civiles, los ciudadanos musulmanes sospechosos de terrorismo no tienen derecho al debido proceso y a una sentencia justa. Lo mismo para aquellos que han sido señalados de tener  vínculos aunque no comprobados con el terrorismo o los extremismos. Ser «demasiado» visiblemente musulmán es un crimen hoy en día. En noviembre de 2009 los suizos votaron en un referéndum la prohibición de construir nuevos minaretes. Desde el pasado abril en Francia las que usan velo o burka  en público se hacen pasibles de una multa de hasta 150 euros o la obligatoriedad de concurrir a clases de francés. Irónicamente además, Bélgica ha sido el segundo país europeo que decretó ilegal llevar en público la cara velada. En el sentido más literal actualmente es incompatible a los ojos de la ley ser al mismo  tiempo europeo y «también» musulmán.

Para los ojos de la dominante gente blanca europea y estadounidense, los musulmanes son  menos humanos. Es por eso que Dick Cheney cuando durante  la administración Bush defendía la decisión de no clasificar a los individuos capturados en la Guerra al Terrorismo como combatientes enemigos, comentó : «ellos no pueden ser tratados como prisioneros de guerra, no les corresponde las mismas salvaguardas que a los ciudadanos estadounidenses de ser llevados a proceso judicial. De acuerdo con Bush a  los detenidos en Guantánamo  no los incluye la protección contra la tortura de la  Convención de Ginebra. ¿Qué significa negarles el más fundamental de los derechos humanos? Según el profesor  y experto en Derechos Humanos Costa Douzinas : «Los derechos humanos no pertenecen a los humanos y no siguen los dictados de la humanidad; ellos construyen seres humanos. Un ser humano es alguien que puede reivindicar exitosamente los derechos humanos»

Anders Breivik esperaba que su acción impulsara una revolución cristiana en Noruega  para defender a Europa  de la doble amenaza del multiculturalismo y de la dominación musulmana. Las víctimas de este escenario eran en su mayoría ciudadanos  noruegos blancos. Para nosotros eran enteramente humanos, no personas de dudosa lealtad hacia el Estado o potencialmente sospechosas de ser terroristas. Su tragedia ocurrió en un contexto conocido. No fue en una zona bélica, en Guantánamo o en un seco y arenoso desierto en donde, es sabido, hasta los soldados estadounidenses se vuelven un poco locos.

Pero si profundizamos aún más, la violencia de Breivik  no es una aberración, lo que no la vuelve menos aterradora- Sin embargo si queremos comenzar a entender por qué alguien puede  matar tan despiadadamente yo creo que tenemos que analizar qué tipo de valores establecemos nosotros en la vida, especialmente en la vida  islámica. Acerca de qué políticas discutimos alrededor de la mesa, acerca de qué leyes votamos en nuestros referéndum; acerca de las guerras que combatimos;  y más ciertamente sobre el modo en que vemos a las personas musulmanas en nuestra comunidad, en el autobús, en el aeropuerto. Breivik admitió que cometió esa odiosa acción, pero proyecta no declararse culpable insistiendo en que era «espantoso pero necesario» ¿Cuantas clases de violencia  física y simbólica contra los musulmanes (incluyendo a nuestros propios conciudadanos) hemos aceptado sobre la base de que era «necesaria» para la «libertad» y la seguridad nacional? Si el acto de Breivik me ha  dejado algo claro  es lo siguiente: que deshumanizar un grupo de personas en la sociedad hace finalmente que todas nuestras vidas parezcan menos valiosas. El odio engendra odio. Perdonando la deshumanización de los musulmanes estamos poniendo a prueba nuestra propia seguridad.

En síntesis: con respecto a la Islamofobia y a la violencia racial ninguno de nosotros es un espectador inocente; no soy Breivik, pero soy una contribuyente estadounidense que probablemente comienza a darse cuenta de que su seguridad está interrelacionada  con la lucha por la justicia racial algo que necesito para fortalecer mi compromiso con la causa.

Nota:

(1)  EDL: English Defense League

Fuente: http://uruknet.info/?p=m79952&hd=&size=1&l=e

rCR