Rouven Schellenberger y Jörg Schindler entrevistaron a Gregor Gysi. El líder del grupo parlamentario de la Izquierda, y el más brillante orador del Bundestag, se somete alas preguntas el diario de centroizquierda Frankfurter Runschau poco antes del congreso de unificación de la Izquierda alemana. Señor Gysi, usted dio luz verde al nacimiento de la PDS […]
Rouven Schellenberger y Jörg Schindler entrevistaron a Gregor Gysi. El líder del grupo parlamentario de la Izquierda, y el más brillante orador del Bundestag, se somete alas preguntas el diario de centroizquierda Frankfurter Runschau poco antes del congreso de unificación de la Izquierda alemana.
Señor Gysi, usted dio luz verde al nacimiento de la PDS [Partido del Socialismo Democrático], y ahora la da para su final. ¿No hay nostalgia?
Claro que sí. Estas cosas se hacen siempre con una chispa de alegría en un ojo y una lágrima en el otro. Yo trataré de mostrar comprensión con el ojo enlagrimado, pero llamaré a cerrarlo. Y con el ojo alegre me meteré de lleno en la constitución de un nuevo partido de izquierda. Se acaba una etapa intermedia; nunca habría pensado que lograríamos llegar hasta aquí.
¿Qué echará de menos?
La tranquilidad. Me maravillé un poco en nuestro primer congreso de partido en Dortmund. Porque el partido irradiaba una soberanía de la que nunca pudo hacer gala la WASG [Asociación de electores para la justicia social, el otro partido que ha confluido en el nuevo partido de ka Izquierda]. La WASG era más bien pugnaz, era apresurada y nerviosa, como son los partidos jóvenes. Y yo me dije: la mezcla no está nada mal; nosotros estamos un poco como adormecidos y éstos aún bullen de vida. Lo encuentro bien.
¿De qué más se alegra en lo tocante a la WASG?
La WASG trae consigo un ala sindical genuina, no gastada. Son biografías germano-occidentales de todo punto probadas. Y quienes se nos han unido no son gentes periféricas en el oeste. Hay mucha gente muy exitosa profesionalmente y que ganan bien a la que le resultan atractivas las ideas de izquierda.
Su sueño fue siempre que la PDS no fuera tuerta, que tuviera un ojo occidental. ¿Ha llegado a eso ya la nueva Izquierda?
Claro. El 4,9% en el oeste conseguido en las últimas elecciones al parlamento federal abrió el camino. Al propio tiempo, en los nuevos Ländern del este no hemos registrado pérdidas; al contrario. Es ya irracional que a quienes aceptan en el oeste nuestras posiciones políticas de izquierda, les siga resultando difícil de digerir nuestra procedencia. Sin Lafontaine y la WASG, nunca lo habríamos logrado. Pero en ello estamos ahora.
¿A sus electores en Marzahn les parecerá bien que usted no se dedique ya primordialmente a la clientela política germanooriental?
Esa es la cuestión. Tenemos que conseguirlo, porque su autoconciencia se robustecerá con la aceptación a escala federal. El próximo otoño presentaremos un propuesta de nuevas pensiones para el este, con la que queremos compensar y mejorar la posición de todos los perjudicados -desde los compañeros de las minas de potasio hasta las bailarinas de ballet-. Tal vez no consigamos imponernos en el Bundestag, pero no cejaremos en el empeño.
¿No debería usted, en su propio interés, aspirar a alianzas también en los Ländern occidentales con la SPD?
Primero tenemos que entrar en los parlamentos autonómicos y aprender el oficio. Después [de entrar en el] de Bremen, hacer pie también en la zona del llano occidental alemán, por ejemplo en Hessen y en la Baja Sajonia; de eso se trataría. Pero siempre que haya alguna posibilidad real de imponer cambios en el gobierno, hay que aprovecharla, naturalmente. Tiene gracia que Kart Beck [el actual presidente de la SPD] diga tras cada elección: ¡con ésos, nunca! Eso sólo se dice cuando se tiene miedo de que te pillen. Yo mismo alcanzaré a vivir un cambio aquí
Podría usted llegar a llevarse con el jefe de la SPD, Beck, tan armoniosamente como se lleva con su predecesor en el cargo Lafontaine?
Bueno, no lo sé, pero come estupendamente.
Eso se dice.
Además, Beck tiene algo de alcalde. Y a mí me gusta hablar con los alcaldes. ¡Va! ¡Déjese de cuentos! Esa cuestión ni siquiera se plantea seriamente.
Lo que tras el Congreso final de su partido [PDS] se plantea en serio es la necesidad de formular un programa conjunto para el nuevo partido de la Izquierda . ¿No amenaza eso con las viejas luchas de trinchera que la PDS había dejado ya atrás?
Lo que me parece prudente es, en efecto, darse un plazo hasta 2008. Eso resultará sin duda muy estresante. Unos piensan que la Alemania del este no aparece suficientemente; los otros, temen bajar. Es natural que haya esas preocupaciones. Las cosas tienen ahora que evolucionar. Quizá deberíamos darnos incluso un poco más de tiempo.
¿Qué será de Gregor Gysi? ¿Ministro, tal vez?
Sí, desde luego. A ello apunto, totalmente. Lo mejor sería ministro federal del interior. O ministro de asuntos exteriores, y eso sin hablar lenguas extranjeras. Nada, nada, se lo digo negro sobre blanco: soy el presidente del grupo parlamentario de la Izquierda, y seguiré siéndolo. En este respecto, realmente no tengo mayores ambiciones.
Gregor Gysi es el presidente del grupo parlamentario de la Izquierda en el parlamento federal alemán.
Tradución para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss