1789 Para amansar las chusmas de París se activa la invisible mano del Mercado. En septiembre de 1774, el ministro Turgot elimina toda restricción al comercio de cereales «a favor de la libre competencia». El precio del pan se dispara; la primavera de 1775 los hambrientos se amotinan en varias ciudades, el 2 de mayo […]
1789
Para amansar las chusmas de París se activa la invisible mano del Mercado. En septiembre de 1774, el ministro Turgot elimina toda restricción al comercio de cereales «a favor de la libre competencia». El precio del pan se dispara; la primavera de 1775 los hambrientos se amotinan en varias ciudades, el 2 de mayo rodean Versalles y saquean las panaderías de París. El absolutismo despilfarra y se declara en bancarrota. En 1789 Luis XVI convoca una Asamblea de los Estados Generales para elevar los impuestos. Las protestas arrecian. La mano invisible del mercado sólo funciona apretando gatillos. El Rey llama a París diez regimientos de mercenarios alemanes y suizos para asesinar a la chusma. Ésta busca armas para defenderse. Para conquistarlas el 14 de julio toma La Bastilla, la fortaleza emblemática del despotismo, y demuestra que el pueblo, que es todo, lo puede todo. El mismo día, el Rey escribe en su diario: «Nada».
1830
Contra el pueblo de Francia se coaligan todos los absolutismos de Europa. Durante veinte años lo bloquean, lo asaltan, lo desangran. La chusma se defiende convirtiéndose en ejército republicano que barre las monarquías de Europa. La abdicación del Rey de España desencadena la Independencia Latinoamericana. Pero el comandante del ejército republicano se hace Emperador. En 1815 las monarquías lo derrotan, ocupan Francia con 800.000 soldados extranjeros y le imponen la mojiganga de una restauración. Luis XVIII reina respaldado por los ejércitos extranjeros y la burguesía. Esta ya tiene recetario contra la chusma: reserva para los ricos el derecho de elegir y ser elegidos diputados, rodea París de fortalezas, desata el «terror blanco» para fusilar republicanos, contrae multimillonaria deuda pública para resarcir a los expropiados por la Revolución. El 26 de julio de 1830 la chusma se subleva, levanta barricadas, el ejército se pone de su lado y el Rey huye. El ejemplo parisino alienta revoluciones en Bélgica, Polonia, Italia y Alemania, y favorece la aparición de movimientos liberales en España y Portugal.
1848
Los políticos ahogan la Revolución republicana de 1830 negociando el trono para Luis Felipe Igualdad, un Rey que petrifica la política. Lamartine exclama «Francia se aburre». La oposición organiza banquetes donde propone disminuir la cantidad de riquezas que se requiere para votar, y prohibir a los diputados acumular cargos y prebendas. El gobierno prohíbe los banquetes; el pueblo levanta barricadas, la Guardia Nacional los apoya. Juntos asaltan las Tullerías y el 24 de febrero ponen en fuga al Rey e instauran la República. La chispa parisina enciende otras quince sublevaciones europeas. En Viena los insurrectos imponen una Constitución con sufragio universal, régimen parlamentario y libertad de manifestación. Los checos se sublevan en Praga. En Hungría Luis Kossuth instaura la república independiente de los Magiares. En Italia se rebela el Norte e impone gobiernos constitucionales mientras Mazzini instaura la República Romana. En Alemania se elige por sufragio universal el Parlamento de Francfort, que intenta unificar Alemania. Todas las rebeliones son ahogadas en sangre, pero a la postre toda Europa termina siendo Republicana.
1870
El barón de Haussman remodela París a prueba de chusmas. Demuele callejuelas, vericuetos, laberintos; traza amplias avenidas rectas, que confluyen a un centro. Su fin no es estético. El ancho de las avenidas dificulta levantar barricadas. Su extensión rectilínea se adapta a la bala de cañón. Desde el centro de La Estrella, un batallón de artilleros puede fulminar a gusto cualquier turba indefensa. París es un inmenso patio de fusilamientos contra sus habitantes. Feroces contra el pueblo, sus dirigencias son ineptas contra el enemigo externo. En julio de 1870 declaran una insensata guerra contra Prusia; el primero de septiembre ya capitulan. El pueblo de París rechaza el armisticio, levanta barricadas, declara abolido el Estado, el pago de impuestos e hipotecas y se organiza en comunas federadas. Los obuses de los invasores prusianos y del ejército francés disparan contra la Comuna. Los comuneros de París resisten heroicamente hasta el 28 de mayo de 1871. Decenas de miles de trabajadores son ejecutados. Pero por primera toma el poder un gobierno socialista, y el siglo inmediato casi la mitad del planeta estará bajo gobiernos socialistas.
1968
En mayo de 1968 la chusma juvenil toma el cielo por asalto. Llega tarde, después que latinoamericanos y vietnamitas han impuesto sus propias revoluciones. Apenas echan por tierra a De Gaulle, quien después del motín debe convocar un plebiscito en el cual es derrotado. Pero en muros y conciencias queda una consigna imborrable: Prohibido prohibir.
2005
Todo lo prohíbe el absolutismo del capital, que ejerce su dictadura mediante instituciones elegidas por nadie: el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional. Los pueblos impusieron constituciones para proclamar sus derechos: ahora los amos imponen la Constitución de la Unión Europea para negar los derechos de los trabajadores. Donde la someten al voto, las mayorías la rechazan. El horror económico incrementa dividendos y desempleados. Los imperios importan trabajadores de sus colonias y los tratan como animales. A tal imperio, tal marginalidad. Estados Unidos está lleno de chicanos, puertorriqueños y vietnamitas, Inglaterra de hindúes, España de sudacas, Alemania de turcos, Francia de beurs y de africanos. Son indispensables para los oficios duros y para mantener los servicios de seguridad social que colapsarían con la disminución del crecimiento demográfico. En vano se intenta disfrazar el conflicto tildándolo de choque de culturas. Las únicas culturas en combate son las del privilegio y las de los explotados. Desde siempre, la abundancia de pobres significa miseria de salarios; el exceso de desocupados, baratura de mano de obra. Para amansar a los pobres, el gobierno de los propietarios los arroja a los suburbios, los discrimina, les paga miserias, adiestra policías que persiguen árabes y negros hasta que se electrocutan. El arma más convincente la maneja el ministro del interior, Sarkozy: los llama «chusmas». Pero esta chusma coordina su respuesta con celulares fotográficos, con computadoras. El pueblo, que es todo, siente de nuevo que lo puede todo. Dos semanas de sublevación devastan París. La insurrección se propaga a otras ciudades, rebasa las fronteras de Alemania y de Bélgica. Como en 1789, en 1830, en 1848, en 1871, en 1968, la Historia no ha muerto. Una vez más la alumbra la Ciudad Luz.
Arde París, el mundo se ilumina.