Los «analistas políticos independientes», agoreros de la derecha política y económica organizada partidariamente en ARENA, a los que se sumaron algunos analistas de «izquierda», fracasaron junto con el mismo partido político mencionado ya que el pasado 2 de febrero sufrieron una evidente e importante derrota política y electoral que ahora quieren minimizar con cualquier clase […]
Los «analistas políticos independientes», agoreros de la derecha política y económica organizada partidariamente en ARENA, a los que se sumaron algunos analistas de «izquierda», fracasaron junto con el mismo partido político mencionado ya que el pasado 2 de febrero sufrieron una evidente e importante derrota política y electoral que ahora quieren minimizar con cualquier clase de sofismas. De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española, el agorero es una persona que predice males o desdichas y un sofisma es una ra zón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso.
A través de sus columnas de opinión o en los espacios o programas de televisión en los que participan intentaron y siguen intentando persuadir, o más bien engañar, a los ciudadanos con sus sofismas y discursos ideológicos disfrazados de «análisis políticos independientes», pretendiendo vender la idea de que una victoria del FMLN pone en riesgo la democracia y, por el contrario y sin presentar argumentos sólidos o convincentes deslizan abierta o sutilmente el mensaje de que una victoria de ARENA era o es la única garantía para avanzar en el proceso democratizador del país.
La mayoría de ciudadanos no se creyeron ni se creen ya tal cuento. Independientemente de las valoraciones personales o particulares que se puedan tener sobre los niveles de éxito o fracaso del actual gobierno, lo real es que el pasado 2 de febrero los ciudadanos se manifestaron a favor de la continuidad del FMLN en la conducción del Ejecutivo. Frente al balotaje, o segunda vuelta electoral, el escenario más probable es que la decisión popular se ratifique y se consolide asegurando la victoria electoral del FMLN y una nueva derrota para ARENA.
Los agoreros y «analistas políticos independientes» ya aludidos, en su afán de minimizar, o incluso, pretender invisibilizar la derrota de su partido y de sí mismos ante la opinión pública, difunden por todos los medios una serie de sofismas. Destaco algunos de esos principales sofismas de los agoreros y analistas políticos ya aludidos y planteo sus contraargumentos:
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Sostienen que el 2 de febrero no hubo ganador, que el ganador fue el abstencionismo. Si el fenómeno lo vemos desde la visión de la simple aritmética electoral, sus argumentos tendrían cierta razón, pero desde el punto de vista de la contienda política y de la disputa territorial del poder por el control del aparato del Estado, al menos en términos electorales, está claro que el FMLN ha obtenido una importante victoria y que el perdedor fue ARENA.
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Que la victoria del FMLN se debió a la desigual cantidad, intensidad y calidad de la campaña electoral entre los principales partidos contendientes. En este sentido argumentan que ARENA y su candidato tuvieron que enfrentar «solitos y desamparados» tres campañas conjuntas. Así se refieren a la acción publicitaria del gobierno del Presidente Funes, a sus críticas, ataques o defensas en su programa radial, a la publicidad comercial de las empresas ALBA y a la propia campaña electoral del FMLN. Otros, incluso, agregan una cuarta campaña frente a la sola y ahora desprotegida ARENA, la campaña del expresidente Saca y de UNIDAD. Lo que ignoran o pretenden desconocer es que a la deslucida y poco inteligente campaña electoral de ARENA y de su candidato se sumaron otros frentes de campaña no menos importantes: la de la dirigencia de ANEP y FUSADES, la de los «aliados por la democracia», la de algunos principales medios de comunicación escritos y televisivos, de reconocidos columnistas de de los periódicos de mayor circulación nacional, de formadores de opinión que participan semanalmente en importantes programas de televisión, y la de programas específicos de televisión como el denominado 361º , entre otros.
Todos los actores mencionados han pretendido explicar la derrota de ARENA a partir de la diferencia en términos de calidad, cantidad e intensidad de la campaña electoral desplegada por el FMLN frente a la de ARENA. Esta posición no solo es un simplismo sino que expresa un claro sofisma con el que los agoreros y analistas antes aludidos pretenden victimizar a ARENA y su candidato con la clara intención de ocultar la crisis y debilidad interna de ARENA y la incapacidad misma de su candidato para generar la suficiente credibilidad y confianza en el electorado.
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Un tercer sofisma es que la eventual victoria del FMLN en la segunda vuelta es el mayor peligro que atenta contra «nuestras costumbres republicanas y nuestros principios democráticos», que de ganar el FMLN «pereceremos colectivamente y nuestros destinos habrán caído en las manos de quienes buscan un sistema totalitario que sofoca las voluntades de sus ciudadanos», que la victoria del FMLN «significaría dar muerte a la democracia pues lo que pretenden es instalar un régimen como el venezolano o el cubano», etc.
A estas ideas típicamente agoreras se agrega la pretensión de investir al partido ARENA y a su candidato de una aureola mesiánica, al presentarlos discursivamente como los únicos capaces de «salvar» a El Salvador.
Con estos argumentos cargados de un fuerte fundamentalismo ideológico pero carente de evidencias empíricas objetivas, los agoreros saben que no le restan votos al FMLN, solo intentan explotar el miedo de la gente al fantasma del comunismo creyendo, ilusoriamente, que podrían sumar los votos necesarios para asegurarle a ARENA su vitoria.
Estos argumentos no solo son falaces sino, además, contradictorios. Por una parte critican a la dirigencia del FMLN de ser los nuevos ricos capitalistas y de haberse aburguesado, de haber abandonado su ideología y sus pretensiones revolucionarias, mientras que por la otra, los acusan y los presentan en el discurso de campaña como la principal amenaza a la democracia y a las libertades propias de este sistema capitalista, neoliberal y mercantil que en cierto modo, el mismo FMLN y las empresas ALBA se ha encargado de oxigenar.
Importante es no olvidar que el llamado a «la salvación nacional» históricamente ha sido parte del discurso político e ideológico de sectores de la derecha y de las expresiones de izquierda con tendencias autoritarias y excluyentes. Quien ahora vuelve a ese discurso es ARENA, quizá ahí está la su supuesta vuelta a sus orígenes.
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Un cuarto sofisma, muy difundido por un reconocido columnista muy dado a escribir sus cartas a funcionarios y líderes políticos, es aquel que sostiene que un segundo gobierno del FMLN significaría una serie de peligros para la democracia y que ARENA es la única garantía del respeto a la institucionalidad democrática. Con este argumento no solo pretenden reforzar el infundado miedo a la continuidad del FMLN en el control del gobierno sino que, con el más claro cinismo pretenden hacer creer que ARENA es por principio igual a democracia y respeto a la institucionalidad. Olvidan u ocultan hechos muy concretos: que ARENA fue quien promovió aquel famoso decreto 743 con el que se pretendía reformar la Ley Orgánica del Órgano Judicial; que con los gobiernos de ARENA se desdibujó la necesaria separación entre partido y gobierno; que fueron los gobiernos de ARENA los que mantuvieron bajo control total del partido las principales instituciones políticas del país tales como la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía, el Tribunal Supremo Electoral, etc. Que quienes amenazan ahora a periodistas son líderes políticos vinculados a ARENA, que quienes ante su inminente derrota dejan aflorar sus concepciones y prácticas de intolerancia y de irrespeto al pensamiento y derechos del adversario político son personas y analistas, o más bien agoreros, vinculados ideológica u orgánicamente al partido ARENA.
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Frente al balotaje ahora se esfuerzan por crear una corriente de opinión que pretende levantar la moral de ARENA y la de sus cada vez menos convencidos votantes, buscando disipar al más cortísimo plazo el impacto de la derrota sufrida el 2 de febrero. Con tales propósitos argumentan que para el próximo 9 de marzo vamos a una nueva elección con las urnas vacías, que la segunda vuelta electoral no es continuidad de la primera, que el FMLN ya alcanzó su máximo techo electoral y que ARENA es el único partido que tiene las posibilidades reales de crecer en la votación, etc.
Lo que intentan con estos argumentos es instalar en la opinión pública, en la conciencia y en la memoria de corto plazo de los ciudadanos una ficticia y falaz desconexión de la actual contienda político electoral de forma que el electorado crea que vamos a una nueva elección con un nuevo y remozado candidato, un «nuevo Norman Quijano». La realidad objetiva es que del mismo modo que el FMLN lleva su mismo candidato con sus propias fortalezas y debilidades, pero con el que ganó la primera ronda electoral, ARENA por su parte lleva al mismo deslucido y muchas veces incoherente candidato. Aquí no hay nada de nuevo.
Haya que agregar que la experiencia histórica ha demostrado no solo en El Salvador sino en muchas otras latitudes una verdad casi irrefutable: los resultados de la primera vuelta electoral son muy determinantes para definir los resultados en la segunda vuelta. Por tanto, sin que esto signifique que el FMLN tiene que dar ya por sentada su vitoria, lo cierto es que ARENA tiene muy pobres posibilidades reales de remontar la diferencia y de salir victoriosa.
En resumen, con este cuarto sofisma los agoreros y analistas políticos de la derecha vinculados a ARENA intenta ocultar ante los ciudadanos y en sus mismos alicaídos electores una realidad que se les impone: que se presentan y enfrentan a una segunda vuelta electoral con un candidato perdedor.
Frente a la ineficacia de sus sofismas para persuadir o engañar a los ciudadanos, los agoreros ahora se apresuran por todos los medios a dar consejos, líneas de pensamiento y de acción a ARENA y a su deslucido candidato presidencial para que corrija su incoherente discurso, que se vista con un disfraz diferente, que se muestre más conciliador, que reoriente su campaña electoral, que calle lo que realmente piensa y que diga lo que la gente quiere oír. En su lógica perversa los agoreros y analistas aquí señalados con una especie de connivencia con la forma oligárquica, patrimonialista, excluyente y neoautoritaria de entender y ejercer el poder que mostró ARENA en sus veinte años continuos de gobierno le recomiendan al candidato Quijano actuar con el más rancio de los pragmatismos, para ellos lo importante en la campaña electoral y en esta segunda vuelta no es ser coherente con sus principios o credo ideológico, sino obtener los votos necesarios para ganar las elecciones y «recuperar o salvar al país», o lo que es lo mismo, para salvar sus intereses personales o de facción y de recuperar sus antiguos privilegios que consiguieron mediante el control patrimonialista y clientelar del aparato del Estado. Para estos agoreros y analistas la clave de la victoria de ARENA en la segunda vuelta se reduce en su estrategia de campaña.
Olvidan algo fundamental: si bien estamos en una época de la llamada «videopolítica» en la que el manejo de la imagen pública se ha vuelto fundamental, y la televisión y las nuevas tecnologías de información y comunicación se han constituido en el principal ágora político moderno, el problema central de ARENA y de las causas de la derrota de su candidato no están en una simple cuestión del discurso o de la imagen de su candidato que puede mejorar y cambiarse como se cambia cualquier spot publicitario o comercial.
El problema central d ARENA es doble y de fondo: primero, el modelo económico y su correlato político que inspira su acción y práctica política, el neoliberalismo transnacional y el mercantilismo deshumanizado y deshumanizante, ha fracasado estrepitosamente a nivel mundial y, segundo, los intereses económicos y políticos que ARENA como partido representa está demostrado que no son los de las mayorías, de los trabajadores asalariados, de los desempleados, de los que no cuentan con seguridad pública, de los que no tienen acceso a los servicios públicos de salud y educación. ARENA representa los intereses de la «nueva» oligarquía, no ya de la otrora oligarquía cafetalera, sino de la oligarquía financiera transnacional, de los servicios, de los que promueven el consumismo desenfrenado sin importar el desgarramiento social, ético, económico y cultural de las familias salvadoreñas y del país entero. Esto no lo puede cambiar ARENA, de hacerlo perdería su misma esencia y naturaleza, dejaría de ser tal. Por lo mismo, si bien electoralmente ARENA se posicionó como segunda fuerza el 2 de febrero, políticamente y en términos de la disputa real por el poder ARENA representa, por ahora, un partido y un proyecto político fracasado sostenido solo por la inercia de los 20 años que administró de forma clientelar y patrimonialista el aparato del Estado y por el sostén de sus principales financistas identificados como el G-20.
El pasado dos de febrero ARENA sufrió una clara derrota electoral que sus agoreros han pretendido minimizar o invisibilizar, camino a la segunda ronda electoral el próximo 9 de febrero todo apunta a que ARENA sufrirá la más importante derrota política no experimentada desde su constitución como partido político representante y portador de los intereses más retardatarios de la oligarquía y de los sectores minoritarios económica y otrora políticamente dominantes.
Remberto Mangandí. Maestro en Ciencias Sociales, graduado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. FLACSO-Guatemala.
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