«Lo más aterrador es perder la memoria. No puedo recordar nada de lo que ocurrió inmediatamente después de que fui noqueado», contó Nasos Iliopoulos. Su rostro se tensa cuando narra su violento altercado con la policía.
«Nos habíamos reunido pacíficamente para protestar contra los arrestos en la manifestación del día anterior», indicó Iliopoulos.
«Los policías sorpresivamente nos empujaron», contó. «Algunos de nosotros intentamos colocarnos entre ellos y la gente por miedo a que ésta sintiera pánico y resultara gravemente herida».
A pesar de haberse identificado como secretario juvenil de un partido izquierdista con representación parlamentaria, Iliopoulos recibió un duro golpe en la cabeza.
«Mientras yacía inconsciente, la gente pedía un médico, pero un policía dijo que yo mismo podría llamar a una ambulancia una vez que saliera del lugar», contó el joven sobre los incidentes de la semana pasada.
«Tuve suerte de que nada grave me sucediera, pero todavía lucho con los efectos psicológicos», señaló.
Desde mayo de 2010, cuando Grecia adoptó un plan de austeridad a cambio de un crédito internacional con el que pretende controlar su enorme déficit fiscal, se han repetido manifestaciones en las calles que por lo general derivan en violentos enfrentamientos con la policía.
Pero la agresividad de las autoridades en los últimos meses ha aumentado, lo que genera preocupación entre el público y profesionales de la salud.
El 6 de este mes, luego de nuevos enfrentamientos, decenas de estudiantes heridos fueron trasladados al Evagellismos Hospital, ubicado en el corazón ateniense. El sanatorio se vio obligado a abrir sus instalaciones de emergencia, señaló Panos Papanikolaou, neurocirujano de la Unión Médica de Atenas.
«Ese día, al menos 45 personas fueron llevadas a unidades de emergencia en toda Atenas», recordó.
«Hubo dos casos de serios heridos en la cabeza y daños cerebrales menores», indicó. «Las heridas son más y más severas. Algunas personas nos sólo son golpeadas con bastones, puñetazos y patadas, sino atacadas en la cabeza con extintores de incendios que llevan los policías para apagar (el fuego causado por) los cócteles Molotov».
«Las heridas que tratamos son resultado de una fuerza letal», señaló.
Médicos también han constatado un incremento en el número de personas que buscan asistencia luego de tener contacto con gases lacrimógenos u otros químicos que utilizan los uniformados para dispersar manifestaciones.
Olga Kosmopoulou, especialista en enfermedades infecciosas, dijo que los métodos de control de multitudes empleados por la policía, usando tóxicos, están causando crecientes problemas de piel, vista y respiratorios.
«Nadie tiene la más leve idea sobre los efectos a largo plazo de esas sustancias», señaló Kosmopoulou. «Pero la frecuencia y la severidad con que son usadas constituyen una directa amenaza a la salud pública».
«Además», añadió, «uno debe preguntarse si esta agresión que observamos es resultado de la pérdida de control de la policía… o una opción conciente para incrementar la represión».
«En cualquier caso, hay responsabilidad política por lo que ocurre en las calles, y la tiene el gobierno», subrayó Kosmopoulou.
Un indicio de la creciente represión es la frecuencia con que policías de civil concurren a hospitales para identificar a manifestantes golpeados e intimidarlos.
«En diciembre pasado, médicos tuvieron que pedirle (a los policías) que se fueran… para poder examinar a las personas», dijo Papanikolaou.
«Esto ocurre en países gobernados por regímenes autoritarios, no en una democracia europea», añadió.
Además de los ataques contra ciudadanos, algunos policías la emprenden contra periodistas que cubren los incidentes.
Aris Messinis, fotógrafo de la agencia AFP en Atenas, dijo haber sido víctima de un ataque premeditado el 17 de noviembre en el marco de una gran manifestación.
«Fui maltratado un par de veces ese día, pero presenté cargos contra un policía que parecía recordarme de antes», señaló.
«Los reporteros gráficos somos blancos directo de la policía en las calles», explicó, y añadió que los uniformados «intentan ocultar los abusos en los que están involucrados».
Siempre tratan de «impedir que las personas, especialmente profesionales, tomen fotografías» de los incidentes, dijo Messinis.
La organización Reporteros Sin Fronteras publicó una carta abierta condenando la violencia policial contra periodistas que cubren las protestas en Grecia.
«El nivel de violencia empleado por la policía es indignante», señala.
«Periodistas denunciaron haber sido arrojados al suelo y golpeados, o que les impidieron trabajar. La policía también obligó a algunos periodistas, incluyendo al representante de Reporteros Sin Fronteras, a borrar las fotos que habían tomado», añade.