Artículos


Cuando hablamos de convergencia, solemos hacerlo respecto al PIB. Pero, ¿converge España en igualdad? Es decir, ¿se acerca o se aleja de la nota de la UE en esa asignatura, la que mide la diferencia de ingresos hay entre los que más cobran –los más ricos– y los que menos cobran –los más pobres–? La respuesta es terminante: se aleja. Los datos españoles de 2021 no son sólo peores que en la UE, sino que empeoran mientras los de la UE mejoran.
El colosalismo y las infraestructuras faraónicas son compañeros históricos de la política y la economía españolas. El populismo de la obra pública posee tal arraigo que incluso cuenta con una anécdota apócrifa: «¡Os construiré un puente!», promete el candidato en un mitin en la plaza del pueblo. Alguien, desde el auditorio, le advierte: «¡Pero si aquí no hay río!». «¡¡Os construiré un río!!», sube la apuesta el candidato.
Primero, Hungría y Francia. Ahora, Suecia. Mañana, si se cumplen los sondeos, Italia. ¿Y después? Los resultados se suman a los pronósticos para componer la imagen de una extrema derecha que gana fuerza en Europa.
