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Los entendidos en economía suelen dar explicaciones y soluciones complejas, tratando de aclarar las distintas tropelías económicas que el amo del mundo sirve en bandeja a las masas consumidoras, un día sí y otro también.
Hablando con algo de claridad en este ambiente confuso, resulta que la llamada globalización es el instrumento para consolidar el protagonismo único del capitalismo, controlado y dirigido por una minoría que domina el mundo desde la posesión del gran capital.
Dentro del panorama político actual, resulta inevitable someterse a la democracia del voto, porque el capitalismo de la globalización así lo impone, ya que su sola invocación permite tapar la evidencia del totalitarismo económico y dar nuevos aires a la política.
Mirando por su propio negocio, en su día, los capitalistas modernos resucitaron un sucedáneo de la democracia al que se aplicó el calificativo de representativa, actualizando así el sistema de gobernabilidad en los países agremiados por el interés del dinero, permitiendo que con él terciara simbólicamente la ciudadanía a través del voto.
Desde sus comienzos, el capitalismo entra en contradicción con el postulado ilustrado de la primacía de la razón y hace uso de las creencias por motivos comerciales. El mercado se inclina por la ciencia, en cuanto tiene proyección a la tecnología, pero suministra creencias a su clientela. Su sistema operativo para con los usuarios retorna a los cultos primitivos, expresados ahora en promover la devoción a unos ídolos menores llamados mercancías. En este caso, no se trata del fetichismo sexual freudiano, sino de fetichismo de mercado en sí mismo, más allá de la mercancía fetiche, dejando a salvo la prevalencia del fetichismo de la mercancía de Marx y el fetichismo de la subjetividad de Bauman, que mostraría el tránsito de una sociedad de productores a otra de consumidores.
No sería posible hablar de la sociedad moderna sin tener presente el papel del capitalismo, dado que es la clave del proceso de amejoramiento y artífice del sistema organizativo que abarca la existencia de cualquier sociedad que se tenga por avanzada.