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En febrero de 1841, y bajo seudónimo, un ignoto sanjuanino exiliado iniciaba su camino en la prensa chilena y su itinerario como atacante insobornable de todo lo ligado a Juan Manuel de Rosas y su gobierno.

Millares de presos convertidos en trabajadores forzados ejercieron tareas agotadoras en la España bajo Franco, encuadrados en la “Redención de penas por el trabajo”.
El intento de magnicidio que conmueve al país no nace de la nada. Más allá de las responsabilidades y motivaciones del autor material, hay una larga historia de discursos de odio y deshumanización que deben considerarse.
Montañas y sierras de toda España albergaron indómitos luchadores, que enfrentaron a la dictadura franquista en sus años más sangrientos.
Los hechos más salientes de la última semana transcurrieron en medio de una ofensiva multiforme de los poderes fácticos. El desfile silencioso de la CGT fue, por omisión, en el mismo sentido.
El nombramiento de un nuevo ministro de Economía con poderes ampliados apareció en estos días como el salvavidas disponible para una muy averiada coalición de gobierno, sobre la que se cierne una profunda crisis tanto política como económica.
El rumbo político y económico ya despierta iras en alta voz de vertientes del oficialismo, incluso atravesando la frontera entre “cristinistas” y “albertistas”.
Mujeres y varones, anarquistas, comunistas, trotskistas. En el frente y la retaguardia.
En Argentina el conflicto hispánico iniciado en julio de 1936 se convirtió, a efectos prácticos, en una confrontación política interna. Millones de residentes en el país lo vivieron como algo propio, se vieron impulsados a pronunciarse sobre la guerra y a desarrollar múltiples acciones solidarias.
El discurso de Cristina Fernández de Kirchner en una reunión de la CTA de los Trabajadores dio lugar a réplicas del presidente Alberto Fernández. Tomaron relieve asimismo otros destinatarios de la palabra vicepresidencial: Los movimientos “piqueteros”, con el Evita al frente.