Darío Balvidares

Artículos

El ejercicio del poder no se limita a la acción directa del Estado sobre los cuerpos y las instituciones. También se construye y legitima a través del lenguaje, los símbolos y las narrativas que moldean la percepción colectiva de la realidad. La semiótica, como disciplina que estudia los signos y su significado en los procesos […]

El gobierno escala en la profundización del ajuste educativo y la limitación de los derechos laborales con la publicación de los Decretos 341/2025 y 340/2025. Estas medidas, presentadas como herramientas de “ordenamiento” y “eficiencia”, intentan maquillar la estrategia de desmantelamiento de la educación pública y del disciplinamiento social a través de la restricción del derecho a huelga.

El deterioro de la universidad pública no es un fenómeno aislado, sino parte de una estrategia deliberada que busca debilitar su rol como espacio de pensamiento crítico y autonomía científica.

Desde hace más de cuatro décadas, las reformas educativas impulsadas por organismos internacionales como el Banco Mundial, el BID, la CEPAL (en los principios) y la OCDE (en este siglo con mayor protagonismo), han moldeado los sistemas educativos bajo lógicas estandarizadas y profundamente economicistas.

Otro 24 de marzo, la memoria como praxis para no solo revisar los nefastos tiempos de la dictadura sino atender los siempre peligrosos ecos que resuenan a veces de manera solapada y otras con carácter desembozado de lo que fue la construcción ideológica del terrorismo de Estado y sus consecuencias.

No se puede tapar el sol con la mano, pero los ademanes fascistas lo hacen con la impunidad que les permite generar un escenario paralelo con la construcción de una noticia falsa (fake news) o desde lo que se denomina el discurso posfactual.

Las declaraciones de Elon Musk en 2024 y puestas en escena recientemente, sobre la educación y el trabajo están dirigidas masivamente a provocar cambios performativos en la conducta humana.

No siempre la impunidad se puede sostener en el tiempo y la pasividad tampoco, todo está tan podrido que por eso flota.

El Reglamento Escolar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recorta aún más las prácticas pedagógicas docentes y adquiere resonancias de la dictadura militar.

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