Artículos

Bajo la sombra del Covid19 se han acentuado profundos cambios en las concepciones y prácticas de la política que conocemos. Muchos de ellos ya estaban en marcha bajo crisis previas, como la pobreza, violencia o degradación ambiental, pero se acentuaron aprovechando la pandemia. Esa transformación se profundizó por sucesivos pasos en estos casi dos años bajo la pandemia, alimentados por el temor a la enfermedad y la muerte. Es el tiempo de la necropolítica.
Cambiar las “babas cerronistas” por “mocos aranistas-mendocistas-caviares” fue la imagen que empleó el periodista Aldo Mariátegui para criticar a la nueva premier peruana, Mirta Vásquez, y a todo el recambio ministerial encaminado por el presidente Pedro Castillo (1).

Jorge Basadre, el gran historiador, hace casi un siglo atrás, sostenía que Perú era un problema y una posibilidad, y en muchos sentidos esa advertencia sigue vigente. “Las inmensas riquezas del oro y la plata coloniales, el guano y el salitre de la primera República, el petróleo y el cobre actuales no han servido de mucho”, afirmaba el historiador en 1931, en la edición original de su clásico libro “Perú: problema y posibilidad”.
Los “enganchadores” eran elegidos por las “Compañías” entre viejos ladinos de la pampa. Su misión era engatusar a los mocetones ebrios del sueño de la fortuna, haciéndolos viajar al norte para alcanzar allí la riqueza. Esta descripción, que toma las palabras de Andrés Sabella en su “Norte Grande”, publicada en Chile en 1944, se refería a las condiciones bajo las cuales se expandió la minería del salitre. Evoca a un protagonista que no desapareció.

Educar al nuevo presidente de Perú sería la solución. Esa es la alternativa para superar los claroscuros en Pedro Castillo y para enfrentar a Vladimir Cerrón, el líder el partido político que cobijó al triunfante candidato, y cuyo papel en el poder no sería tal sino una exageración de la derecha.

Existen momentos en que las reacciones defensivas son las que revelan que se está avanzando, más de lo que muchos suponen, y eso acaba de suceder en Chile.
En pocos días se elegirán a los integrantes de la Convención Constituyente, con lo que se dará un paso clave para atender la demanda ciudadana de refundar el acuerdo político básico en Chile. Ese reclamo, desde el estallido social de 2019, ya no pudo ser acallado, y exigía abordar problemáticas como la democratización de la arquitectura y funcionamiento del gobierno, la representación ciudadana o la atención a la inequidad.
Hace pocos días atrás la actual vicepresidencia de Bolivia presentó una serie de eventos bajo el impactante título de “Re-Encuentro con la Pachamama” o con la “madre Tierra”. Su objetivo era protegerla por medio de cuatro medidas: una ley de la Defensoría de la Madre Tierra, otra sobre su protección y el ecocidio, un plan de acción y una convocatoria a una asamblea de la Tierra en las Naciones Unidas.

El avance de la pandemia por el coronavirus no sólo no se detiene, sino que a medida que se agrava queda en evidencia un oscuro giro político: la necropolítica. Ese concepto sirve para describir al menos al menos tres características: ocurre en un contexto donde el estado de excepción deja de serlo para volverse una nueva normalidad, la política se enfoca en decidir sobre el dejar morir, y repite una narrativa de una guerra perpetua contra todo tipo de enemigos.

Uno de los últimos actos de gobierno Donald Trump muestra claramente el negativo impacto de su gestión para el ambiente.