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La idea actual de que “dato mata relato” o de que se puede frenar la proliferación de ‘fake news’ regulando el espacio comunicativo es ingenua e impotente. Se debe recuperar la vida pública, destruida por el neoliberalismo, para frenar la propaganda.
Trece años después, ninguno de los anhelos de este movimiento se ha materializado y la izquierda está en descomposición. Una salida posible es retomar las preguntas, volver a los problemas, reformular las promesas incumplidas.
Es necesario apostar por una reforma fiscal más progresiva, reforzar las políticas de protección social y perseverar en la inversión en sanidad y educación


