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Lanzada con eslóganes rimbombantes pero banales, la Cumbre de las Américas se consumió en Los Ángeles. Para iniciar, al bajar el telón, se emitió un espectáculo chapucero, un acto retórico e inútil al más perfecto estilo yanqui, en el que a los globos se unieron llamamientos al continente para que confirmara su lealtad a Washington.
«Estados Unidos ha dado más ayuda militar a Ucrania que a cualquier otro país en las últimas dos décadas, y el doble del coste anual de la guerra de Afganistán, incluso cuando las tropas estadounidenses estaban sobre el terreno»
Las crónicas militares serias informan de los acontecimientos en una clave decididamente diferente de lo que se cuenta en Kiev al dictado angloamericano, pero lo cierto es que los combates no disminuyen en intensidad.
Militante del Partido Comunista Español y de Izquierda Unida, eurodiputado de la coalición española “Unidos Podemos Cambiar Europa”, presidente de la delegación de Estrasburgo para las relaciones con Palestina y de la Asamblea Europarlamentaria para las relaciones con América Latina, Manuel Piñeda es sin duda una figura reconocida en la izquierda española y europea.
Es bien sabido que en todas las guerras la verdad está entre las primeras víctimas, y la actual no es una excepción.
La creciente y probada participación de fuerzas pertenecientes a los países de la OTAN y de la propia Legión Extranjera, que pretende ser independiente pero está a las órdenes de París, revela el carácter internacional de la guerra.
Las conversaciones en Turquía parecen poder abrir destellos de diálogo entre Rusia y Ucrania, pero sería una ingenuidad imperdonable hacerse ilusiones sobre una negociación rápida y un acuerdo en un futuro próximo.
Dos horas de conversaciones con Xi Jinping no fueron suficientes para que Joe Biden convenciera a Pekín de que debía desempeñar un papel mediador en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
A la espera de la mediación francesa, de las conversaciones entre Putin y Biden, del distanciamiento alemán, de los temores italianos, de las incertidumbres españolas y de la oposición del antiguo bloque del Este, así como de los plazos, regularmente desacreditados, de las improbables invasiones rusas, la guerra siempre anunciada pero nunca iniciada ha tenido su primer desenlace.
Las demandas rusas de garantías de seguridad fueron esencialmente ignoradas por la OTAN. No sólo no han sido aceptadas, sino que Estados Unidos ha desplegado provocativamente otros 8.000 de sus soldados y sus sistemas de armas en Polonia, sólo para reiterar el interés estadounidense en el posible conflicto.