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Estados Unidos puso entonces a disposición de los generales golpistas y de extremistas de derecha: armas, dinero e influencia para impedir primero que el electo presidente Allende asumiera. Luego, para que el gobierno fracasara y fuera derribado por las fuerzas armadas chilenas. A esa troika se sumó el sector civil chileno encabezado por Edwards y donde la mano ejecutora fueron las fuerzas armadas y carabineros de Chile.