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Incluso la inflación opera como un arma de guerra del conservadurismo, como un sistema de tortura psicológica contra la clase trabajadora. Millones de familias ahogadas en angustia por no poder pagar los aumentos desenfrenados de la dictadura del mercado. Sinnúmero de alteraciones anímicas producidas por la codicia burguesa. Sin ley o con la ley del capricho mercachifle.
Cuando “todo vale” en la comunicación electoral de propaganda al uso, desaparecen los límites de la enunciación para convertir el relato en canallada pura y dura. No hace falta ser feligrés del Papa para repudiar las agresiones “satánicas” de la ultraderecha.
Si se asume la “transformación” como condición del ser y el hacer en comunidad, aparecen urgencias teórico-prácticas que no admiten reduccionismos lineales ni oportunismos lenguaraces.
Acostumbrados como estamos a consumir (mayormente) lo ajeno, la tecnología no fue ni es excepción que honre a gobierno alguno en términos brutos. Aunque el consumismo tecnológico adquirió modalidades muy diversas, en cantidad y en calidad, el resultado es el mismo
Apuntes para entender el “laboratorio” mediático desplegado en Argentina.
Instalados como catalizadores emocionales y palestras “didácticas”, las escuelas y estilos de narración futbolera nada tienen de ingenuidad y nada de improvisación.
Por más entusiasmados que se muestren sus vendedores, no aceptemos esa “Inteligencia Artificial” de mercado como si fuese un logro tecnológico inocente. Más parece una emboscada para comerciar con el “big data” (y su saqueo de información) que, en la práctica, ha sido mayormente manipulación de datos para los negocios de la dictadura tecnológica imperial. No aplaudas la ingeniería burguesa para la alienación. Lo inteligente sería democratizarla. Del uso mercantil de la “Inteligencia Artificial” podemos esperar todas las canalladas (y peores) que el capitalismo nos impone y nuestra tarea científica es desarrollar una Semiótica para la Revolución de la Conciencia, armada con métodos y praxis emancipadas y emancipadoras. Aquí no omitiremos el tejido militar subyacente en todo desarrollo de coloniaje tecnológico.