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Primero fue el expresidente norteamericano Donald Trump quien interesado en la posición geoestratégica de Marruecos y en el establecimiento de relaciones entre el país magrebí e Israel, reconoció la «marroquinidad» del Sáhara; luego le siguió el actual presidente Joe Biden, que sigue reforzando lazos con Rabat; posteriormente algunos países interesados en mantener buenas relaciones con Rabat; y ahora España reconociendo, como iniciativa sería y creíble, una posible integración del territorio saharaui en una autonomía del Reino marroquí.