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Lo de Alberto Rodríguez no sienta un peligroso precedente porque la pieza derribada no es él, son la calidad y la decencia democrática y ya fueron derribadas hace tiempo
Sale caro mantener a Vox. No me refiero, que también, a los buenos miles de eurazos mensuales que nos cuesta cada uno de los 52 diputados ultras en el Congreso, dedicados a volcar todo su talento en el tradicional arte del insulto o, los más trabajadores, en llamar una y otra vez presidente en masculino a la presidenta mujer de la Cámara. Con tal de dejar claro que a ellos el género no les importa, lo que haga falta.
Quienes hoy son presentadas en el telediario como pobres víctimas del integrismo islámico, mañana o pasado serán criminalizadas como inmigrantes ilegales en esos mismos espacios
Genere los gritos que genere, toca corregir una anomalía que nunca debió darse: la justicia haciendo el trabajo sucio de la política
Fueron tres horas de interrogatorio para quienes durante 28 años dirigieron un partido que nos gobernó y que se financió de forma tramposa durante décadas. Tres horas de negaciones y balones fuera
Quien en realidad se traslada no es el PP, sino el votante de derechas. Tras años de mareo de la perdiz popular, ha decidido que prefiere a la derecha de siempre, a la autoritaria y ultranacionalista. Las cajas ya están empaquetadas