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El número global de suicidios de campesinos en 2019, fue el más alto de los últimos cinco años.

Entre las muchas consecuencias de la debacle egipcia, iniciada con la caída del régimen de Hosni Mubarak en 2011, podemos anotar que le ha sido quitado el cargo de “gendarme regional”, el que ostentó por décadas gracias al poder delegado de los Estados Unidos.

No son pocas las problemáticas que el nuevo presidente norteamericano Joe Biden, debe atender con urgencia en el plano internacional, las múltiples demandas, no solo son responsabilidad de la inoperancia de su inmediato predecesor Donald Trump, sino, y principalmente, se deben a los frentes que abrieron y profundizaron George W. Bush y Barack Obama, de quien Biden fue vicepresidente en sus dos periodos.

Mientras el mundo expectante se aproxima al cambio de mando en los Estados Unidos y se regodea en las nuevas olas del Covid-19, como si solo fuera un castigo celestial y no obra de la irresponsabilidad personal de muchos, en lo más profundo y remoto de ese mismo mundo, en la soledad más absoluta, un pueblo o los muchos que conforman la República Democrática de Congo, con casi 85 millones de habitantes, no deja de abismarse en la violencia.
Si alguien cree que lo sucedido en el Congreso norteamericano, el pasado miércoles seis, cuando una horda de imbéciles, creyendo que la revolución blanca se había iniciado, intentaron tomarlo, es grave, se equivoca: como mucho es pintoresco.

El sábado 2 de enero, en Níger, se conocían los resultados de las elecciones presidenciales realizadas el pasado 22 de diciembre, que dejaron en la carrera electoral al oficialista Mohamed Bazoum, exministro del Interior, del gobernante Partido para la Democracia y el Socialismo que consiguió un 39% y con el 17% a Mahamane Ousmane, quien, en 1993, se convirtiera en el primer presidente elegido democráticamente del país, para ser desplazado tres años después por un golpe de Estado.
Quizás a partir del 20 de enero el mundo pueda empezar a sacarse de encima el mal sueño que han significado los cuatro años de gobierno de Donald Trump. ¿Que los ha habido peores? Sin duda.