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«Las vidas negras importan»; aquellas de George Floyd, Tamir Rice, Eric Garner, Michael Brown (EE.UU.); aquellas de Marielle Franco, Ágatha Felix, Alexandre da Silva (Brasil); aquella de Andrés Padilla (Ecuador). Ya no quedan ánimas solas y adoloridas por las injusticias de los gobiernos racistas.
Black Lives Matter tiene potencia ética equivalente en el Ubuntu al ‘si tú eres ese humano yo también soy ese mismo humano».
I can’t breathe (no puedo respirar), salmodia definitiva de George Floyd. Esta súplica agónica debió repetirse por siglos en las sentinas de los barcos, en las plantaciones, en las minas o en las calles de las nacientes repúblicas americanas.
El Covid-19 se quedará por ahí, tumbará vidas, nos repondremos con un buen surtido de anticuerpos. ¿Y qué cambiará? Como el dinero la contrarrevolución sistémica nunca duerme.
La letra X descubrió y descubre la unidad afroamericana como mandato. Malcolm X se preguntaba: “¿Se imaginan lo que ocurriría si todos esos pueblos de origen africano comprendieran algún día que están unidos por lazos de sangre?”
Al fin entendieron aquello de “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, lo siento Antonio Machado, ahora los caminos que se hacen conducen al mismo sitio: la ventana. Sobre todo aquella que da a la calle.
Las páginas deportivas de los diarios son redundantes. El fútbol perdió por goleada este periodo, no sé si en primero, segundo o en sobretiempo. Ganó la política. El COVID-19 fija las coordenadas: bioquímica y política. ¿Volverá el fútbol a ser aquello que fue?
Las calles de mi ciudad, Esmeraldas, y las de otras miles, están desoladas. Algún caminante necesario, por su función en esta crisis. Los sonidos se han evaporado por la amenaza. Desapareció la niñez, la juventud, las personas ancianas están al fondo de las casas y los partes de los Gobiernos angustian o sacan unas rabias individuales fratricidas.
Historicidad resistente[1] Las historias de nuestro pueblo, sus actos de resistencia para ser diferentes no empiezan con nosotros, por eso no deben terminar con nosotros. Nuestras vidas actuales son herencia de la vida de los hombres y mujeres que nos antecedieron pero también reflejos de sus actos de resistencia, por eso, nuestro deber es conocerlas […]