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El asesinato del afroestadounidense George Floyd generó una ola de insubordinación popular a lo largo y a lo ancho del país, contra la brutalidad policial y una serie de iniquidades de larga data. Las protestas evidencian la crisis de todo el sistema, no solo del gobierno de Donald Trump, y buscan poner en pie nuevas coaliciones sociales para quebrar los efectos del supremacismo y la fragmentación racial de las clases populares.
La bancarrota económica y los efectos del huracán de 2017 pusieron en cuestión la propia viabilidad de esta isla que tiene el estatus de Estado asociado de Estados Unidos. Los desplantes racistas de Donald Trump contribuyeron al malestar generalizado en medio del colapso del sistema eléctrico.