Luis Casado

Artículos

En estas líneas solo me detendré en su política exterior, alineada –el dedo meñique en la costura del pantalón– con los intereses de los EEUU. ¿A qué viene la docilidad que lleva a Chile a sumarse a la agresión contra Venezuela para mostrarse obsecuente con el imperio? Chile, país regido por una Constitución impuesta en dictadura, acusa a Venezuela de no ser una democracia…

También se exhibió impúdicamente, como argumento, una supuesta proeza científica, pretendidos avances tecnológicos alcanzados por SQM que ni los chinos, ni los rusos, ni siquiera los yanquis están cerca de descubrir, Benjamin Franklin, Charles de Coulomb, Louis Pasteur, Thomas Edison y Alessandro Volta son una alpargata al lado de Ponce Lerou, se ve que la virgen del Carmen está con el yernísimo, lo protege y lo datea que es un primor.

Acomodarse con la institucionalidad pinochetera no es algo que le cueste demasiado a esta albóndiga compuesta de Frente Amplio y Concertación new wave aderezada con reminiscencias comunistas, mientras las urgencias las definan los empresarios.

Servidor, alejándose -una vez no es costumbre- del lenguaje que afecciona, declara que ese “texto final” se lo pueden acomodar en el orto.

Reflexión hecha caí en la cuenta de que Chile tampoco es una República.

Quienquiera hace el elogio del consenso, intenta estafarnos. Busca pasar catas por loros, caballa por atún. Con el meloso discurso de la paz y el paraíso en la Tierra no desea sino hacer de cada ciudadano un incapaz jurídico y mental.

Sabemos que estamos en presencia de un gran escritor. Y tenemos esta vez la posibilidad de conocerle, de conversar un tinto con él, de apreciar la dimensión humana de un verdadero creador, de comprender su estilo, sus temas, la realidad que describe con una pluma inigualable.

Una vez más, todo parecido con sucesos acaecidos mucho más tarde en la larga y angosta faja de tierra que llamamos Chile, no es pura coincidencia.

A 50 años del golpe de Estado

“El único político que se atrevió a entrar con nosotros al fondo de la mina… fue el compañero Salvador Allende”.

A 50 años del golpe de Estado

Armando precisó: “El pueblo de Chile existió solo durante los mil días de la presencia de Salvador Allende en La Moneda”. El resto del tiempo, el pueblo chileno nunca fue sujeto de su propio destino, fue apenas –y sigue siendo– objeto de la depredación de intereses ajenos.

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