Artículos
Lo primero que se me ocurre a pocas horas de dejar la vicerrectoría académica, es agradecerle a la gente que creyó y sigue creyendo que la universidad publica es el mejor lugar del mundo para combinar libertades y derechos.
Hay que sumar voluntades, esfuerzos, personas e interés comunes en la lucha contra las violencias y las políticas y modos de hostigamiento, amenaza y muerte, para avanzar al tiempo en la prevención inmediata de formas de violencia contra las mujeres.
El resultado esperado por la nación es un pacto de garantías, viables, cumplibles y definidas con seguridad para los combatientes que dejan la lucha armada, y cronogramas, proyectos y presupuestos concretos en un plan consolidado de soluciones y transformaciones que lleven a superar las causas sociales.
La legitimidad perdida ha producido baja gobernabilidad e inestabilidad institucional, pérdida de capacidad organizativa de estamentos, liderazgos desconectados y sin bases, y un colectivo fraccionado, desconfiado
Colombia quedó vaciada, saqueada, desocupadas las cuentas del erario.
Las Universidades tienen ética y socialmente el compromiso incuestionable de comprometerse con la construcción de paz total.
Es momento para cambiar, para devolver el carácter público y universal a la educación superior.
Con el relato de la verdad acogido como herramienta de Estado y la voz del gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, que anunciaron cumplir el mandato de la Verdad a rajatabla, se abren las puertas para avanzar hacia una sociedad de derechos y un real estado de derecho.