Mariano Ciafardini

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Cuando un sudoroso Richard Nixon sacó su pañuelo para secarse la frente, la suerte estaba echada. Era el primer debate presidencial televisivo de la historia. Poco se sabía entonces del impacto real que habría de tener la televisión, que hacía un tiempo había llegado a una audiencia de millones de espectadores, en el curso de unas elecciones presidenciales.

Desde Hegel por lo menos la dialéctica de la esencia y la apariencia está disponible para todos aquellos que quieran pensar en serio. Este es uno de esos momentos históricos en los que si no se diferencia (y se une a la vez) lo que aparece de lo que Es, resulta prácticamente imposible entender gran […]