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Nadie parecía tan emocionado con la elección de Joe Biden para próximo presidente de Estados Unidos como el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Cuando toda esperanza parecía perdida, y Abbas desesperaba por su validación política y por los fondos financieros, Biden apareció como un caballero andante sobre un caballo blanco y acarreó al líder palestino hasta un lugar seguro.
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Un colaborador cercano del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, resumió, en pocas palabras, la lógica existente detrás del frenesí en curso para expandir los asentamientos judíos ilegales en Israel.
En lo que respecta a la ocupación israelí de Palestina, Europa y Estados Unidos están, en teoría, en bandos completamente opuestos. Si bien el gobierno estadounidense ha aceptado plenamente el trágico statu quo creado por 53 años de ocupación militar israelí, la UE parece continuar abogando por un acuerdo negociado basado en el respeto del derecho internacional.
“Nadie se preocupa por las y los presos [palestinos]”. En los últimos años he oído pronunciar muchas veces esta frase (o alguna variación de ella) a expresos palestinos o a sus familias. Siempre que hago una entrevista sobre este tema fundamental y extremadamente sensible se me dice, continuamente, que “nadie se preocupa”. Pero, ¿es realmente así? ¿Están tan abandonados las y los presos palestinos que su libertad, su vida y su muerte no tienen importancia?
Israel ha contrarrestado su fracaso en ganarse a los estados europeos impulsando un cortejo por las naciones africanas, con más de un pequeño éxito. La afinidad natural de los gobiernos africanos con Palestina, basada en una historia compartida de colonización, ha experimentado una importante erosión en la medida que el estado sionista ha explotado los imperativos del desarrollo mediante incentivos militares y dependencia económica. Ramzy Baroud explica el aumento de la influencia de Israel en el continente africano.
Lo inevitable ha ocurrido finalmente y la pandemia de coronavirus está haciendo ahora estragos en la asediada Gaza.
Abrumado por circunstancias incontrolables, el Gobierno griego se prepara para otra crisis financiera que promete ser tan terrible como la última en 2015.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos