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Lo que se está produciendo en Birmania en estos momentos es un golpe militar. No puede describirse de otra manera un acto tan injustificado como la deposición del gobierno por un decreto militar y la imposición de Min Aung Hlaing, comandante en jefe del ejército, como gobernante no elegido.

La ansiedad israelí fue palpable cuando se informó de que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, no fue contactado por el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante los días posteriores a la toma de posesión de éste. Mientras se leen muchas cosas sobre la decisión de Biden, como la falta de entusiasmo de Washington por volver al «proceso de paz», Moscú está llamando la atención como posible alternativa a Estados Unidos al acoger el diálogo interno palestino y hablar con los líderes de los grupos políticos palestinos.

Nadie parecía tan emocionado con la elección de Joe Biden para próximo presidente de Estados Unidos como el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. Cuando toda esperanza parecía perdida, y Abbas desesperaba por su validación política y por los fondos financieros, Biden apareció como un caballero andante sobre un caballo blanco y acarreó al líder palestino hasta un lugar seguro.

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Un colaborador cercano del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, resumió, en pocas palabras, la lógica existente detrás del frenesí en curso para expandir los asentamientos judíos ilegales en Israel.

En lo que respecta a la ocupación israelí de Palestina, Europa y Estados Unidos están, en teoría, en bandos completamente opuestos. Si bien el gobierno estadounidense ha aceptado plenamente el trágico statu quo creado por 53 años de ocupación militar israelí, la UE parece continuar abogando por un acuerdo negociado basado en el respeto del derecho internacional.

“Nadie se preocupa por las y los presos [palestinos]”. En los últimos años he oído pronunciar muchas veces esta frase (o alguna variación de ella) a expresos palestinos o a sus familias. Siempre que hago una entrevista sobre este tema fundamental y extremadamente sensible se me dice, continuamente, que “nadie se preocupa”. Pero, ¿es realmente así? ¿Están tan abandonados las y los presos palestinos que su libertad, su vida y su muerte no tienen importancia?