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Un acuerdo «aceptable», de «bases sobre las que avanzar» y que se hará público en las próximas horas. DUP y Sinn Féin dieron por concluidas las negociaciones y los unionistas se reunieron con los representantes de Londres para clarificar algunos aspectos del documento, que debe ser aprobado por el DUP. Si el acuerdo es finalmente rubricado, la transferencia de las competencias de Justicia y Policía podría producirse en abril.
El plazo pasó y el norte de Irlanda sigue sin acuerdo sobre las transferencias de Londres a Belfast. La mejora del tono de las negociaciones y el acercamiento de posturas convenció a las administraciones británica e irlandesa a alargar el plazo para que los partidos norirlandeses superen esta crisis política por sí mismos, pero la condición unionista de abolir la Comisión de Marchas se ha convertido en un obstáculo insalvable que podría colapsar el Gobierno.
Los mandatarios británico e irlandés, Gordon Brown y Brian Cowen, siguen reunidos en Belfast, con DUP y Sinn Féin enfrentados por la transferencia de competencias de Justicia y Policía de Londres a Belfast -que los republicanos quieren que se produzca el próximo mayo- y la exigencia unionista de una nueva estructura que sustituya a la Comisión de Marchas en decisiones relativas a marchas orangistas. La falta de acuerdo podría forzar elecciones anticipadas.
En una intervención de urgencia para evitar la salida de Sinn Féin del Ejecutivo norirlandés ante el creciente desacuerdo con sus socios del DUP, los primeros ministros británico e irlandés viajaron a Belfast para mediar en las negociaciones sobre las transferencias desde Londres.
El desacuerdo entre Sinn Féin y DUP sobre la transferencia de las competencias de Justicia e Interior de Londres a Belfast continúa al concluir unas negociaciones cerradas a juicio de los republicanos y aún en marcha para los unionistas. La exigencia del DUP de abolir la Comisión de Marchas, que regula el recorrido de los desfiles protestantes, es el nuevo obstáculo unionista al progreso político.
Si con la votación sobre el Tratado de Lisboa Irlanda decide el futuro de la Unión Europea, no lo hace desde la visión europeísta sino desde la oscuridad de la crisis económica interna. Los votantes irlandeses acudieron a las urnas en este segundo referéndum con más resignación que emoción, en un día en el que hasta los medios lo relegaban en sus titulares. La votación se espera tan ajustada e impredecible que nadie se atreve a especular con el posible resultado.
El discurso del primer ministro británico, Gordon Brown, fue un soplo de aire fresco comparado con el de otros líderes europeos, ya que propone el mantenimiento de los presupuestos y servicios, y la bajada de los impuestos directos e indirectos como vía para la recuperación económica. Con este guiño a los sindicatos y a las clases medias, ha prometido luchar para devolver al laborismo al primer puesto de la política británica de cara a las elecciones del próximo año.
En poco más de dos semanas, los irlandeses votarán por segunda vez el Tratado de Lisboa, y las encuestas de opinión muestran que el resultado es tan impredecible hoy como lo fue con anterioridad a la votación del 12 de junio de 2008, ya que un alto número de indecisos podría hacer que la balanza electoral se incline a favor o en contra del documento el próximo 2 de octubre.
El proceso de desarme de las organizaciones lealistas UVF y UDA, confirmado por la Comisión de Decomiso encabezada por John de Chastelain, es un paso más en el proceso norirlandés y ha sido recibido como un acto liberador por políticos protestantes.
El primer ministro escocés, Alex Salmond, parece dispuesto a hacer de la independencia de Escocia una realidad y, cumpliendo con la promesa que realizó cuando tomó el poder en 2007, anunció su intención de convocar un referéndum de autodeterminación para el próximo año. Salmond ha pedido al Parlamento de Edimburgo, en el que su partido, el Nacionalista Escocés, se encuentra en minoría, que no prive a los escoceses de su derecho a decidir su futuro político.