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En el apogeo de la Guerra Fría en la década de los 60, el diplomático peruano Víctor Andrés Belaúnde caracterizó a las Naciones Unidas como una institución políticamente tambaleante que sobrevive solo por voluntad y gusto de las cinco grandes potencias.
Existe la creencia de que prácticamente todo en este mundo conspira contra los pobres y los oprimidos. La vacuna contra la covid no es una excepción porque algunas de las naciones más ricas del mundo, incluidas Canadá, Estados Unidos y Reino Unido, parecen haber acaparado la mayoría de los suministros, mientras se margina a las naciones más pobres del mundo.
Las cifras son asombrosas, porque como consecuencia de la pandemia de covid la escasez de alimentos aboca a millones de personas a ser víctimas de una nueva hambruna, alertan agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Las principales potencias militares del mundo ejercen su dominio en gran parte debido a sus enormes arsenales de armas, que incluyen sofisticados aviones de combate, drones, misiles balísticos, buques de guerra, tanques, artillería pesada y armas nucleares de destrucción masiva (ADM).
La derrota electoral de Donald Trump, que lo desalojará de la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero, podría ser el comienzo de una nueva era para el multilateralismo y para que se flexibilice el acoso contra las Naciones Unidas, que durante cuatro años soportó una retórica política contra el organismo y sus agencias desde la Casa Blanca.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) luchaba por hacer frente a una crisis de liquidez en abril de 1996, una de las muchas medidas drásticas que tomó fue reducir su personal.
Ante una pregunta, Albert Einstein, el físico alemán que ganó el Premio Nobel de Física en 1921, predijo algo muy inquietante: «No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial se librará con palos y piedras».
El fenomenal aumento de la pobreza extrema, por primera vez en 20 años, se acompaña en el polo opuesto de un aumento en los ingresos de los multimillonarios y súperricos hasta nuevos máximos históricos, en un fenómeno que profundiza las desigualdades económicas y sociales en el mundo.
Mientras las Naciones Unidas planean conmemorar su Día Anual de la ONU, el 24 de octubre, el secretario general António Guterres debe gobernar un organismo mundial que permanece cerrado desde marzo, como parte de las restricciones mundiales para contener la propagación de la pandemia del covid-19.
La pandemia del coronavirus ya se cobró la vida de más de un millón de personas en todo el mundo y desestabilizó la economía mundial, al mismo tiempo que trastocó objetivos de la ONU vitales, como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2030, y puso en cuarentena avances en la protección de la biodiversidad.