Recomiendo:
0

Alta abstención y castigo al Partido Socialista en las elecciones municipales de Francia

Avance de la extrema derecha

Fuentes: Página 12

El voto izó a la extrema derecha del Frente Nacional a resultados históricos al tiempo que la derecha agrupada en la UMP, pese a los escándalos del ex presidente Nicolas Sarkozy, quedó muy cerca de alcanzar sus objetivos.

Marcada por una tasa de abstención sin precedentes, la primera vuelta de las elecciones municipales francesas sancionó al Partido Socialista en el poder, izó a la extrema derecha del Frente Nacional a resultados históricos al tiempo que, pese a los escándalos que mancharon su imagen en las últimas semanas, la derecha agrupada en la UMP del ex presidente Nicolas Sarkozy quedó muy cerca de alcanzar sus objetivos: conquistar el mayor número posible de ciudades de más de diez mil habitantes.

El abstencionismo y la extrema derecha son los principales ganadores de esta elección test para el conjunto de la clase política. Con un 38,5 por ciento de abstención, esta consulta municipal 2014 superó en abstenciones a la de 2008, 33,5 por ciento, y a la de 2001, 32,6 por ciento. El gran perdedor es el Partido Socialista. El movimiento de la rosa buscó por todos los medios evitar nacionalizar la campaña y circunscribirla a su ámbito más local para evitar así pagar el tributo de la bajísima popularidad del presidente François Hollande. La estrategia fracasó rotundamente: el PS se encuentra en muy mala postura en varias ciudades importantes.

«Las condiciones de una gran victoria están reunidas para la segunda vuelta», declaró el presidente de la UMP, Jean-François Copé. De hecho, en muchas circunscripciones, los electores le sirvieron a la derecha la victoria en bandeja. En cuanto a la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, declaró que los resultados conocidos hasta hoy representaban «el fin de la bipolarización de la vida política francesa». El Frente Nacional llegó primero en ciudades de importancia como Fréjus, Avignon, o Béziers o Perpignan. Igualmente, por primera vez en su historia, la extrema derecha ganó una ciudad desde la primera vuelta, Hénin-Beaumon. En muchos otros lugares, sus candidatos están bien ubicados o se encuentran en condiciones de provocar duelos triangulares derecha-izquierda-extrema derecha en la segunda vuelta del próximo 6 de abril. Los socialistas no pudieron extraer a los electores de la decepción. El alto porcentaje de abstención traduce una escasa movilización de los hoy desencantados votantes de la izquierda que en 2102 contribuyeron a la victoria del socialista François Hollande a la presidencia de la República. «Hay una forma de decepción que quedó expresada en la primera vuelta», admitió la ministra ecologista de la Vivienda, Cécile Duflot. Una ciudad tras otra, el PS recibió una serie de cachetazos que confirman en las urnas el profundo malestar que suscita la gestión socialista. Hasta Niort, una localidad que el partido presidencial ostentabadesde 1957, pasó a la derecha. En Marsella, donde el socialismo contaba con sacarles a los conservadores este importante puerto del Mediterráneo la configuración es semejante. El candidato del PS aparece en tercer lugar, detrás del representante de la UMP y del candidato de la ultraderecha.

Lo único que les quedó como argumento a los socialistas fue llamar a la unión de cara a la segunda vuelta y agitar el espantapájaros de la extrema derecha. Su primer secretario, Harlem Désir, dijo: «Haremos todo lo que es necesario para que al final de estas elecciones municipales ninguna ciudad esté dirigida por el Frente Nacional». El anhelo es tardío. El partido de Marine Le Pen ya ganó ciudades desde la primera vuelta y está muy bien colocado en unas cuantas más para administrarlas en el futuro. Había que ser muy cándido como para pensar que los socialistas saldrían ilesos de la mala imagen que arrastra su presidente y el Ejecutivo. Al cabo de 22 meses en el poder, François Hollande se ha convertido en el presidente más impopular de la V República.

Resulta paradójico constatar que los franceses depositaron en parte su confianza en un partido de rancia ideología, el Frente Nacional, y también en una derecha carcomida por los escándalos, debilitada por la lucha de clanes y su alucinógena capacidad para representar únicamente apetitos personales y derivas ideológicas graves. Marine Le Pen confirmó en las urnas su estrategia: le quitó un poco más a la extrema derecha su aura diabólica y demostró que, cuando la inercia, el engaño y la indecencia de los partidos de gobierno llegan a un grado crítico, la ultraderecha está ahí con su cazamariposas para coleccionar records. El avance del Frente Nacional es más que histórico: Marine Le Pen ganó la primera apuesta que consistió en presentar el mayor número posible de listas (597) y está por ganar la segunda: mantenerse en posición de fuerza en un amplio ramo de ciudades en la próxima cita.

La consulta ha sido una catástrofe para los socialistas. Ahora, el PS apunta sus reflectores hacia la primera semana de abril para arrancar de su desaliento a los electores de centroizquierda que se abstuvieron y llevarlos a votar con vistas a limitar un severo voto castigo. La meta consiste ahora en conservar el bastión de París, lo que es perfectamente posible, y mantener bajo su administración otras ciudades claves como Nantes, Lille, Estrasburgo y Toulouse. Nada está garantizado. Toulouse y Estrasburgo podrían pasar a la derecha en las próximas semanas. La ultraderecha francesa es hoy el centro del juego político.

La perspectiva más que favorable de sus candidatos obliga a los socialdemócratas y a los conservadores a mover sus piezas con respecto a ella. Con cada elección, sea presidencial, municipal, legislativa o europea, la extrema derecha consolida sus arraigos mientras los socialistas gritan «ahí viene el lobo» y la derecha trata de imitarla lo más posible para atraer sus votos. El ascenso es ineluctable y simétricamente proporcional al ocaso de las ideas de los partidos y, sobre todo, de la fidelidad a las mismas.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-242498-2014-03-24.html