La situación actual y caracterización del régimen Luego de dos años de gobierno Funes, existen diversas visiones y actitudes en los sectores populares: una franja significativa se encuentra decepcionada y confundida, ya que sus expectativas de cambio no han sido satisfechas y su situación de vida en vez de mejorar ha empeorado. No hay empleos, […]
La situación actual y caracterización del régimen
Luego de dos años de gobierno Funes, existen diversas visiones y actitudes en los sectores populares: una franja significativa se encuentra decepcionada y confundida, ya que sus expectativas de cambio no han sido satisfechas y su situación de vida en vez de mejorar ha empeorado. No hay empleos, aumenta la delincuencia y el costo de la vida.
Este es el sector mayoritario de la población. Y puede en determinado momento, digamos marzo 2012, romper el equilibrio hacia la derecha. Así como en marzo de 2009 lo rompió hacia la izquierda. Asimismo es importante identificar las visiones de los grupos empresariales, caracterizar la naturaleza del actual régimen y las tareas y retos del movimiento popular. A continuación hacemos un esfuerzo en estas cuatro direcciones.
La desigualdad social y la injusticia que la acompaña, siguen siendo los escenarios que caracterizan a nuestro país. Uno de nuestros clásicos, Arturo Ambrogi, describió la situación de opresión y explotación de nuestro campesino en su obra El libro del trópico, publicada en 1918. En particular, me impactó la primera narración, que relata las cuitas de un Werther salvadoreño, de nombre Bruno, que recibe el desaire de la Úrsula debido a «su mala estrella y ruin pobreza.»
En el campo popular
Existe también un sector que identifica claramente ya al gobierno Funes en la derecha y plantea la necesidad de derrotarlo. Asimismo hay otro sector que por su lealtad política hacia el FMLN prefiere ocultar los errores y resaltar los logros de este régimen. Y hay un último sector que fue el que votó por Ávila y contra Funes y hoy considera cumplidas sus expectativas y temores. Ante cada uno de estos cuatro agrupamientos, como izquierda social debemos de definir una posición y estrategia.
Con respecto al primer sector, el mayoritario, debemos acompañarlo a que pase del silencio a la denuncia, y de la indiferencia a la protesta. Los sectores populares aprenden en la universidad de la vida. Y es en la lucha por construir poder popular que se descubre la razón de la esperanza. El desafío consiste en lograr que conviertan su desilusión en lucha organizada.
Con respecto al sector más avanzado políticamente, hay dos vertientes. La primera se ha tornado anti-Funes y anti-FMLN. Exigen una profundización del proceso y el cumplimiento de las promesas electorales y esto es positivo. Favorece al proceso de cambios. Pero por otra parte, confunden al enemigo. Y esto es peligroso, porque debilitan la estrategia del campo popular y terminan fortaleciendo la restauración del poder oligárquico. Hay que dar la lucha ideológica y convencerlos de la necesidad de golpear al enemigo principal y más peligroso. Y no puede ser Funes ni mucho menos el FMLN.
La segunda vertiente es parte de la militancia y dirección del FMLN. Asumen algunos una actitud de apoyar acríticamente toda la gestión de Funes y descalifican cualquier señalamiento como derechista. Esto lo vimos con el decreto 743. Estaban cerrados a toda idea diferente. Y además convierten el instrumento FMLN en un fin en si mismo, cuando es un medio para realizar las aspiraciones populares. Pero por otra parte, son una probada maquinaria electoral de izquierda, victoriosa y comprometida. Hay que dar la lucha ideológica y convencerlos de la necesidad de una actitud que combine el apoyo a lo positivo con la denuncia de lo negativo del gobierno Funes.
Con respecto a los sectores políticamente más atrasados de la población, nuestra tarea es la de atraerlos, educarlos, influenciarlos, lograr que rompan con sus vínculos ideológicos que los atan a la derecha. Es una tarea compleja pero realizable, en especial porque estos sectores son los más golpeados por las políticas excluyentes del modelo neoliberal. Son los más pobres apoyando a los más ricos, oyendo el mensaje de las iglesias de los ricos, viendo los canales de televisión de los ricos.
En el campo enemigo
Asimismo existen diversas visiones y actitudes en el campo enemigo, que es el campo de la derecha. Hay un sector empresarial opuesto ciegamente a cualquier tipo de arreglo y empeñado en golpear al régimen hasta hacerlo caer; hay otro sector pragmático que plantea la necesidad de influenciar las políticas de la misma forma que lo hicieron con ARENA; y hay un sector que audazmente y por sus propios intereses, acompaña el esfuerzo del Gobierno Funes. Y digo audazmente porque el avance del proceso no está asegurado. Se las están jugando. Y saben que el poder oligárquico pasa facturas y estas son altas.
Necesitamos aislar al sector beligerante representado por ARENA, ANEP y FUSADES. Explicar que ha sido este sector el que ha hundido a nuestra Patria en esta crisis. Con respecto al sector pragmático, obligarlo a que pague sus impuestos y respete las nuevas reglas de juego. Y cultivar con el sector que apoya al régimen, unas relaciones de respeto y amistad. Y estoy hablando del movimiento popular.
EL CES debería de ser el espacio para construir este acercamiento, que es complicado por las naturales suspicacias de una cultura segregada y una sociedad polarizada como la nuestra. Pero hay que hacerlo. Si no lo hacemos nosotros, la derecha se encargará de hacerlo, para sus fines.
La naturaleza del régimen surgido en 2009
El gobierno de Mauricio Funes es una gran conquista popular, la mayor de nuestra historia. Es una ruptura, un quiebre histórico, de carácter objetivo. Es el resultado de una larga acumulación política. Quizás solo comparable a la victoria electoral de 1932 que luego precipitó la represión, la insurrección derrotada y la dictadura militar.
Y el mérito político de la derrota de ARENA y la llegada del gobierno Funes no radica exclusivamente en la amplia y diversa alianza entre sectores democráticos y revolucionarios que originó y permitió el 15 de marzo de 2009. Esto ya había sido logrado en ocasiones anteriores, como fue con el FNOC, la UNO y con el FDR. Incluso también ya antes se había logrado romper a la institución armada, como lo fue en el 1960,1972, 1979 y 1981.
Incluso se pudo construir un ejército popular (1981-1992) y no se logró cambiar la correlación de fuerzas. Faltaba algo.
Lo novedoso -repito- no se expresa como la unificación de los sectores populares y democráticos. Lo diferente, el salto de calidad, lo que logró cambiar la correlación de fuerzas, se manifiesta en la capacidad de maniobra política de la izquierda, que permitió atraer a sectores del gran capital nacional, neutralizar a sectores del capital internacional y de esta manera aislar y derrotar al poder oligárquico dominante. Y no fue fácil.
¿Dónde se encuentra la cereza del pastel del actual proceso? En el hecho que se logró romper la unidad granítica del poder oligárquico y obligar a sus principales actores a respetar la victoria popular del FMLN, incluida la institución militar. Fue un momento único en que se juntaron las órbitas de varios planetas. Entre estos el planeta de la avalancha popular por el cambio, de la experiencia política y electoral del FMLN, del desgaste y división de ARENA, de la llegada de Obama a la Casa Blanca e incluso, last but not least, del factor étnico – ya desde Saca- en la fisura del bloque oligárquico.
Y estos factores han seguido presentes durante estos dos años, con algunos cambios, a los que hay que darles seguimiento. Y por eso es importante la designación que hizo el presidente Funes hacia Salume. Tiene un significado político profundo. No solo se trata de agradecimientos. Tiene que ver con cambio de paradigmas del poder nacional.
El desafío de partir el poder oligárquico fue logrado y, debido a su desplazamiento, está surgiendo un nuevo bloque económico y esto es positivo. Son nuevas realidades que modifican el paisaje de los grupos de poder. Y esto va a impactar sin duda alguna en la arena política. Y a esto hay que agregar el peso de los grupos empresariales transnacionales.
Históricamente, durante casi dos siglos, el poder oligárquico ha controlado al gobierno y este ha funcionado para garantizar sus intereses y responder a sus necesidades. La finca cafetalera controlaba al cuartel, y controlaba a la iglesia, y al maestro de escuela. La victoria popular de marzo de 2009 modifica este control. Lo rompe. Y esto es grave para el poder oligárquico. Le rompe el esquema. Le quema el libreto. Le complica la vida.
Porque los altos niveles de rentabilidad estaban fundamentados precisamente en este control. Es poder oligárquico porque monopoliza áreas de la actividad económica a partir de su control del gobierno. Controla el mercado porque controla el estado. No por su experiencia ni por su habilidad empresarial sino porque elimina todo tipo de competencia, a partir de que controla el gobierno.
Y gobierno que se resista a los «acercamientos» del poder oligárquico es gobierno que cae. Experiencia que vivieron algunos presidentes militares que pensaron en «cambios» como Sánchez Hernández y Molina. El poder oligárquico es el poder de bloquear cualquier iniciativa gubernamental que afecte sus intereses. Y esto ha cambiado. Y este cambio es fundamental para el avance democrático. Y también para la lucha por el socialismo.
Este poder oligárquico comprendió en la década de los ochenta, en plena guerra, que había que dar el salto del negocio del café hacia el comercio, los servicios y las maquilas. Y lo hizo. Y para hacerlo recuperó su control de la banca. Se adaptaron a los cambios como lo hacen ahora de nuevo. Son maestros en el arte de la adaptación a los cambios.
Esto explica la urgencia hace algunos años de ciertos «visionarios» por vender sus bancos (Cuscatlán, Salvadoreño, Agrícola, etc.,) para no ser «barridos» por la vorágine de la competencia de la globalización. Estaban seguros que la libre competencia iba a aniquilarlos, así que era mejor vender. O en su lenguaje técnico, realizar «alianzas estratégicas.»
Ni TACA se salvó de esta tormenta y tuvo que ceder ante la colombiana Avianca. Claro, TACA había sido un monumento al control monopólico de un segmento clave del mercado: el transporte aéreo. Enviaron a sus antiguos peones de la hacienda cafetalera hacia USA y les cobraron el boleto y luego se apropiaron de los intereses por las remesas que enviaban. Un suculento negocio. Y muy keynesianos, capitalistas buscando la máxima ganancia pero…con el patrocinio gubernamental.
Y hoy están desplazados y esto es un factor clave en la actual película. Veremos si resisten la competencia. Aunque todo parece indicar, al hacer un recorrido por sus antiguas empresas insignia, que prefieren vender. No son muy eficientes cuando hay reglas claras. Prefieren el monopolio y el oligopolio.
Y hoy les puede pasar lo que les sucedió a los dinosaurios del cretácico, que se extinguieron debido a una glaciación provocada por el impacto de un meteorito. El golpe lo recibieron en marzo del 2009. Pero ya habían empezado a perecer desde el 2006. Ese año mágico decidieron vender la banca que habían recuperado en 1991, luego que la Junta de Gobierno nacionalizo la banca en marzo de 1980.
El gobierno Funes
Y la conducta del gobierno Funes refleja precisamente las contradicciones derivadas de esta amplia alianza que permitió la derrota del poder oligárquico dominante, que algunos denominan como bloque empresarial hegemónico. O sea que en el gobierno Funes coexisten desde los diversos sectores populares que integran el FMLN hasta los agrupamientos de sectores empresariales emergentes y del capital transnacional. Es por lo tanto un gobierno democrático, antioligárquico, pero no revolucionario y mucho menos antiimperialista.
Y en estos tres años que falta para cumplir su periodo, los diversos sectores que integran esta alianza del FMLN con grupos del capital nacional e internacional, que se refleja en el gobierno Funes, tratarán cada uno de responder a sus propios intereses, tanto políticos como económicos. Y la práctica del presidente Funes refleja este conflicto. El presidente Funes responde a las presiones de estos grupos que integran su gobierno, incluido el grupo al que él pertenece.
Frente a este complejo escenario es preciso determinar con claridad nuestros objetivos y delinear nuestra estrategia. El objetivo principal del periodo debe ser el de lograr que este gobierno Funes responda a las expectativas de los sectores populares. Y esto significa empezar a resolver los problemas de desempleo, costo de la vida y delincuencia.
Si el gobierno Funes no logra posicionarse como una fuerza interesada en resolver estos tres problemas, con ideas y acciones, podemos estar seguros que la derecha si lo hará y al llenar este vacío, se ubicará como la fuerza real del «cambio» aunque sepamos, que se tratará de la restauración del poder oligárquico.
Este es el desafío para los sectores populares. Debemos de insertarnos en este debate y en esta pelea. No nos van a llamar, tenemos que ir, participar, proponer. Acordarnos que somos gobierno, ya no estamos en la oposición. La derecha esta en la oposición. Pero a la vez somos movimiento popular. No estamos atados al gobierno. Somos fuerza crítica, de lucha de calle, de banderas y propuestas.
Los tímidos avances
Hemos avanzado muy poco, hay que reconocerlo. No podemos expresar que este es un proceso de cambios profundos de las estructuras socio-económicas, que explican la situación de pobreza y opresión existentes. O sea del sistema capitalista en su vertiente nacional, con todas sus deformaciones históricas. Pero tampoco podemos decir que nada se ha hecho porque sería inexacto.
Los avances han estado determinados por la estrategia social del ejecutivo junto con la capacidad de maniobra legislativa del FMLN. Y han sido avances tímidos y limitados, aunque significativos. Mientras no se combine la lucha reivindicativa de los sectores populares con la lucha parlamentaria del FMLN los avances serán limitados.
Necesitamos entre otras muchas cosas, crear y fortalecer un sector popular de la economía que despliegue el potencial productivo de nuestros campesinos y obreros. Y esto pasa por garantizar la capacitación y los créditos adecuados para estos sectores, que se ven ahogados por la banca comercial. Y hoy podemos hacerlo, pero es un proceso que está sometido a la tortura burocrática. Y el tiempo va pasando.
Ojalá que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, producto del cambio de marzo del 2009, continúe jugando un papel de vanguardia en la lucha por la democratización del país. Y que si no pudieron derrotarlos con amenazas que no los derroten con promesas. La vida nos dará la respuesta a este dilema.
Los peligrosos retrocesos
Existen procesos que son impulsados desde el gobierno Funes que no contribuyen a fortalecer el proyecto democrático. En primer lugar se encuentra la falta de voluntad para impulsar una política tributaria que obliga a que los que ganan más paguen más, y la carga tributaria sigue siendo altamente regresiva. ANEP ha logrado «entuturutar» al Ministro de Hacienda.
Otro aspecto que es preocupante es el vinculado a los compromisos que se asumen con los entes financieros, FMI, BM, BID, los cuales no solo aumentan los niveles ya impagables de deuda, sino además vienen con peligrosas clausulas de castigo para los trabajadores de empresas estatales.
Además está la visión militarista predominante en el enfoque hacia la delincuencia. El gobierno Funes ha caído en la trampa que mientras más tropas y policías haya en las calles así como más cárceles y más leyes represivas la delincuencia disminuirá, cuando es evidente que este enfoque ha fracasado. Lo prudente es buscar consensos políticos que permitan acuerdos de nación que favorezcan la prevención y la rehabilitación.
También está la falta de voluntad en castigar los actos de corrupción generalizada que caracterizaron las cuatro gestiones de ARENA. Los gestos simbólicos a este respecto resultan risibles. La ciudadanía exige que se encarcele a todos aquellos que se enriquecieron de las arcas del estado y que continúan impunes.
Asimismo se encuentra el temor a acercarse a los procesos integracionistas que se desarrollan alrededor del ALBA y el claro alineamiento a la política exterior de Obama, lo cual es un signo preocupante ya que vulnera el compromiso de defender nuestra soberanía e independencia.
Y finalmente se promueven procesos de participación ciudadana, a diversos niveles como mujeres, jóvenes, etc., que únicamente asumen rasgos consultivos, pero que repiten las mismas prácticas de favoritismo y autoritarismo que caracterizaban a las administraciones areneras. Y estos ejemplos como botones de muestra.
Las tareas del momento y del futuro
Es clave separar lo urgente de lo importante. Es urgente enfrentar la ofensiva de ENEL sobre LaGeo. Es urgente derrotar la estrategia electoral de Quijano. Es urgente solidarizarse con las luchas magisteriales y de la salud. Es urgente detener la matanza de estudiantes. Es urgente luchar por la derogatoria de la Ley de Amnistía. Es urgente evitar que Fusades se apodere de la UES. Es urgente luchar por la legalización de las tierras de comunidades marginales. Es urgente luchar por conquistar el derecho al voto de la diáspora.
Es importante construir una plataforma popular de lucha contra el alto costo de la vida. Es importante alcanzar un acuerdo nacional de medidas contra la delincuencia. Es importante consensuar una política nacional de energía. Es importante potenciar un sector popular de la economía. Es importante derrotar a la derecha en las elecciones de marzo del 2012.
La necesidad de combinar la lucha ideológica, la lucha reivindicativa con la lucha electoral
No obstante los significativos avances políticos logrados por la izquierda salvadoreña, constatamos algunas debilidades que necesitan ser superadas, en particular el abandono del estudio sistemático del marxismo y su aplicación a la realidad nacional para transformarla.
Pensamos que el movimiento popular para fortalecer sus luchas necesita urgentemente resolver varios problemas. En primer lugar, reivindicar abiertamente al marxismo como fundamento ideológico de su accionar. No podemos funcionar ingenua o interesadamente desde diversas ideologías. Hay una sola ideología, el marxismo, claro, asumida de manera crítica y con los aportes de la tradición marxista salvadoreña, e incluso de otros sectores como el pensamiento de Monseñor Romero. Y el marxismo es la ideología de la clase obrera. No hay vuelta de hoja. Cuando el instrumento político y el movimiento popular se alejan del marxismo como ideología se acerca al oportunismo como práctica. Ojala que esto no este ocurriendo en nuestras filas.
También necesitamos definir claramente la naturaleza anticapitalista, antiimperialista y prosocialista de nuestra visión. La destrucción del capitalismo es nuestro objetivo, y no su mejoramiento o reforma. Luchamos por una nueva sociedad. Por un nuevo estado y por una nueva economía. No podemos circunscribirnos al estrecho marco de esta Constitución de 1983 como el non plus ultra de la democracia. No podemos sacrificar nuestra visión socialista.
Y finalmente necesitamos combinar adecuadamente lo ideológico con lo organizativo; hay que luchar y hay que estudiar la realidad, debemos de derrotar a la derecha desde la cultura y desde la política, desde el deporte y desde la religión. Es preocupante la falta de una línea de desarrollo cultural desde la izquierda. La derecha nos ha comido el mandado.
Perspectivas
Existen tres grandes escenarios de futuro: el primero es el de profundizar el proceso de transnacionalización de la economía y sujeción a las políticas de Washington. Un gobierno al servicio de los intereses de las compañías transnacionales y de sus socios locales. Esta es la tendencia principal hasta el 2014. Y el presidente Funes está montado en este caballo y parece gustarle el rumbo de los vientos que lo dirigen.
Otro escenario es el de un gobierno que avance en la solución de los problemas de las mayorías populares: desempleo, alto costo de la vida y delincuencia. Un gobierno al servicio de los intereses populares. Esto requiere de un fuerte componente de presión social que hay que movilizar. Y de la capacidad de combinar lo reivindicativo con lo electoral. Las campañas electorales deben estar vinculadas a las necesidades de la gente y no de los candidatos.
Y un último escenario es que la derecha logre paralizar a este gobierno e imponerle su agenda. Y gobernar desde fuera, para regresar a gobernar desde dentro a partir del 2014. Tienen los recursos, y el personal trabajando dentro. Les falta reparar el instrumento político. Y les falta el diseño estratégico. Pero pueden avanzar y de manera acelerada y lograr así la restauración oligárquica.-
Fuente original: http://alainet.org/active/48561