Hace exactamente cuatro años, gracias a una invitación del Centro para la Defensa del Consumidor de El Salvador (CDC) tuve la oportunidad de participar como expositora en un encuentro de movimientos sociales centroamericanos en Tegucigalpa, reunidos para definir y coordinar estrategias de resistencia en contra de la aprobación del Acuerdo de Asociación con la Unión […]
Hace exactamente cuatro años, gracias a una invitación del Centro para la Defensa del Consumidor de El Salvador (CDC) tuve la oportunidad de participar como expositora en un encuentro de movimientos sociales centroamericanos en Tegucigalpa, reunidos para definir y coordinar estrategias de resistencia en contra de la aprobación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (AdA).
Revisando mis anotaciones, encuentro que fueron tres razones principales en base a las cuales justifiqué en esa oportunidad, mi oposición al AdA.
En primer lugar, el AdA es la versión europea del CAFTA. Esto significa que forma parte de la estrategia de expansión global del Capital que tiene como sus principales objetivos, el control transnacional de los sectores estratégicos de la región centroamericana (agua, energía, servicios públicos, servicios financieros, pensiones, tierra, recursos marinos, medicamentos, etc.) y obtener mejores condiciones de rentabilidad para las empresas europeas en las compras gubernamentales, concesiones de obras públicas y mayor protección de patentes. Este es el espíritu de la Ada, el cual sin embargo, se mantiene oculto gracias al estéril debate que sobre el tema comercial impone tanto la agenda informativa de los medios de comunicación, como las oficinas de los Ministerios de Economía. En este falso debate, el análisis de este instrumento se reduce a la constatación de las obvias asimetrías existentes entre El Salvador y Europa, y la capacidad (o incapacidad) de las empresas nacionales de poder aprovechar «las oportunidades» para aumentar sus exportaciones hacia ese destino.
En segundo lugar, aun cuando el tema comercial no es el tema principal del AdA, es obvio que, pese a las asimetrías existentes, las exportaciones desde El Salvador a Europa aumentarán. Sin embargo, no serán exportaciones de pequeñas o medianas empresas nacionales, sino que serán exportaciones realizadas principalmente por empresas europeas radicadas en El Salvador (como la empresa atunera Calvo) que aprovecharán las ventajas del AdA para que sus mercancías entren a los mercados europeos sin pagar aranceles. Esta misma tendencia se observará en las importaciones de las grandes empresas comerciales salvadoreñas (como Siman o Superselectos) y/o franquicias europeas (como Zara o MNG) que podrán aumentar las importaciones de mercancías libres de impuestos desde Europa, para ampliar sus ventas al mercado nacional y desplazar todavía más a la ya debilitada producción salvadoreña. En ambos casos, las supuestas ventajas del mayor flujo comercial se concentrarán en un reducido grupo de empresas y personas.
En tercer lugar, la denominada cooperación para el desarrollo que acompaña al AdA es el envoltorio de regalo que recubre la expoliación de recursos y bienes públicos que pretenden realizar las empresas transnacionales europeas con la complicidad de los gobiernos centroamericanos, que están actuando como «las malinches» de esta segunda conquista. Este ofrecimiento cumple el mismo papel que en 1492 cumplieron los espejos y cristales de colores, que los conquistadores entregaron a los indígenas a cambio de sus riquezas y que costaron a los pueblos amerindios más de 300 años de opresión y de saqueo. Adicionalmente, debe denunciarse el intenso lobby que la cooperación europea está realizando ante las organizaciones no gubernamentales centroamericanas (que dependen de esta cooperación para el financiamiento de sus proyectos y para el pago de sus planillas), y que está logrando el efecto de cooptar sus posturas críticas frente al AdA y/o dividir al movimiento social frente al acuerdo.
Cuatro años después, mis convicciones sobre este Acuerdo siguen siendo las mismas, pero el contexto en que se presenta la solicitud de ratificación a la Asamblea Legislativa es más desfavorable para los intereses del pueblo salvadoreño que el existente hace apenas cuatro años.
La solicitud de ratificación proviene ahora de un gobierno que se autodefine de izquierda, que goza de un alto nivel de popularidad en las encuestas de opinión y está liderada por funcionarios que hace menos de cuatro años se oponían al AdA. Y esto, puede no solo confundir al movimiento popular sino que amenaza con desmovilizar las protestas de las organizaciones populares y laborales en contra del AdA, en especial, las de aquellas organizaciones que están identificadas con los programas sociales gubernamentales, y que no quieren «hacerle olas» a este gobierno, de cara al proceso electoral de 2014.
Pero además, esta solicitud de ratificación se da en el contexto de una estrategia más agresiva de los capitales europeos y de sus gobiernos, para realizar un segundo desembarco en Centroamérica, que permita a los capitales europeos un refugio temporal frente a la recesión y la crisis de la deuda en la zona euro. La salida de capital de España en 2012 fue de 247, 172. 7 millones de euros, 620 veces más de las salidas de capital en 2011. Otro tanto parecido está ocurriendo en Italia. No en vano se sabe que son los capitales españoles e italianos son los que tiene mayor interés en participar del festín de las concesiones de obras y bienes públicos en Centroamérica que se está preparando para los próximos años, en el marco de los Asocios Público Privados que se están promoviendo como la nueva panacea al bajo crecimiento y subdesarrollo.
Esto es parte de la gran paradoja de la izquierda en América Latina: criticar y/o resistir a las políticas de derecha cuando las hacen los gobiernos y partidos de derecha; justificar y/o tolerar las políticas de derecha cuando las hacen gobiernos y partidos de izquierda. ¿Será aún tiempo que la izquierda salvadoreña tome conciencia del error histórico de mantenerse en esta paradoja?
La autora es profesora de la Escuela de Economía de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA) de El Salvador.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.