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¿Por qué tanto revuelo por la manifestación contra la nueva base estadounidense de Vicenza?

Bacalao a la vicentina

Fuentes: Rebelión

La actualidad política italiana gira en torno al bacalao que se ha liao por la manifestación del próximo sabado 17 en Vicenza contra la que constituirá la mayor base estadounidense en Europa. Vicenza ya alojaba el cuartel Ederle, en el que servían 6000 militares. A éstos se sumarán las fuerzas procedentes de las bases alemanas […]

La actualidad política italiana gira en torno al bacalao que se ha liao por la manifestación del próximo sabado 17 en Vicenza contra la que constituirá la mayor base estadounidense en Europa. Vicenza ya alojaba el cuartel Ederle, en el que servían 6000 militares. A éstos se sumarán las fuerzas procedentes de las bases alemanas de Bamburg y Schweinfurt para engrosar las filas de la 173ª brigada aerotrasportada, a los que habrá que alojar en una nueva base en el área del aeropuerto Dal Molin, a 2 km. del centro histórico de Vicenza. El Embajador de EE.UU, ante la República Italiana, Ronald Spogli, disuadió el día 12 a sus compatriotas de que se acercaran el fin de semana a Vicenza, pues «podían convertirse en el blanco de los manifestantes antiamericanos». Al día siguiente, Romano Prodi, Presidente del Consejo de Ministros, se manifestó confiado en que ningún miembro del gobierno participara en la manifestación. Ayer el ministro de Interior, Giuliano Amato, avisa que se corre el riesgo de que la manifestación sirva de excusa para que grupos eversivos muestren su hostilidad contra las fuerzas de seguridad. Por si tanto aviso fuera poca leña al fuego, la desarticulación de un nuevo comando de las nuevas Brigadas Rojas entre cuyos integrantes se cuentan algunos miembros del sindicato CGIL, ha puesto en bandeja a los políticos de derecha la siguiente ecuación demagógica:

Sindicalismo de izquierda=izquierda «radical»=izquierda eversiva=terrorismo

En el país del arte, en el paraíso del artificio, la dietrologia es de rigor. Luca Casarini, líder de los Disobbedienti, siembra dudas sobre esta resurrección del terrorismo: «Me interesan sólo dos cosas: la primera es que no se criminalice a los movimientos en general, y en particular al que está contra la nueva base de EE.UU en Vicenza. Me limito a constatar la coincidencia temporal de una noticia que ha ofrecido la ocasión a quien quiera criminalizar las luchas populares». Por más que se quiera, el sentido común impide comprender tanto alarmismo por una manifestación más contra las bases, tanto más siendo como es justa y necesaria. El nerviosismo del embajador estadounidense, las llamadas a la unidad de Prodi, los avisos del Ministro del Interior, la amenaza -en caso de desórdenes, se actuará con «extrema severidad»- del Vicepresidente Francesco Rutelli así como la intensión mediática que se vive desde hace más de una semana son prueba inequívoca de que algo más se está cociendo en Vicenza.

La ampliación de la base Dal Molin es la guarnición de un plato carísimo y amarguísimo al mismo tiempo: la reprogramación de la presencia militar de EE.UU y de la OTAN en Europa. Sin salir de Italia se observa lo siguiente: se está expandiendo la base aérea de Aviano (EE.UU), se agranda la base de Camp Darby (EE.UU), se promueve un nuevo puerto militar en Taranto, se anuncia el traslado del Mando Central de la OTAN de Londres a Nápoles, se prevén nuevas funciones para el Mando de Solbiate Olona, se quiere construir un aeropuerto en Cameri para el mantenimiento de los supercazas JSF, y se proyecta la construcción de 1200 villas para alojar a 7000 militares en Sigonella, la pequeña Saigón. Todo lo cual resulta aún más amargo si el regusto de todo ello es la apertura de más frentes en Oriente Medio o en África.

Por su heterogeneidad, los ingredientes del bacalao a la vicentina recuerdan a la coalición (L’Unione) liderada por Prodi: en esa gema de la gastronomía hay cebolla, aceite, ¡leche!, queso, perejil, y bacalao; en la coalición de Prodi, postsocialistas, postcomunistas, radicales, verdes, todo ello sobre una base de post-demócratacristianos. Sólo el antiberlusconismo mantiene unida la Unione de Prodi. Dicen que la debilidad de Prodi es su fuerza, pues salir del trueno para dar en el rayo es un precio que ni Rifondazione Comunista ni el PDCI parecen por el momento dispuestos a pagar. Que el mejunje vicentino sea una delicia depende de la lentitud y la paciencia en la cocción, así como de los suaves movimientos para ligarlo todo. Pero en la política politicante de todo hay menos calma, y así ocurre que los meneos fuertes debidos a la cruzada bioética vaticana en busca de un gobierno de cruz y centro, así como la ingerencia estadounidense están descomponiendo las tajadas de cada partido convirtiéndolo todo en un engrudo que el electorado no puede saborear y sí criticar. Vale, pues, lo que decía Machado: «La unión constituye la fuerza. Es una noción elementalísima de dinámica contra la cual nada tendríamos que oponer, si no hubiera tontos y pillos (los tontos y los pillos distan mucho menos entre sí de lo que vulgarmente se piensa) que pretenden acomodarla a sus propósitos, y que propugnan el acercamiento y la unión de elementos heterogéneos, dispares y contrapuestos, que sólo pueden unirse para estrangularse». La disyuntiva de los partidos de izquierda que sostienen el gobierno Prodi está clara: o tienen paciencia y se mantienen coaligados aun a riesgo de perder su identidad y su electorado, o rompen con todo y dejan el gobierno en manos de los berluscones (y parte del electorado no les perdonaría no haber aprendido la lección del 1997, cuando el gobierno Prodi cayó al no recibir el apoyo de Rifondazione Comunista). La línea que parece prevalecer es la segunda, pero la reaparición de las Brigadas Rojas, sumada a la presencia de pintadas de apoyo en algunas fábricas hace pensar en los peligros que encierra la renuncia a la lucha por los derechos de las clases más explotadas. Resulta plausible creer que, insatisfechos por la política social y laboral de los partidos, decepcionados por la acción de sindicatos, haya quienes colmen este vacío de representatividad emprendiendo el crudo sendero sin retorno de la lucha armada. Un programa electoral viene a ser un recetario. En el programa electoral de L’Unione (p.111) se consideraba necesaria » una redefinición de las servidumbres militares que gravan sobre nuestros territorios… que salvaguarde los intereses de la defensa nacional y al mismo tiempo los intereses igualmente legítimos de la población local». Como se ve, de la receta electoral al plato servido en Vicenza hay todo un abismo que coincide con el que separa a la oligarquía elegida de sus frustrados electores. La gente está harta de que le corten el bacalao. Los ciudadanos de Vicenza que presidian el aeropuerto Dal Molin, que montan caceroladas y que se manifestarán el sábado; los estadounidenses que están hartos de que hablen en su nombre y mandan una carta a su Embajador protestando por la ampliación de la base de Vicenza; los intelectuales que escriben para que los elegidos hagan memoria y consulten el recetario electoral a la hora de guisar el presente y el futuro de todos: son muchos los que creen que el diktat de Vicenza no es plato de buen gusto, los que creen que, para acabar con el nudo gordiano del mantenimiento del gobierno Prodi sería suficiente partir del eslogan de la manifestación del próximo sábado: «escuchar la base; no construirla».

De Vicenza llega clara una nueva receta. Sin bacalao.

P.S.: Para mayor información, consultar: altravicenza.it, presidiopermanente, disarmiamoli.org, carta.org…