Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
No se detiene la masacre a las puertas de la Fortaleza Europa. Diciembre ha sido uno de los meses con más muertos. Un mes que comenzó con la cumbre euroafricana de Lisboa y continuó con la ampliación hacia el Este de la zona Schengen y la firma del acuerdo italo-libio de patrullas conjuntas. Un mes que concluye con 243 víctimas entre migrantes y refugiados: 120 en el Egeo, 96 en la ruta hacia las Canarias, 17 en las costas argelinas y 10 frente a las costas de la isla francesa de Mayotte en el Océano Índico. Un trágico balance que cierra el año 2007 con no menos de 1.861 muertos a cuestas. Fueron 2.088 en 2006. Es difícil comparar los datos, ya que se basan exclusivamente en noticias recogidas por la prensa, y por ello, tampoco son cifras exhaustivas. Pero sólo examinando el número de las víctimas en el mar, última etapa de los viajes, los muertos de 2007 son 1.684, mientras que el año pasado fueron 1.625, lo que indica un claro aumento de las víctimas, pues los desembarcos han disminuido sensiblemente en toda la frontera sur -con la excepción de Malta, Chipre y Grecia- a causa de las devoluciones en el mar llevadas a cabo por la Agencia comunitaria Frontex, y por los miles y miles de detenciones efectuadas en todo el Norte de África.
Los muertos rumbo a las Canarias han pasado de 1.035 en 2006 a 745 en 2007, a pesar de que se advierte un descenso del 75% en las llegadas. En el Canal de Sicilia las víctimas censadas por Fortaleza Europa son 551 frente a las 302 del pasado año, con una disminución de las llegadas del 20%. Desastrosa la situación en el Egeo: 257 muertos contabilizados frente a 73 en 2006, y se reduplica el número de migrantes desembarcados en las costas de Grecia. A través de las rutas de todo el Mediterráneo y del Atlántico, a lo largo de 2007 han llegado a Europa menos de 50.000 personas, o sea, menos de un tercio de los 170.000 inmigrantes que el gobierno italiano ha solicitado para satisfacer su demanda de mano de obra extranjera según el decreto de flujos migratorios de 2007.
Bienvenidos a Seferihisar. En la frontera grecoturca, el año no podía acabar peor. En la noche del 10 de diciembre, un naufragio frente a las costas de Seferihisar, provincia de Izmir, causó más muertos que todos los de 2006. Habían zarpado una noche de tormenta para evitar los controles, pero el barco volcó con 85 pasajeros. Sólo hubo 6 supervivientes. Su meta era la isla griega de Quíos, a una hora de navegación. Entre los 51 cadáveres recuperados en las horas sucesivas había 10 egipcios, 17 sirios y 10 palestinos. Señal de que Turquía se consolida como una una ruta cada vez más transitada, conforme se restringen las otras, por ejemplo, la libia. En las dos semanas siguientes, otros dos naufragios causan 8 muertos en Bodrum y 32 en Lesbos. Es el año negro del Egeo. Al menos 257 víctimas frente a las 73 de 2006. Al menos 885 ahogados desde 1994. Hay que decir que también han aumentado las llegadas. Datos oficiales hablan de 10.000 personas desembarcadas mientras que en 2006 fueron 4.000 y sólo 3.000 en los años anteriores. A Samos llegaron 2.404 migrantes en ocho meses; en 2006 habían sido 1.580, y en 2005, 455. El ACNUR ha manifestado su preocupación en especial por los más de 3.500 iraquíes que solicitaron asilo en los seis primeros meses del año en un país, Grecia, que no se lo ha concedido ni a uno solo. El rechazo de las solicitudes de asilo en Grecia es sistemático: de 13.345 solicitudes en los primeros siete meses de 2007, se han reconocido sólo 16 estatutos de refugiado y 11 protecciones humanitarias. El 0,2%. A los demás los deportan a Turquía. Hablamos sobre todo de ciudadanos kurdos, es decir, solicitantes de asilo devueltos a un país que está bombardeando el Kurdistán iraquí, sin miramientos, saltándose a la torera eso del país tercero seguro. El acuerdo entre Grecia y Turquía se remonta a 2001. Desde abril de 2002 a noviembre de 2006, Grecia pidió a Turquía la readmisión de 23.689 migrantes detenidos por falta de documentos de viaje. Turquía readmitió formalmente tan sólo a 2.841. Al resto simplemente los abandonaron en la frontera terrestre, los empujaron al mar o los obligaron a tirarse al agua frente a las costas turcas, como a aquellos ocho que se ahogaron bajo la mirada de la guardia costera griega frente a Karaburun el 26 de septiembre de 2006. El gobierno turco habla de 11.993 emigrantes bloqueados por la guardia de frontera griega y abandonados en territorio turco desde 2002; de ellos, nada menos que 3.047 en 2006. Sin embargo, un acuerdo reciente entre las guardias costeras de los dos países habría de conducir a una mayor colaboración para las devoluciones en el mar.
Menos 60%. Ésta es la disminución de las llegadas a las costas españolas en 2007. Menos de la mitad de 2006. Ahora bien, los muertos siguen siendo demasiados. Nuestra revista de prensa habla de 876 muertos en 2007 frente a 1.250 en 2006. Los últimos 113 en diciembre, 91 de los cuales en tan sólo un día, ese maldito 10 de diciembre cuando en Seferihar (Turquía), perdían la vida 79 personas. Esa noche se ahogaron 50 personas frente a las costas del Sahara Occidental; las fuerzas auxiliares marroquíes han desmantelado sus puestos anti-emigración a raíz de la crisis con España por la visita del rey español a Ceuta y Melilla en noviembre. Las otras 40 víctimas perdieron la vida mucho más al sur, en aguas senegalesas. Su cayuco había partido de la isla de Djogué, en Casamance, y se dirigía a las Canarias con 130 pasajeros. Esa noche embarrancó en Yoff Tonghor, en Dakar, después de 12 días de navegación a la deriva, por emprender rutas cada vez más largas para evitar las patrullas europeas de Frontex en aguas senegalesas. Durante 2007 las naves de Frontex detuvieron a más de 1.500 migrantes en el Atlántico. Los senegaleses repatriados desde 2006 son más de 18.000.
El número de llegadas a Canarias ha caído en picado: un 75% menos en los primeros nueve meses del año, pero desde Dakar siguen zarpando. Y siguen muriendo. Para evitar las patrullas de Frontex navegan 300 millas mar adentro y a veces pasan 12 días en alta mar con grandísimo riesgo. Así lo indican las graves condiciones de deshidratación e hipotermia con que suelen llegar cada vez más a menudo lose migrantes a Las Palmas. El pasado seis de noviembre, una de las piraguas fue socorrida en La Güera, en el confín entre Mauritania y Sahara occidental. Vagaba a la deriva desde hacía tres semanas con una avería en el motor. A bordo había 101 pasajeros. A los otros 56 que habían zarpado con ellos desde Ziguinchor, Senegal, veinte días antes, los habían arrojado al mar ya cadáveres. Es preocupante el aumento de las víctimas en los últimos meses. 113 en diciembre, 200 en octubre y 119 en noviembre. Y nadie sabe cuántos son los naufragios fantasmas, que se producen en pleno océano y no quedan recogidos en la prensa, como el de octubre, cuyo único eco fue el funeral colectivo celebrado en Kolda, Senegal, por las familias de más de 150 desaparecidos en el mar.
Portugal. Las rutas se modifican en función de las patrullas. El 17 de diciembre se abrió la ruta portuguesa. 23 ciudadanos marroquíes desembarcaron en Olhao, al sur de Portugal. Más al este se confirma la ruta argelina hacia las Baleares, paralela a la de Cerdeña. En 2007 las llegadas aumentaron más de un 7.000%, pasando de los 8 desembarcados de 2006 a 577 en los once primeros meses de este año. Un dato que no debe pasarles inadvertido a los expertos de Frontex, que dieron por concluida la operación Índalo (305 migrantes detenidos en un mes) en el Estrecho de Gibraltar, y que en 2008 podrán contar con el doble de presupuesto de 2007. El aumento de los desembarcos corresponde a un mayor número de detenciones en Argelia: 1.500 este año, de los cuales 1485 argelinos. También los muertos aumentan. La guardia costera argelina ha recuperado 83 cadáveres este año. El año pasado fueron 73, y en 2005 tan solo 29. Atravesar desde Túnez y Marruecos es cada vez más difícil, de ahí que las rutas argelinas estén cada vez más concurridas.
El pacto con el diablo. Estaba claro que la Secretaria del Ministerio del Interior, Marcella Lucidi, no había ido a Libia de viaje de placer. Pero nadie esperaba tanta celeridad, y sin embargo, exactamente 40 días después de su misión a Trípoli, el ministro del Interior italiano, Giuliano Amato, voló a Libia para firmar el acuerdo de patrullas conjuntas con el ministro libio de Asuntos Exteriores. Embarcacioness italianas operarán en aguas libias con tripulaciones mixtas y los migrantes interceptados serán devueltos a los puertos del país africanos para detenerlos primero y repatriarlos después. El acuerdo prevé la dotación(con fondos de la UE) de un sistema de control para las fronteras terrestres y marítimas libias, como ya solicitaron las autoridades libias a la misión Frontex que visitó el país en mayo de 2007. La dirección y coordinación de las actividades de patrulla y adiestramiento se confiarán a un Mando Operativo conjunto, con sede en Libia. El responsable será libio, mientras que el vicecomandante será designado por el gobierno italiano. En caso de necesidad, el Mando podrá solicitar la intervención de medios italianos con base en Lampedusa. Según Amato, así se podrá «salvar muchas vidas humanas». Pero a propósito de la cuestión libia, pesan como piedras las gravísimas denuncias de Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Afvic y Fortaleza Europa: 60.000 emigrantes detenidos y deportados en la Gran Yamahiriya sólo en 2006, mujeres y niños incluidos, emigrantes económicos y refugiados políticos. Detenidos en redadas masivas de las fuerzas de policía libias, detenidos sin proceso durantes meses o años, en condiciones degradantes, y luego deportados, refugiados políticos y todo -como los 600 refugiados eritreos de Misratah, de cuyo destino pende ahora la posibilidad de repatriación-, o bien entregados a la muerte, abandonados en medio del desierto en la frontera libia meridional con Níger, Chad, Sudán y Egipto. Por enésima vez, en nombre del control de las fronteras europeas, se pisotean la inviolabilidad de los derechos fundamentales de la persona en la piel de emigrantes y refugiados.
El Derecho y el oleoducto. Lo pedía Amnistía Internacional en una carta enviada a la Comisión Europea y al gobierno italiano el 15 de septiembre de 2007: «La cooperación con Libia no puede crecer sin garantías reales sobre el respeto de los derechos humanos de los emigrantes que serán devueltos». Pocas semanas después, el 4 y el 16 de octubre de 2007, mediante tres preguntas parlamentarias dirigidas al gobierno italiano y a la Comisión Europea, se requería información sobre la situación real de los migrantes y refugiados en Libia, alarmados por las denuncias cada vez más graves de la sociedad civil. Han pasado tres meses. El acuerdo con Libia se ha firmado. Las preguntas han quedado sin respuesta. El acuerdo servirá para devolver a las costas africanas a los migrantes interceptados. A pesar de que el 60% de unos 10.000 solicitantes de asilo en Italia llegaban de esas costas. A la isla de Lampedusa llegan prófugos de la guerra civil de Somalia, refugiados de Darfur, Etiopía, Eritrea, Palestina, Liberia y Sierra Leona. El artículo 19 de la Carta de Derechos fundamentales de la Unión Europea prohíbe las deportaciones colectivas así como la readmisión de ciudadanos extranjeros en países terceros donde corran el riesgo de sufrir torturas. Así lo prohíbe la Convenio internacional contra la tortura de la ONU, por no hablar del Convenio de Ginebra sobre refugiados de 1951, que Libia jamás firmó, si bien alberga una misión del ACNUR en Trípoli. Por otro lado, ¿acaso las Naciones Unidas pueden reprocharle algo a Libia? Después de todo, Libia fue nombrada en octubre de 2007 miembro temporal del Consejo de Seguridad de la ONU hasta 2009 y en enero de 2008 asumirá su turno de presidencia. ¡Y eso que hasta 2003 el propio Consejo de Seguridad imponía sanciones a Trípoli! ¡A Gadafi recientemente le han recibido con los brazos abiertos Sarkozy y Zapatero y su ministro de AA.EE acaba de reunirse con la Secretaria de Estado de EE.UU, Condoleeza Rice! En resumidas cuentas: una vez más los acuerdos comerciales, las inversiones y el suministro de gas a cambio de armas prevalecen sobre los derechos de las personas.
Del Derecho y del revés. Al parecer, en las fronteras terminan los confines del Derecho. Después de todo, aun de modo ilegal, siempre se han hecho devoluciones en el mar. Fortaleza Europa las denunció recogiendo testimonios de refugiados devueltos a Túnez y Libia. El mismo comandante de la Guardia di Finanza, Romeo Cavallin, admitía alegremente en 2004 que las devoluciones a Túnez eran una práctica habitual. Puestos a hablar de prácticas ilegales, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con el respaldo de una moción aprobada en el Parlamento Europeo, condenó a Italia el 10 de mayo de 2005 y le ordenó la suspensión de deportaciones colectivas desde Lampedusa después de la devolución a Libia de 1.500 ciudadanos extranjeros que habían desembarcado en dicha isla los hubieran devuelto a Libia.
Lo que, en nombre del derecho internacional, las más altas instituciones comunitarias definían como una práctica ilegal, tres años después se ha convertido en el objetivo declarado de Frontex, órgano comunitario creado para controlar las fronteras externas de la UE.
Fortaleza Europa. El caso es que no se puede esperar gran cosa de una Europa que cuenta con al menos 224 campos de detención para migrantes y refugiados con una capacidad total de 30.000 personas. Estos datos se publicaron en un reportaje del International Herald Tribune. El mapade los campos asemeja al de un plan militar de defensa. En Italia el límite de detención es de 60 días; en Francia, de 32; en Grecia, de tres meses; en Malta, un año y medio; mientras en otros países ni siquiera está previsto un límite. En toda Europa se establece la detención administrativa para migrantes sin permiso de residencia a la espera de su identificación y expulsión, así como para los solicitantes de asilo político. Las condiciones de detención varían mucho de un campo a otro.
Episodios de autolesiones e intentos de suicidio trazan semejanzas entre estas auténticas fronteras internas de la Unión Europea. La última víctima es un tunecino, nacido en 1979, que se ahorcó el 30 de diciembre de 2007 en el campo de detención administrativa de Berlín Koepenick. Pero la historia se repite. Habrá quien recuerde el caso de los refugiados iraníes que se cosieron los labios en 2006 en el campo de Samos (Grecia). La ONG holandesa United ha publicado una lista de muertos que recoge cientos de casos similares por toda Europa. En Italia basta con releer Lager italiani de Marco Rovelli; basta con empezar recordando a los seis muertos en la masacre del CPT («Centro di Permanenza Temporanea») Vulpitta de Trapani en 1999 y llegar hasta los dos últimos suicidios en el CPT de Módena, donde el 15 y el 17 de octubre de 2007 un argelino y un tunecino se quitaron la vida. Son frecuentes los motines, de Bari a Edirne, de Trápani a París. Recordemos que en Francia, a mediados de diciembre estalló un motín en los campos de Mesnil-Amelot y Vincennes.
La frontera interna. En un debate parlamentario reciente sobre los CPT, la diputada Mercedes Frías (Rifondazione Comunista) preguntó al Gobierno italiano qué explicación se les podía dar a las madres de los dos chicos que se habían suicidado: «Los dos chicos no han muerto por lo que han hecho sino por los que son, pues, a fin de cuentas, en los CPT no se entra por haber cometido delitos, sino por lo que uno es». Triste verdad. Aún más triste cuando los números demuestran la ineficiencia de un sistema represivo basado en una óptica ideológica racista. Según el informe de la Comisión De Mistura, encargado por el Ministerio del Interior, en 2006 transitaron por los 16 CPT italianos 22.000 personas, de las cuales 8.400 fueron identificadas y unas 6.000 expulsadas. Esto sucedía en un país, Italia, que cuenta, según el mismo informe, con más de 300.000 trabajadores extranjeros indocumentados; el mismo país que año tras año, mediante decretos sobre flujos de emigrantes, programa el ingreso por motivos de trabajo de cientos de miles de personas: 550.000 en 2006 y 170.000 en 2007. He aquí el ambiguo mensaje de Europa: por un lado, pide en voz alta mano de obra en los sectores menos pagados (agricultura, industria, construcción, servicios domésticos); por el otro, pone en las fronteras a refugiados y migrantes, pisoteando derechos y fabricando todos los años miles de «clandestinos», ciudadanos sin ciudadanía, o sea, un ejército de mano de obra que se puede explotar a bajo coste. Ahora bien: lo que cuesta en verdad es el sistema de detención y repatriación. Según un informe del Tribunal de Cuentas italiano, en 2003 Italia gastó 230 millones de euros en la lucha contra la inmigración, mientras que fueron sólo 102 los millones que gastó en integración. En los primeros nueve meses de 2004 el gasto para la gestión de los CPT fue de 30.440.753€. El presupuesto de Frontex para 2008 es de 30 millones de €. España, por su parte, gastó en 2006 unos 23,8 millones de € para repatriar a unos 33.000 migrantes.
El asilo inexistente. Según datos de la Comisión Europea, los inmigrantes irregulares en la UE serían entre 4,5 y 8 millones. Bien distinta es la situación de refugiados políticos y solicitantes de asilo, que siguen disminuyendo. Lo dice Eurostat: 192.000 solicitudes de asilo en los 27 países de la UE en 2006, frente a las 670.000 solicitudes de 1992 en los 15 estados miembros de entonces. Las solicitudes se han reducido a la mitad en los últimos 5 años; en 2006, la bajada fue del 15%. Todo ello mientras los refugiados en el mundo han aumentado un 14% según el ACNUR. No es casual que las solicitudes de asilo se hayan desplazado a lo largo de la frontera: Grecia (+118%), Malta (+262%) y Chipre (+378%).
El hecho es que cada vez es más difícil alcanzar Europa. Por una parte se dan casos de devoluciones de refugiados enmascaradas de acuerdos de readmisión, como por ejemplo el de los refugiados devueltos a Grecia desde los puertos italianos del Adriático (sólo en diciembre 22 iraquíes desde Bari; 36 iraquíes y 17 afganos desde Ancona). Por la otra, para eso están las misiones de Frontex.
Frontex y el fútbol. Las misiones de la agencia comunitaria para el control de las fronteras externas de la UE han sido 22 en 2007 y se han saldado con la detención de 19.295 migrantes: 11.476 en el mar, 4.522 en tierra, y 3.297 en los aeropuertos. En 2006 el balance de la agencia con sede en Varsovia se cerraba con 32.016 detenciones. Sin que nadie se haya dado cuenta, Frontex está patrullando todas las fronteras: aéreas, marítimas y terrestres. De las misiones Nautilus en el Canal de Sicilia, Hera en el Atlántico, Índalo en el Estrecho de Gibraltar y Poseidón en el Egeo ya habíamos escrito. Pero la lista es mucho más larga. Para consultarla se puede leer el exclusivo documento oficial de Frontex que hemos colgado en la red. En la lista figura la misión Minerva, en los puertos andaluces; Hermes, entre Cerdeña y las Baleares, de cara a Argelia; Zeus, en los puertos alemanes; Fifa, en Alemania durante el mundial de fútbol de 2006; Niris, entre Alemania y los países escandinavos contra la migración china; Ariane, entre Alemania y Polonia; Gordius, entre Rumanía, Eslovaquia y Hungría; y también Herakles, en Hungría; y Kras y Drive, en Eslovenia; y también, Ursus, en Rumanía, Eslovaquia, Hungría y Polonia. Para el Campeonato Europeo de fútbol de 2008 Frontex ya está preparando la misión Euro Cup 2008 en Austria y Suiza. Por no citar las misiones en los aeropuertos de media Europa: Amazon, Agelaus, Hydra, Extended Family, Long Stop, Argonauts. Por no mencionar tampoco los programas de formación, que van desde los proyectos de repatriación conjunta a de la detección de coches robados y el adiestramiento de perros. En 2008 se podrá hacer aún más, pues el presupuesto se ha duplicado hasta 30 millones €.
Al Este. Europa mira cada vez más hacia el Este. No lo olvidemos. El 21 de diciembre el muro de Schengen se desplazó hacia Oriente, englobando a Estonia, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia y Hungría. He ahí el cinturón que separa la Unión Europea de Bielorrusia y Ucrania, desde donde transitan muchos emigrantes y refugiados provenientes de las antiguas repúblicas soviéticas, Asia y Oriente Medio. La frontera entre Eslovaquia y Ucrania es de 97,8 km. El ingreso en el área Schengen se ha traducido en la construcción de un muro virtual entre los dos países: 250 cámaras móviles, visores nocturnos, GPS, detectores de calor, infrarrojos, rayos X, y vehículos de patrullaje todoterreno. Un sistema que ha costado nada menos que 50 millones €, provenientes de fondos comunitarios, que ha cuadruplicado el personal de policía fronteriza: de 240 efectivos en 2004 a 886. En esta frontera se detuvo a 25.539 migrantes en 2004 y a 32.756 en 2005. Su destino es la readmisión en Ucrania. Human Rights Watch ha denunciado en muchas ocasiones los acuerdos de readmisión entre los países del este de Europa y Ucrania, expresando especial preocupación por las repatriaciones de refugiados chechenos y uzbecos. En un informe recientísimo del Jesuit Refugee Service se denuncian las condiciones de los campos de detención de los 10 nuevos países miembros de la UE. De Ucrania fueron expulsados 5.000 migrantes en 2004 y 2.346 en la primera mitad de 2005, la mitad hacia las antiguas repúblicas soviéticas, y el resto hacia China, India, Pakistán y Bangladesh.
Bruselas conoce estos informes, pero con Kiev firmó un acuerdo de readmisión tras el Consejo de cooperación UE-Ucrania celebrado el 18 de junio de 2007. Pronto habrá de entrar en vigor.
Fuente: http://fortresseurope.blogspot.com/2006/01/gennaio-2008.html