Blair ha sufrido su primera derrota parlamentaria desde que vive en Downing Street. Una cuarentena de diputados laboristas le dio ayer la espalda y votó en contra del proyecto de ley que pretendía elevar a 90 días el tiempo en el que la Policía británica puede tener detenida a una persona sin formular contra ella […]
Blair ha sufrido su primera derrota parlamentaria desde que vive en Downing Street. Una cuarentena de diputados laboristas le dio ayer la espalda y votó en contra del proyecto de ley que pretendía elevar a 90 días el tiempo en el que la Policía británica puede tener detenida a una persona sin formular contra ella ninguna acusación. Al final, quedaron en que el máximo será de 28 días.
Dice el sarcástico corrido mexicano: «El día en que la mataron / Rosita estaba de suerte. / De seis tiros que le dieron / no más uno era de muerte». Pues esto es lo mismo. ¡»Sólo» 28 días! ¡Cuatro semanas a disposición de unos servicios antiterroristas de cuya falta de escrúpulos hay sobradas pruebas, especializados en obtener contundentes confesiones de culpabilidad incluso de quienes luego se ha demostrado que eran inocentes!
Afirma Blair, desolado, que el voto de la Cámara de los Comunes supone una prueba de desconfianza hacia los servicios de inteligencia de su país. Hace como que no se diera cuenta de que su proyecto de ley encerraba una evidente prueba de desconfianza hacia el poder judicial.
Debería explicar por qué cree que para luchar eficazmente contra el terrorismo es necesario escapar del control judicial. Resultaría sumamente esclarecedor.
De hecho, la norma aprobada -la de los 28 días- es también una prueba, cuantitativamente menor pero cualitativamente idéntica, de la quiebra del Estado de Derecho en Gran Bretaña. Si la Policía escapa del control del poder judicial para convertirse en la práctica en un instrumento exclusivo del poder ejecutivo, lo que se va al garete es el equilibrio de poderes, y con él el habeas corpus, elemento esencial de la tutela judicial efectiva.
No ignoro la importancia política que tiene la derrota parlamentaria de Blair y el hecho de que un buen puñado de los parlamentarios de su grupo se le hayan rebelado. Admito que bien puede ser un signo de su ocaso político, demostrativo de las ganas que no pocos laboristas tienen de que se vaya con viento fresco, él y sus esfuerzos por demostrar que un laborista puede ser incluso más reaccionario que un conservador. Pero me anonada que se esté tomando como un signo de progresismo la aprobación de una ley que permite a la Policía disponer a su aire de los detenidos durante cuatro semanas. Que se aplauda con alborozo al saber que de los seis tiros que les van a dar no más uno será de muerte.