Un explosivo informe interno de 860 páginas elaborado por personal del Partido Laborista británico, revela que altos funcionarios del partido trabajaron durante años para acabar con la carrera de su líder -hasta este mes de abril- Jeremy Corbyn, un carismático político socialista, a quien la derecha laborista blairista y sionista acosó sistemáticamente hasta derribarlo.
El informe no señala si participaron agentes extranjeros en una escalada que según analistas londinenses, parece llevar la firma del Mossad, el servicio israelí de inteligencia e incluye la correspondencia interna entre altos funcionarios del partido enemigos de Corbyn, que siempre criticó la ocupación israelí y respaldó el plan, hoy casi olvidado, de crear un estado palestino independiente al lado del estado judío.
Por si hiciera falta alguna prueba de la campaña de defenestramiento de Corbyn, cabe recordar que el nuevo líder del partido, Keir Starmer, lo primero que hizo nada más ganar las elecciones internas fue declararse públicamente sionista sin fisuras. El mismo día de su victoria se puso en contacto con los grupos más sionistas del partido, incluidos los blairitas..
Buena parte de los implicados en la campaña son seguidores del exprimer ministro Tony Blair, que condujo al Reino Unido a la temeraria invasión de Irak, y por la cual fue acusado a menudo de crímenes de guerra y se ha pedido que sea juzgado por la Corte Penal Internacional.
Blair, desde hace años miembro de la asociación de Amigos de Israel del partido Laborista, vivió durante años en Jerusalém, en estrechos vínculos con los sionistas radicales y con países del Golfo Arábigo-Pérsico aliados de Israel, que le permitieron realizar suculentos negocios que le han hecho multimillonario.
En 2015, cuando Corbyn asumió la dirección laborista, sufrió numerosas acusaciones de blairitas que abrazaron las políticas económicas neoliberales de Margaret Tatcher prefiriendo que ganaran los conservadores antes que Corbyn. Incluso acusaron falsamente a Corbyn de haber trabajado para los servicios secretos soviéticos, de antisemita, una acusación que rápidamente encontró eco en Israel.
En medio de todas estas presiones, el partido se vio obligado a adoptar la nueva y controvertida definición de antisemitismo propuesta por la International Holocaust Remembrance Alliance (IHRA) que relaciona el antisemitismo con las críticas a Israel y a la ocupación de los territorios palestinos. La definición de antisemitismo de la IHRA cuenta con la bendición de Israel y Estados Unidos.
La campaña fue amplificada por los medios de comunicación. The Guardian, un periódico nominalmente progresista, publicaba a diario diatribas contra Corbyn y el supuesto antisemitismo del partido.
Boris Johnson, catarata de errores
Una investigación publicada por el The Sunday Times calificó al convaleciente primer ministro conservador Boris Johnson, al frente de un catálogo de errores gubernamentales, como el gran responsable por ignorancia y/o incompetencia de que el Reino Unido sea el país europeo con más casos de covid-19 y con más de 16 mil muertos.
El diario, propiedad del magnate australiano Ruppert Murdoch, señala que Johnson en los meses clave de enero y febrero no asistió a cinco reuniones de emergencia del Comité Cobra, que incluye ministros, jefes de inteligencia y generales, ignoró numerosas señales de científicos y no preparó al Servicio Nacional de Salud para la crisis que se venía.
Es largo el catálogo de negligencia, incompetencia o indiferente dogmatismo que dio lugar a un efecto en cadena de estos errores garrafales. El gobierno británico no renovó su stock de Equipo de Protección Médica para epidemias que había quedado obsoleto luego de 10 años de austeridad conservadora y envió a China 266 mil productos de emergencia, entre ellos delantales médicos, que ahora están faltando.
A fines de febrero Johnson se puso a la cabeza de las reuniones de Cobra, pero las cosas no cambiaron. En las semanas siguientes el gobierno se aferraría a la desastrosa “Inmunidad de Manada” como política oficial frente a la pandemia. La premisa de esta teoría es que la gran mayoría de la población solo sufriría una versión suave o incluso asintomática del virus con lo que generaría una inmunidad colectiva.
A mediados de marzo un estudio del Imperial College obligó al gobierno a comenzar un penoso giro de 180 grados luego de que proyectara que la Inmunidad de Manada podía dejar hasta medio millón de muertos.
El viernes último, The Guardian reveló que el personal de salud británico tendría que volver a usar sus delantales o trabajar sin ellos debido a que no había suficientes en los hospitales. Y no es por falta de producción británica, sino porque los empresarios decidieron hacer sus propios negocios.
La pandemia se disparó en esas semanas en que Johnson apenas estuvo visible, algo que llevó a la oposición laborista a acusarlo de ser un primer ministro part time, luego de que el 13 de febrero se tomara dos semanas de vacaciones con su novia Carrie Symmonds.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)