Los ministros de Trabajo de la UE han abierto la puerta a la ampliación de la jornada laboral de 48 a 65 horas semanales, un retroceso que Bruselas presenta como «un paso adelante para los trabajadores». La discusión sobre la propuesta, que llevaba años bloqueada, se prolongó hasta altas horas de la noche y, al […]
Los ministros de Trabajo de la UE han abierto la puerta a la ampliación de la jornada laboral de 48 a 65 horas semanales, un retroceso que Bruselas presenta como «un paso adelante para los trabajadores». La discusión sobre la propuesta, que llevaba años bloqueada, se prolongó hasta altas horas de la noche y, al final, se aprobó por una mayoría cualificada de los titulares de Trabajo de los Veintisiete.
Tras cerca de 12 horas de negociación, los ministros de Trabajo de la Unión Europea acordaron, por mayoría cualificada, ampliar los límites de la jornada laboral hasta las 65 horas semanales. La propuesta, que llevaba varios años bloqueada y que, ahora, debe ser aprobada por el Parlamento Europeo (PE) para su entrada en vigor, es «un paso adelante para los trabajadores», según la Comisión Europea.
El Estado español, Bélgica, Chipre, Grecia y Hungría, presentaron una declaración en la que aseguraron no poder aceptar el texto por el «retroceso social» que supone.
La reforma de la directiva de Tiempo de Trabajo consagra la hasta ahora transitoria cláusula del «opt out» -introducida en su día a petición de Gran Bretaña- que ofrece a los empleados la posibilidad de trabajar por encima del máximo vigente de las 48 horas semanales.
Más de diez semanas
El texto acordado por los ministros establece que este límite, que sigue siendo el oficial, podrá superarse en caso de acuerdo entre el trabajador y el empresario, siempre por debajo de un techo máximo que queda fijado en 65 horas a la semana si se incluyen períodos de guardia.
Sin ellos, el límite estará en 60 horas semanales, a no ser que exista un convenio colectivo o un acuerdo entre patronal y sindicatos que ponga un tope más alto. Por las presiones del Estado francés, la directiva se aplicará a todos los contratos de más de diez semanas de duración y no sólo a aquellos de más de cuatro meses, como establecía el texto presentado por la Presidencia de turno eslovena.
El texto pactado introduce varias salvaguardas llamadas a asegurar que el empleado que trabaje por encima de las 48 horas a la semana lo haga «de forma voluntaria y no obligado» por el empresario.
En paralelo, los estados de la Unión Europea acordaron la equiparación salarial de los trabajadores cedidos por Empresas de Trabajo Temporal (ETT) con sus compañeros contratados directamente a partir del primer día de contrato, algo que ya ocurre en el Estado español.
La directiva pactada por los ministros de Trabajo de los Veintisiete incluye una excepción para aquellos estados donde exista un acuerdo entre la patronal y los sindicatos en este ámbito, caso de Gran Bretaña -que hasta ahora había bloqueado el texto-, donde la igualdad salarial se da a partir de doce semanas de contrato.
El comisario de Empleo, Vladimir Spidla consideró el acuerdo como «un paso adelante» y como un plus de «seguridad» para los trabajadores, «sobre todo de empresas de trabajo temporal, al tiempo que mantiene la flexibilidad que requieren tanto la industria como los empleados».
«Ataque en toda regla a los derechos de los trabajadores» y apoyo a «las tesis más conservadoras» son algunas de las definiciones utilizadas por los sindicatos para valorar la decisión de los ministros de Trabajo de la UE de ampliar la jornada laboral semanal. Tras indicar que la iniciativa proviene de «la mano de la derecha más conservadora y más ultraliberal», José Luis Rezabal, responsable del área jurídica de LAB, subrayó que su aplicación supondría «desmantelar» el modelo de relaciones laborales basado en la negociación colectiva, al «posibilitar que el acuerdo individual se superponga al convenio colectivo».
ELA consideró que la medida «pretende eliminar el tiempo de descanso y retrotraernos a tiempos pasados de jornadas de trabajo interminables y condiciones laborales extremas, más propias de la sociedad preindustrial».
El secretario de Acción Sindical Internacional de CCOO, Javier Doz, manifestó que «estamos ante el mayor ataque al derecho laboral europeo desde la creación de la Unión». Subrayó que es «intolerable que se convierta la jornada de trabajo -elemento esencial de la negociación colectiva y de la legislación laboral- en una cuestión de relación individual entre el empresario y el trabajador».
Desde Bilbo, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, aseguró que «así podemos abocar a una situación de confrontación muy seria».
La Confederación Europea de Sindicatos calificó de inaceptable el acuerdo y consideró que «consagra las excepciones a las 48 horas semanales y no fija ninguna fecha para eliminarlas».