Mientras pone cara de póker ante las genuinas rebeliones árabes en Túnez y Egipto, la Unión Europea sigue en sus trece e intenta apuntalar, con sanciones, «revoluciones de colores» como en Bielorrusia.
La Unión Europea dio muestras ayer de una contundencia inusual en las últimas semanas y reinstauró la práctica de sanciones contra el Gobierno del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko.
«Hay que tener una posición dura y clara» contra Lukashenko, señaló el ministro luxemburgués de Exteriores, Jean Asselborn, en el marco de una reunión con sus colegas europeos en Bruselas.
«Lukashneko se ha desacreditado completamente», insistió, en referencia a las detenciones que siguieron a las presidenciales del 19 de diciembre. La UE, que llevaba a cabo en los últimos años un proceso de deshielo de sus relaciones con Minsk, ha dado un paso atrás y decidió ayer una congelación de activos y la prohibición de visados a 158 personalidades del poder bielorruso, entre ellas al propio presidente del país.
Estas sanciones, avanzadas a principios de enero, estaban suspendidas en espera de que el Gobierno de Minsk dejara en libertad a los líderes opositores detenidos. El Ejecutivo de Lukashenko ha excarcelado a dos, que siguen en arresto domiciliario. Sobre los cinco pesa la acusación de organizar «sabotajes masivos», lo que puede llevar aparejados hasta 15 años de prisión.
Entre las 158 personalidades a la que se prohíbe viajar a territorio de la UE están unos 60 que ya fueron castigados con una medida similar en 2004 y en 2006, cuando fue suspendida en razón del acercamiento Bruselas-Minsk, paralelo al enfriamiento de relaciones entre el Gobierno de Lukashenko y el Kremlin, dirigido entonces formal y realmente por Vladimir Putin.
Canales abiertos
El Gobierno bielorruso se ha limitado a recordar que una parte del gas ruso con destino a la UE pasa por su territorio.
Quizás por ello, y en todo caso en un intento de no cerrar todos los puentes, la UE sigue amagando con sanciones económicas suplementarias, como la congelación de las subvenciones, pero ha decidido mantener canales abiertos.
Así, la retirada de visados no incluye al ministro de Exteriores bielorruso, Sergei Martynov, ni al viceprimer ministro, Viktor Semashko, a quienes se considera «aperturistas» en el seno del Ejecutivo de Minsk.