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Alemania

Caos escolar enciende debate sobre inmigración

Fuentes: IPS

Las noticias sobre adolescentes que insultan en árabe y en turco ante las cámaras de televisión, profesores aterrados y refriegas entre estudiantes y policías frente a la escuela colmaron la cobertura informativa de las últimas semanas en Alemania

El caos en centros de estudio donde la mayoría de los alumnos son de origen extranjero conmociona a la población alemana y recalienta el ya ríspido debate sobre la inmigración en este país europeo.

Profesores de la Escuela Ruetli de Berlín, donde más de 80 por ciento de los estudiantes son de origen extranjero, advirtieron en una carta a las autoridades locales que les causaba temor incluso ingresar en las aulas.

La carta, difundida ampliamente por la prensa alemana, propone la completa reforma de la institución o su cierre definitivo.

«Estamos desesperados», escribieron los profesores. «En el aula reina la agresión, una total falta de respeto y la ignorancia. Muchos de nosotros solo nos animamos a dar clase si tenemos teléfono celular, para pedir ayuda en caso de que sea necesario.»

Los educadores también se quejaron por la falta de apoyo de los padres. «En la mayoría de las familias, nuestros alumnos son los únicos que se levantan de mañana. ¿Cómo explicarles que es importante venir a la escuela y graduarse?»

La prolongada discusión al respecto se intensificó en Alemania como consecuencia de la carta y la cobertura periodística que le siguió. Dirigentes conservadores propusieron, incluso, la convocatoria de una «cumbre sobre inmigración».

El líder del grupo parlamentario del gobernante Partido Demócrata Cristiano, Volker Kauder, se quejó de que tras años del «ronroneo multicultural» que le atribuyó al gobierno centroizquierdista de Gerhard Schroeder, la integración de las minorías inmigrantes no avanzó «un milímetro».

En el conservador estado de Bavaria rige una nueva ley que ordena a los inmigrantes enviar a sus hijos menores de cinco años a la escuela para aprender el idioma. Pero muchos ignoran esa obligación.

La normativa de dos estados alemanes establece cuestionarios sobre cultura alemana y conocimientos generales para aquellos inmigrantes que aspiren a la ciudadanía.

Varios medios de comunicación consideraron que muchos alemanes nacidos en el país no lograrían sortear ese examen. De todos modos, muchos políticos proponen la imposición de pruebas similares a nivel nacional.

Las controversias sobre inmigración en Alemania no son excepcionales. El mes pasado, varios países propusieron la redacción de un «contrato de integración» para que firmen los inmigrantes en la Unión Europea, en el que se comprometerían, entre otras cosas, a respetar los valores occidentales.

El ministro del Interior de Alemania, Wolfgang Schaeuble, es uno de los políticos que consideran la inmigración una avenida de dos vías. En conferencia de prensa, advirtió que «la integración exitosa siempre presupone el reconocimiento recíproco de derechos y obligaciones».

La integración de los inmigrantes surgió como prioridad tras los atentados que el 11 de septiembre segó 3.000 vidas en Estados Unidos, y el debate se intensificó con los disturbios callejeros del año pasado en Francia.

En toda Europa, numerosos políticos de diversas tendencias manifiestan temor ante la creciente marginación social y económica de los inmigrantes.

Pero esas apelaciones no quedan sin respuesta. «La carta de los profesores de Ruetli inició un intenso debate, pero los dirigentes no ofrecen soluciones pragmáticas sino, más bien, discursos y políticas partidarias», dijo el consejero de inmigrantes de Berlín Guenter Piening.

El presupuesto para proyectos de integración, como los dedicados a clases de alemán para extranjeros, se cortó un tercio este año, agregó Piening.

Al mismo tiempo, el desempleo entre los extranjeros radicados en Berlín asciende a 45 por ciento, mientras el promedio nacional es de 17 por ciento. Las minorías sufrieron el grueso de la caída de la actividad industrial del occidente berlinés tras la caída del Muro, en 1991.

«La falta de perspectiva es generalizada. En la escuela de Ruetli, por ejemplo, ninguno de los últimos egresados encontró empleo. Eso no hace nada por elevar la confianza de los otros estudiantes», dijo PIening.

Muchos observadores creen que el surgimiento de la violencia es consecuencia de fallas en la política de inmigratoria que se remontan a muchos años.

«Alemania debe ahora lidiar con años de postergaciones en la materia», dijo Piening. «Comenzó a considerarse tierra de inmigrantes en los años 90, y ahora debe desarrollar una política cuesta arriba.»

La política de inmigración alemana se basa en buena medida sobre el mecanismo de «trabajador invitado» «Gastarbeiter) de los años 50 y 60, establecido para alentarla en los años de auge económico de la posguerra.

Esto alteró dramáticamente la estructura de la sociedad alemana. Según las estadísticas, la proporción de extranjeros se elevó de 1,1 por ciento de la población en 1950 a casi 10 por ciento medio siglo después. Los turcos eran el mayor contingente.

La política de inmigración alemana no mantuvo el mismo ritmo que los cambios sociales. Hasta la aprobación de una ley en 2000, los hijos de inmigrantes turcos eran considerados extranjeros aun si sus padres habían vivido años en Alemania y ellos mismos habían nacido en su suelo.

Esta concepción de la nacionalidad basada sobre el origen de los padres contrastaba con la de otros países europeos, que daban la ciudadanía a los niños nacidos en el país.

De acuerdo con la nueva ley, los hijos de inmigrantes que hayan vivido en Alemania más de ocho años la tendrán automáticamente. De todos modos, como la doble nacionalidad no está permitida en el derecho alemán, deberán decidir a los 23 años qué pasaporte portarán.

La inmigración no es en Alemania sólo una realidad social, sino una necesidad económica, dada la excepcionalmente baja tasa de nacimientos excepcionalmente.

El Instituto Alemán de Investigaciones Económicas calculó que cada año deberían mudarse a este país 140.000 personas para contrarrestar la reducción de la fuerza de trabajo y salvaguardar el futuro de sus sistemas de salud y de seguridad social.

Pero políticos y observadores coinciden en que debe hacerse mucho más para asimilar a los inmigrantes.

«Los de segunda y tercera generación se muestran cada vez menos dispuestos a integrarse en la sociedad. Una creciente cantidad de jóvenes de origen árabe y turco tratan de afianzar su confianza en sí mismos rebelándose contra las demandas de la sociedad alemana», afirmó el diario izquierdista Süddeutsche Zeitung.

«Es claro que Alemania está desarrollando nuevos guetos», añadió el periódico.

El principal parece el del barrio de Neukoelln, el central distrito berlinés que sufre el mayor desempleo y la principal concentración de inmigrantes. Allí también se encuentra la escuela secundaria Ruetli y otras menos conocidas, pero con similares problemas sociales.