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Capitalismo global en el Caribe

Fuentes: Rebelión

En otros tiempos, la región del Caribe era un enclave de ultramar de plantaciones esclavistas del colonialismo europeo, y luego fue dominio del imperialismo norteamericano, y en las recientes décadas el Caribe se ha encontrado en nuevas formas de acumulación y relaciones sociales, según capitalistas alrededor del mundo han descendido vertiginosamente sobre la región. Este […]

En otros tiempos, la región del Caribe era un enclave de ultramar de plantaciones esclavistas del colonialismo europeo, y luego fue dominio del imperialismo norteamericano, y en las recientes décadas el Caribe se ha encontrado en nuevas formas de acumulación y relaciones sociales, según capitalistas alrededor del mundo han descendido vertiginosamente sobre la región. Este artículo ofrece unos anales de la integración del Caribe hacia el novedoso sistema capitalista global, como producto del intercambio de las dinámicas de clase y de los aparatos institucionales, los cuales operan en niveles locales y globales en las últimas décadas del siglo veinte y principios del siglo veinte y uno. El surgimiento del capitalismo transnacional y globalizador, conlleva extraordinarias consecuencias alrededor del mundo, incluyendo la cuenca del Caribe.

El surgimiento de una clase capitalista transnacional, con sus diferentes fracciones, puede ser visto a través de la región. Las islas Caimán se han convertido en el seno selecto de sobre el 40 % de las compañías en el listado de la bolsa de valores de Hong Kong. Richard Branson, el fundador de la transnacional «Virgin Group», es dueño de una isla de 30 hectáreas de las Islas Vírgenes Británicas, donde él fue el anfitrión del Presidente Obama luego que este dejara el gobierno. En Las Bahamas, la Corporación Walt Disney es dueña de una isla privada conocida como «Castaway Cay», la cual es utilizada por su línea de cruceros. Un hombre de negocios iraní, Alí Pascal Mahvi, que está a la cabeza de la Corporación «M Group» establecida en Suiza, ayudó a desarrollar el resort Sugar Beach en Santa Lucía. En Jamaica y hasta en islas más pequeñas como San Martín, ejes de hombres de negocios chinos han hecho inversiones de alta gama. En las Bahamas el banco Chino de importación y exportación, recientemente aprobó un proyecto portuario de $1.5 billones de dólares el cual está bajo desarrollo, en una de las áreas más ecológicamente vulnerables del país. Mientras tanto, en Cuba unas compañías con sede en Brasil, han financiado un nuevo masivo eje manufacturero y de embarque, manejado por una firma de Singapur.[i] De igual forma, numerosos capitalistas norteamericanos de orientación transnacional, utilizan estrategias de contabilidad para trasladar cuantiosas ganancias para Puerto Rico, de esta forma evadiendo impuestos en la metrópoli. Y luego del terremoto de 2010, Haití privatizó la mayor parte de su compañía pública de teléfonos, cediéndola de esta forma a una compañía vietnamita.

De igual forma, hay una creciente gama de capitalistas transnacionales que proceden del mismo seno del Caribe. Por ejemplo, Trinidad y Tobago es el hogar de la familia Sabga, que originalmente emigró de Siria a principios del Siglo veinte. Gustavo A. Cisneros, un dominicano-venezolano de ascendencia cubana, del Grupo Cisneros con sede en la Florida, tiene una fortuna estimada en sobre $1 billón de dólares. Con «holdings» financieros a nivel global, él es un accionista mayor en medios de difusión en idioma español tales como Univisión y Venevisión. Por otro lado, el hombre de negocios jamaiquino más rico, Michael Lee-Chin, es un inversionista y filántropo con doble nacionalidad jamaiquina y canadiense, y con unos activos estimados en $1 billón de dólares. En otros tantos «holdings», este fue «Chairman» ejecutivo de AIC Limited, un fondo mutuo canadiense, y el «Chairman» del «National Commercial Bank of Jamaica» desde diciembre 2014. Haití el cual a es descrito como el país más pobre del hemisferio occidental, y el de mayor inequidad, también es sede de un creciente número de capitalistas transnacionales. Dumas Siméus oriundo de Haití, pero el cual reside ahora en E.U., es el anterior «CEO» y fundador de Siméus Foods International, y el mismo tiene inversiones en muchas otras compañías, y tiene poderosos contactos políticos, incluyendo dentro del partido republicano en la Florida.

La acumulación capitalista global se ha traducido en inmensas ganancias, para capitalistas transnacionales, y con algunos beneficios para el consumo de la clase media. No obstante, la mayoría de la población regional encara condiciones de explotación y marginalización. Aún con algún acceso a sistemas de salud y bienes de consumo baratos, la mayoría de la población del Caribe refleja una creciente crisis. En Jamaica por ejemplo, más de una tercera parte de la población vive en la pobreza, y la tasa de desempleo alcanza hasta de un 40 a 60 por ciento, en los barrios más pobres de Kingston como Tivoli Gardens. Mientras tanto, 6.3 millones del total de población de 10 millones en Haití, no llegan a suplir sus necesidades básicas de alimentos, y unos 2.5 millones no pueden suplir sus necesidades alimentarias, con solo el 2 por ciento de su población consumiendo el equivalente de unos $10 dólares o más diarios, de acuerdo a estadísticas del Banco Mundial.[ii] Mientras tanto, de acuerdo a instituciones financieras internacionales, solamente una quinta parte de la población de Jamaica vive en la pobreza, de acuerdo al Banco Mundial, pero no obstante la realidad estructural es claramente más negra, con tanta gente enfrentando el subempleo y bajos salarios a la par con una carestía de infraestructura pública y un creciente costo de vida. Y el desempleo llega desde un 40 a un 60 por ciento, en los barrios de bajos ingresos de Kingston como Tivoli Gardens.

Del proceso internacional al proceso transnacional

Localizada en un cruce mundial e histórico, la región ha evolucionado a través de diferentes fases del capitalismo-desde el mercantilismo, hasta la formación nacional y el monopolio internacional, hacia el capitalismo transnacional y global de hoy en día, según han disertado William I. Robinson y Roberto Regalado.[iii] Mientras que los procesos ocurren dentro de las fronteras de los estados, los procesos internacionales ocurren a través de las fronteras. Los procesos transnacionales, mientras a la vez ocurren a través de las fronteras, se diferencian estos mismos de los procesos internacionales debido a la forma que los diferentes componentes o agentes en conjunto, operan a través de las fronteras. Esto crea a su vez, una gama de fenómenos estructurales, institucionales y organizacionales, los cuales entrelazan de forma funcional a las regiones y a las naciones globalmente.

En vez de visualizar al mundo, como poblaciones formadas en estados-naciones periféricos y céntricos, el centro y la periferia también contienen grupos sociales y clases a través de un contexto transnacional, según sugieren Ankie Hoogvelt, Leslie Sklair y Hilbourne Watson entre otros. Esto nos ayuda a considerar, como la polarización social enraizada en la creciente transnacionalización de relaciones materiales, se refleja en las regiones y las naciones. Sectores del primer mundo (tales como las capas sociales de alto consumo y los ultra ricos), ahora también existen en el tercer mundo, y vice-versa-eslabonados de esta forma en redes transnacionales de producción y finanzas.

Desde las postrimerías del siglo veinte, el Caribe ha funcionado como un laboratorio para el capitalismo transnacional y el neoliberal Consenso de Washington, promulgando políticas de austeridad, paralelamente con la expansión turística, las exportaciones agrícolas no tradicionales y las zonas francas que sirven como plataformas, para integrar a las relaciones locales productivas, con la economía global. Los períodos de estancamiento económico, inestabilidad política y una creciente intervención norteamericana, han afectado simultáneamente a la región, así también las crisis globales como el cambio climático, la polarización social, y las crisis de legitimidad política. De igual forma han afectado la sobre acumulación capitalista, con inversiones de riesgo en las llamadas «crypto-currencies», y en los mercados de derivados, comúnmente conocidos como fondos buitres. De hecho un número de países del Caribe, están considerando emitir una versión «crypto-currency», del dólar de la zona oriental del Caribe.

En las últimas cuatro décadas, en conjunto con el surgimiento del capitalismo transnacional y la globalización, así como los crecientes niveles de producción y consumo, algo más de la mitad de los arrecifes de la región del Caribe han desaparecido.[iv] Según un informe por Ramón Bueno, Cornelia Herzfeld, Elizabeth A. Stanton y Frank Ackerman de la Universidad de Tufts en E.E.U.U. explica, las dos docenas de naciones isleñas del Caribe, y los 40 millones de habitantes que en ellas viven, están al frente de la vulnerabilidad debido al cambio climático. Las crecientes temperaturas, los niveles cada vez más altos del mar y el aumento en la intensidad de los huracanes, todo esto amenaza a la vida, la propiedad y las fuentes de ingresos a través del Caribe.[v] La integración de un nuevo capitalismo global, penetrando a la región, ha formado el trasfondo toda esta turbulencia, lo cual conlleva transformaciones sociales y de clase de alto significado.

¿Cuáles son algunos de los cambios fundamentales del surgimiento de la globalización capitalista? Conforme se va reconfigurando la economía política de la región, vemos un número de dinámicas que dependen de las formas transnacionales de acumulación, explotación e integración. Las mismas incluyen el surgimiento de un sistema financiero transnacional, la formación de redes, y la flexibilización y precarización del sector laboral. También vemos un repliegue por parte de los sectores gobernantes que toman decisiones, de la planificación de un desarrollo indicativo con miras a un desarrollo con metas nacionales, girando más bien hacia una orientación de promoción transnacional, de la llamada «competitividad global». Otro factor importante es, el desarrollo de nuevas redes de subcontratistas, las cuales integran al comercio global y regional hacia las redes transnacionales.

Las finanzas globales y el régimen de remesas

Los nuevos flujos transfronterizos constituyen parte del proceso de globalización, que se han desarrollado desde las postrimerías del Siglo XX. Podemos trazar, parte de la historia de este fenómeno, a la creación de la «Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunications Network» (SWIFT por sus siglas en ingles), la cual fue establecida en la década de los setenta. Esto fue seguido, por el entrelazamiento de los mercados bursátiles nacionales que comenzó en los ochenta, así como el crecimiento masivo de la inversión directa foránea, (Foreign Direct Investment, o «FDI» por sus siglas en inglés), y las fusiones transfronterizas comerciales, y los procesos comerciales adquisitivos, de las últimas cuatro décadas. El Caribe, se ha convertido en uno de los paraísos tributarios más grandes de la historia mundial. En el 2013, más de 92 billones de dólares fluyeron hacia las Islas Vírgenes Británicas. Este pequeño territorio captó más fondos «FDI», que cualquier nación en el mundo, exceptuando a China, Rusia y los EE.UU.[vi] Los fondos «FDI» hacia los países en desarrollo en el Caribe, aumentaron de $320 millones de dólares en el 1970, a más de $6 billones en el 2012, aunque hubo períodos de estancamiento.

Los dueños locales del sector bancario en el Caribe, se han convertido en parte del sistema financiero global. A través de la región, los bancos locales y los negocios de remesas, operan como agentes de compañías transnacionales de remesas. En la República Dominica, Remesas Vimenca opera como un agente de Western Union. Hay agentes locales más pequeños, tales como Money Corps que opera en colaboración con Money Gram, con sede en EE.UU. En Haití, Sogebank uno de los bancos más grandes del país, cuyos dueños son unas pocas élites ricas locales, esta red bancaria opera como agente local para Western Union.

Western Union a su vez con sus economías de escala, ha llegado hasta controlar una parte significativa, del mercado formal de remesas alrededor del mundo. De acuerdo a los expedientes de impuestos de Western Union, la compañía ha evolucionado desde un nivel de entradas de apenas por debajo de $400 millones de dólares en 1970, a cerca de unos $5.7 billones de dólares en el 2012. Western Union comenzó sus operaciones en Jamaica en el 1990, a través de un agente local, el Grace Kennedy Group, la cual es una asociación local que ahora cuenta con el 50%, del mercado entero de remesas de esta isla. A través del tiempo, otros operadores de transferencias de divisas en Jamaica, siguieron este patrón.

Las remesas nos ayudan a comprender la manifestación concreta del capitalismo global, a través de amplias capas sociales. Por ejemplo, en la República Dominicana en 1970, las entradas de remesas sumaron un monto de solo $25 millones de dólares, mientras que para el 2013, este mercado fue valorado en $4 billones de dólares. En Jamaica y Haití durante este mismo período, las entradas por remesas se dispararon desde unas cantidades insignificantes, hacia $1 billón y $1.7 billones de dólares respectivamente. En muchas comunidades rurales y centros urbanos del Caribe, solamente es posible comprar los productos más esenciales, con la asistencia de remesas enviadas desde el exterior. Investigaciones recientes sugieren, que hasta 1 de 5 hogares en Haití han recibido remesas, con cada familia recipiente percibiendo un promedio anual de casi $2,000 dólares. Por ende, estas son comunidades que dependen de la diáspora. No obstante, según los pueblos del Caribe se insertan en las redes transnacionales de remesas, nuevas inequidades han surgido dentro de los miembros de las comunidades. Los políticos en la región mientras tanto, han justificado al estado que el estado se repliegue de sus responsabilidades sociales, haciendo el reclamo que las remesas proveen un paliativo suficiente para las comunidades de ingresos más bajos.

Las finanzas globales, no solamente conectan al comercio regional hacia los flujos del capital transnacional, pero también conectan a la clase trabajadora explotada a unos con otros, a través de estas redes transfronterizas de remesas. Los negocios de remesas se han beneficiado tremendamente, cobrando facturas por transferencias transfronterizas de dinero. Al controlar las redes de distribución que a través se envían ingresos, las compañías transnacionales han adquirido un modo adicional de extraer valor de las poblaciones de bajos ingresos.

La producción y la privatización

A partir de finales de la década de los noventa, las industrias manufactureras y de extracción, se han integrado en las redes transnacionales de producción. Esto ha producido un cambio en la misma naturaleza de como el capitalismo funciona en el Caribe. Al establecerse una gama de acuerdos supranacionales, tales como el «Caribbean Basin Initiative» (CBI por sus siglas en inglés), el «Dominican Republic-Central American Free Trade Agreement (DR-CAFTA por sus siglas en inglés), así como los varios foros de la Unión Europea y la Comunidad del Caribe (CARICOM), también como acuerdos bilaterales, todos estos han ayudado a facilitar este proceso, creando un clima más conducente para las grandes empresas en la región, a través de la liberalización financiera, mejorando los reglamentos y fusionándolos con estándares más comunes y creando nuevas cadenas de infraestructura de insumo.

Esto ha ocurrido paralelamente con un cambio cualitativo en relaciones productivas, tales como la industria minera. A mediados del Siglo XX, compañías británicas y estadounidenses, lanzaron la moderna industria minera en Guyana y Jamaica, cuyos intereses a menudo estaban ligados con los «intereses nacionales» de estas naciones-estados. De hecho, el llamado «U. S Mutual Security Act (1951)» y el «Point IV Program» establecido en 1949, establecieron el marco para las decisiones respecto a la extracción de materias primas, tales como la bauxita, el crudo de petróleo y sus derivados, considerándoles como asuntos de «seguridad nacional.» Las iniciativas del gobierno de EE.UU., ayudaron a facilitar la minería a gran escala en el Caribe, a través de sus propias compañías durante las décadas de los cincuenta y los sesenta. No obstante, durante recientes décadas hemos visto un cambio total en el panorama tanto de las corporaciones mineras, así como las características estructurales de la industria.[vii] Por ejemplo, la compañía transnacional UC Rusal, que ahora es el productor más grande del mundo de aluminio, ha comenzado a adquirir minas de Jamaica en los recientes años. La compañía con operaciones a nivel mundial, tiene su sede en Moscú, pero esta fue incorporada en las Islas Británicas del Canal, y la misma está conectada con un número de inversionistas transnacionales a través del mundo, tales como de EE.UU., China y Qatar.

Se han desarrollado dinámicas similares en casi todos los sectores de la economía regional, incluyendo las telecomunicaciones. Digicel, una compañía especializada en redes de telefonía móvil, mantiene una fuerte presencia en el Caribe así como otras regiones, tales como Oceanía y América Central. Esta compañía fue fundada en 2001, con sede en Jamaica, pero la misma está incorporada en el paraíso fiscal de Bermuda. Los inversionistas de Digicel, incluyen una creciente gama de compañías, que figuran desde compañías de «private equity», corporaciones y firmas gubernamentales. Un número de inversionistas ubicados en el Caribe, también han provisto fondos para nuevos proyectos de Digicel en la región, tales como en Barbados en 2007. En el 2007, Digicel vendió un total de $1.4 billones de dólares en bonos de alta rentabilidad. Hasta el mismo Banco Mundial ha invertido en operaciones de Digicel en Haití, y cuyo propietario en mayoría es Denis O’Brien, un ciudadano irlandés residente de Malta. Luego de haber penetrado inicialmente en el negocio de las telecomunicaciones a principios de los noventa, cuando se liberalizó esta industria en Irlanda, su compañía ahora se enfoca en mercadear servicios móviles en países pequeños a nivel mundial. Digicel se ha expandido rápidamente, a través de la compra de contratos de licencia móvil de gobiernos, los cuales están en procesos de liberalizar sus sectores de comunicaciones.

Previo al proceso de la globalización, los economistas políticos habrían considerado a los altos ejecutivos de Digicel, como miembros de la clase capitalista británica o irlandesa. Pero bajo el nuevo régimen del capitalismo transnacional, estos hombres de negocios no mantienen ningún interés sobresaliente en desarrollar a sus propias naciones europeas, así tampoco como no tienen ningún interés en repatriar sus ganancias hacia ellas. De hecho, ellos están orientados más y más hacia la acumulación transnacional. Los inversionistas andan en búsqueda de liberarse ellos mismos de los límites nacionales, lo cual es también una meta de muchos de sus aliados políticos. Mientras que muchas políticas estatales particulares podrían no beneficiar igualmente a los inversionistas transnacionales, muchas políticas estatales han llegado a facilitar al capital transnacional específicamente, a costo del capital más inclinado al sector local o nacional. Aquellos que diseñan las políticas de poderosos poderes estatales, son de vital importancia para este proceso, especialmente en EE.UU., el cual puede intervenir diplomáticamente, militarmente y así por el estilo. Según explica Grazia Ietto-Gillies, los capitalistas de orientación transnacional con intereses en varios países, «utilizan su posición económica e influencia para fortalecer sus nexos y reclamos…[con] países específicos y ejercen influencia para asegurarse un tratamiento especial».

Un caso como ejemplo, son las corporaciones transnacionales de turismo, que se especializan en el Caribe, las cuales gozan de un estado privilegiado de los gobiernos a través de la región y del gobierno de EE.UU. Los dueños e inversionistas del negocio de barcos cruceros, son algunas de las personas más ricas del mundo y representan algunas de las transformaciones que se llevan a cabo.[viii] La reconfiguración y el crecimiento de las capas sociales globales, con ingresos disponibles para las actividades de ocio, han enriquecido a esta industria. Hoy en día, existen masivos «resorts» turísticos amurallados y una creciente gama de playas privatizadas que abundan en la región.

Las corporaciones transnacionales (TNCs) en el sector de cruceros, se han interconectado con el sistema global financiero, en vez de los sectores bancarios del pasado con raíces nacionales. Por ejemplo, la compañía de cruceros Carnival se convirtió en una compañía pública en el 1987, mientras que Royal Caribbean hizo lo mismo en 1993. Al eliminar a sus competidores fuera de este sector, o comprándolos del todo, Carnival y Royal Caribbean forman ahora un oligopolio, el cual opera un 70% del mercado de cruceros mundial. Las ganancias de Carnival Cruise Lines en 1990 de unos $1.3 billones de dólares, se incrementaron hasta llegar a casi $15.5 billones de dólares en 2013. De acuerdo a la revista Forbes, el antiguo «CEO» de Carnival Micky Arison, es una de las 250 personas más ricas del mundo.

Cabe recalcar, que mientras la acumulación del capital a menudo se presenta bajo el disfraz de un proyecto económico nacional, durante las recientes décadas se ha hecho meridianamente claro, que el capital no está motivado por las metas de ningún país en particular. En vez de esto, el mismo está enfocado en enriquecer a un selecto grupo de individuos e instituciones privadas, independientemente de su nacionalidad. Al verse con este prisma, podemos comprender como los procesos transnacionales permiten que el capital extraiga mayores riquezas de cada punto del planeta, pero con menos fiscalización por parte de las poblaciones locales.

La transformación del trabajo

Estos cambios impactan profundamente las vidas de las clases populares del Caribe. El surgimiento de las TNCs, está conectado con nuevos patrones de la migración interregional, con la segmentación del sector laboral basado en género y en raza y con nuevas estrategias de disciplina laboral. En el sector minero, los trabajos han disminuido según se han introducido nuevas tecnologías que suplantan a los trabajadores. Las decenas de miles que todavía laboran en la minería en la región, encaran condiciones de trabajo aún más precarias y flexibilizadas, en las cuales las compañías utilizan nuevas tecnologías de monitoreo y rápidamente aumentan o rebajan el número de empleados y horas laborables, convirtiendo así al empleo menos predecible y seguro.

Adicionalmente, la migración laboral ahora ocurre en intervalos más rápidos y sobre más vastas distancias. Por ejemplo, trabajadores mineros experimentados bolivianos, peruanos y chilenos, son contratados para hacer trabajos de alta destreza en la mina de Pueblo Viejo en República Dominicana, mientras que compañías contratan a mano de obra local mayormente para tareas más rutinarias y trabajos de apoyo. Vemos también dinámicas más raciales a través de estas industrias, donde los administradores son mayormente mestizos o blancos, o proceden de naciones del Norte Global.

Las TNCs en el Caribe, también han recurrido a viejas y nuevas estrategias para impedir la sindicalización entre la fuerza laboral globalizada. Por ejemplo, el sector de cruceros depende de diferentes métodos de control social y monitoreo de los trabajadores-las compañías de cruceros típicamente contratan a trabajadores de diferentes países, con diferentes idiomas y experiencias, saboteando así la posibilidad de la acción colectiva. Aun cuando los trabajadores superan las barreras culturales y lingüísticas para trabajar en conjunto, las compañías toman ventaja de sus respectivos estados migratorios y legales en alta mar. Para dar un ejemplo, una compañía de cruceros resolvió una disputa laboral al colocar a trabajadores de camarotes surcoreanos, jamaiquinos y haitianos, que estaban intentando organizarse, en autobuses en el puerto de Miami, enviándolos inmediatamente a sus respectivos países de origen, de acuerdo a investigación por Ross Klein.[ix]

Muchos han observado, que compañías que operan en las zonas francas (EPZs por sus siglas en inglés), a menudo explotan a la fuerza laboral compuesta primordialmente de mujeres jóvenes. Estas jerarquías impuestas por género, son reproducidas y reconfiguradas para conformar a las necesidades del capitalismo transnacional en estos crecientes sectores, según narra Carla Freeman en su libro, «High Tech and High Heels in the global economy: Women, Work, and Pink-Collar Identities in the Caribbean.[x] Mientras tanto, no solamente hay pocas capitanes de barco femeninas, pero también permean la industria relaciones desiguales de género de arriba abajo. Las trabajadoras femeninas son usualmente responsables del trabajo de actuar con los pasajeros «al frente», o «atrás» en trabajo doméstico en las cabinas, de acuerdo a la investigación de Christine Chin, según escribe en el International Feminist Journal en 2008. El sector femenino laboral también está configurado por raza y segregado bajo líneas nacionales y de raza. De acuerdo a Chin, mientras que es común que empleadas femeninas del Este de Europa atiendan e interactúen con los pasajeros, las trabajadoras no blancas y de menor ingreso del Caribe y de otras partes del Sur Global, usualmente tienen las tareas más tediosas y de menor rango, lo cual le brinda al barco de crucero un aura de lujo y de limpieza.

Estos cambios en la industria, han ocurrido a la par con el cambio en el tipo de trabajo que se lleva a cabo, debido al aumento sustancial de los subcontratos y al desarrollo de redes de negocios de largo alcance. Nuevas redes de subcontratistas han evolucionado, como una forma vital de los negocios locales y regionales, integrarse en los sistemas capitalistas transnacionales. En el sector minero por ejemplo, las compañías están empleando toda una gama de subcontratistas locales, regionales y globales para llevar a cabo tareas previamente hechas por la misma compañía. Han ocurrido alteraciones, hasta la misma forma que los trabajadores almuerzan y en formas contradictorias. Décadas atrás en la República Dominicana, la fuerza laboral mayormente masculina de la mina de Pueblo Viejo almorzaba con comida traída de sus casas. Pero ahora en años recientes, la mega-subcontratista SODEXO, la cual también provee servicios alimenticios a muchas bases militares de E. E. U. U., trae a trabajadoras asalariadas, casi todas femeninas al lugar de trabajo para cocinar y distribuir las comidas a todos los mineros.

De forma similar, los subcontratistas han estado operando ampliamente en la industria de barcos cruceros durante años recientes. Por ejemplo, en muchos casos estos administran las operaciones menos rentables, o que requieren menos peritaje, tales como shops, casinos, fotografía y servicios de spas, y a la vez pagan unos honorarios considerables a las compañías de cruceros, para así tener acceso a clientes en sus barcos. Las TNCs ahora dependen, en gran grado, de los subcontratistas, bajo circunstancias extremadamente beneficiosas que efectivamente disipan muchos de los riesgos de litigios y las consecuencias de la administración directa de los empleados. Las relaciones entre los subcontratistas y las TNCs, ocurren a menudo dentro de este contexto, tales como dentro de puertos privatizados y amurallados y mercados construidos exclusivamente para el turismo de barcos de crucero.

Muchas de estas facilidades portuarias tales como Falmouth en Jamaica, son una especio de simulacro de vivienda normal, pueblos que respiran más allá de los guardias armados y las entradas de seguridad. Mientras que hacía 30 años, durante la era inicial de la globalización, los turistas todavía compraban en tiendas locales independientes, ahora se dirigen al puerto para comprar en cadenas operadas o contratadas por las compañías de cruceros. La lógica del capital transnacional se incrementa de forma sutil por cada hendija disponible. Cuando no hay un crucero a la vista, estas áreas se convierten en pueblos fantasmas cerrados, con restaurantes y tiendas de cadenas en silencio. Los contratistas locales, aun así, han cabildeado a favor de estos intereses corporativos. Por ejemplo, proveedores de excursiones turísticas y operadores de taxis, se han movilizado en apoyo de las TNCs, para influenciar a funcionarios locales y del Estado. De esta forma, mucha gente de clase trabajadora, se engancha en la misma estructura del capital transnacional, internalizando su lógica según van dependiendo del mismo.

El Estado, la política y el capital

A través de recientes décadas, las políticas del Caribe provenientes de diferentes sectores, han gravitado hacia una orientación transnacional. De hecho, las élites estatales han venido a depender en incremento, en el capital transnacional para su propia supervivencia. Muchas han facilitado nuevos mecanismos, para promover la confianza por parte de inversionistas, responder a las crisis que amenazan a la estabilidad del mercado y la seguridad, y establecen un nivel de política de uniformidad macroeconómica a través de las fronteras. Este proyecto, permanece de forma abierta, es incompleto y el mismo es propenso a las crisis.

El estado mismo no está desapareciendo, según reclaman algunos observadores, pero en vez de esto se está transformando en formas amenas a esta era de la globalización. Los políticos del Caribe y los funcionarios estatales, necesitan acceso al capital, el cual paulatinamente más y más está en manos de actores transnacionales. Al mismo tiempo, los actores políticos regionales, continúan aplacando a la opinión pública doméstica. Esto conlleva a un número de contradicciones. Los líderes políticos se encuentran constantemente en un acto de malabarismo, en un intento de mantener la legitimidad política nacional, precisamente mientras profundizan prácticas amenas al capital transnacional. Aun cuando estas estrategias afectan a las clases populares y la naturaleza, los líderes estatales a menudo alaban la creación de empleo en los nuevos sectores para cimentar su legitimidad. Existen muchos de estos ejemplos tales como líderes estatales de Jamaica, que han promovido un desarrollo portuario en la isla de «Great Goat», la cual es un santuario para la vida silvestre, y prometiendo que el mismo traería trabajos pagados por hora, pero luego descartaron dichos planes y declararon a la isla un santuario de vida silvestre.

Las industrias globales poseen poderosos sectores legales y de cabildeo, los cuales están activos en la región y a la vez penetran en el mismo Estado. Por ejemplo, los funcionarios estatales, así como las cámaras de comercio nacionales y las asociaciones de comerciantes, los cuales andan en búsqueda de canales menos complicados para la producción y el comercio, que a la vez andan promoviendo a las zonas francas. Un oficial del Ministerio de Finanzas de Jamaica el cual entrevisté, explicó que aparte de su trabajo gubernamental, él estaba trabajando con un grupo de empresarios para lanzar una compañía de remesas por internet, la cual él esperaba promover a inversionistas de «Silicon Valley». Asimismo en un patrón malsano, los mismos funcionarios de gobierno responsables por la privatización de industrias, han sido recompensados con trabajos lucrativos cuando dejan sus puestos.

Pero aún no es solo el enriquecimiento personal y las donaciones de campaña que promueven esta dinámica constante. Los funcionarios también van en miras a aumentar los ingresos estatales, según andan en búsqueda en nuevas fuentes de capital transnacional, pero con resultados mixtos. Algunos países, tales como St. Kitts y Dominica, se han volcado en vender la ciudadanía, en donde individuos ricos del exterior, comúnmente de China o del Medio Oriente pueden obtener pasaportes para facilitarles a estos viajar a más de cien países según observa Kevin Edmonds. Muchos gobiernos también han tributado a las remesas. Tales medidas son altamente impopulares, puesto que tantas poblaciones dependen de dichas remesas para su sostén. En otro ejemplo, los gobiernos del Caribe han fallado en recibir ingresos sustanciales de turistas procedentes del sector de cruceros-los turistas de este sector pagan un promedio de solamente unos $15 dólares en los países donde sus barcos atracan.[xi] Los responsables de políticas caribeñas intentaron y fallaron en cooperar en imponer un impuesto común de entrada, en la década de los noventa y a principios de los años 2000, cuando los cabilderos de las compañías de cruceros derrotaron a este intento, al poner a los varios gobiernos isleños a unos en contra de otros. La aparente captura del estado, por parte de sectores de intereses sin fiscalización, ha producido a la vez una consiguiente crisis de legitimidad y un profundo cinismo hacia la política partidista por parte de muchos sectores en la región.

La represión y el desastre

¿Cuáles son las implicaciones más amplias de la convergencia de todos estos procesos? Una porción significativa de la población del Caribe, encara la marginalización estructural y la exclusión del mercado laboral, según nuevas estrategias de seguridad se enfocan hacia estos sectores de menor ingreso y de sectores raciales considerados negativos, los cuales viven hacinados en barrios como el arrabal Laventille en Puerto España, Trinidad, Cité Soleil en Haití, Tivoli Gardens en Jamaica, o en poblados fronterizos dominicanos.[xii] Estas poblaciones a su vez están obligadas a buscar nuevas formas para sobrevivir. Con menos y menos opciones, si buscan empleos que violan los códigos legales, los pobres pueden esperar lo peor, sufriendo así humillación y represión. El capital también se beneficia de estas abundantes poblaciones, según sus condiciones desesperantes presionan a la gente a aceptar bajos ingresos.

Poderosos intereses activos en la región, especialmente los responsables de políticas de EE.UU., han utilizado por mucho tiempo una variedad de métodos para controlar las energías en fermento de los sectores estructuralmente marginados. El chovinismo y fuerzas religiosas conservadoras se convierten en un paliativo, donde algunos grupos son el chivo expiatorio de muchas de las contradicciones de la sociedad, sin hacer ninguna clara crítica de cómo las fuerzas del capitalismo conforman dichas realidades. En algunos casos, los políticos que encaran las crisis de legitimidad, se aprovechan de dichas condiciones amplificando a la retórica nacionalista, y aun promoviendo algunas políticas «nacionalistas» en aparente contradicción con el capital transnacional.

Aun así y según yo he argumentado por otro lado, la reestructuración político-económica de hoy día, está consolidando ampliamente el poder en manos de una burguesía transnacional. Muchas formas de dominación están siendo rediseñadas-desde las cortes de leyes, pasando por la policía militarizada y el rol intervencionista de EE.UU., y otros aparatos de coerción.[xiii] La construcción de la hegemonía mientras tanto, está siendo renovada a través de aparatos ideológicos, la producción cultural, los mecanismos de fuentes de información y el rol de la poliarquía en el escenario político doméstico, donde los electores deben decidir entre las élites en competencia. Lo que es aquí también pertinente, es lo que Arundhati Roy ha descrito como la «ONGización de la resistencia», con su pernicioso impacto sobre los movimientos de base con pocos recursos.

Al mismo tiempo, las élites transnacionales y sus aliados se han adaptado sutilmente a explotar los efectos de desastres mayores, los cuales han dislocado a las sociedades y sus sistemas políticos. Desde Nueva Orleans hasta las pequeñas islas del sur del Caribe, hemos visto como grandes inversionistas han intentado comprar propiedad inmueble, a raíz del paso de los huracanes, según Naomi Klein ha demostrado ampliamente en sus trabajos.[xiv] La indiferencia y la respuesta inhumana del gobierno de EE.UU., a la devastación causada por el huracán María en Puerto Rico, seguramente tendrá profundas consecuencias sociales, económicas y políticas profundas en la isla, y quizás en la región en su totalidad. Mientras tanto, los grandes componentes de estrategias de desarrollo posterior al terremoto de Haití, se han concentrado en atraer a inversionistas globales, según los EE.UU. y el Banco Mundial facilitan empresas de procesamiento de exportaciones, nuevos desarrollos mineros y toda una hueste de leyes de inversiones de ingeniería social antidemocrática. De acuerdo a los responsables de políticas e inversionistas, la solución a las emergencias que la región encara, consiste en profundizar aún más la integración en la economía capitalista global.

Resistiendo y rediseñando la economía política del Caribe

No obstante, navegando por este laberinto de la reestructuración capitalista se encuentran esfuerzos renovados para trascender y resistir el mismo.[xv] Las protestas laborales y la organización sindical de base continúan en la región, a menudo sucediendo en las zonas francas y en las comunidades mineras, según ha reportado Kevin Edmonds en el Reporte de NACLA. Los movimientos estudiantiles y las campañas anticorrupción, se han relanzado, contrarrestando los persistentes modelos políticos oligárquicos neoliberales. También ha habido protestas a gran escala en contra de la presencia militar de EE.UU., especialmente en Puerto Rico, donde en décadas recientes, los activistas exitosamente presionaron a las autoridades militares a cerrar muchas de sus actividades, tales como el polígono de entrenamiento y tiro en Vieques [según expuesto por Mari Cruz Soto en este tema]. En Haití, las presiones por movimientos de base están en aumento, en contra del resurgimiento del brutal aparato militar del país. La alianza anti-neoliberal estatal, la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA), ha sido un desarrollo importante del Siglo XXI. Pero en años recientes, este proyecto liderado por Venezuela, ha sufrido por sus propias contradicciones internas, los precios en declive de las materias primas, y una intensificación por parte de EE.UU. y la agresión de las élites. La Cuba socialista encara sus propias dificultades, según esta persigue integrarse dentro de la economía global, lo que es un caso peculiar en la región, según las novedosas dinámicas sociales y políticas, desatan transformaciones contradictorias. Mientras que todavía existen corrientes izquierdistas y populares a través de la región, las mismas encaran desafíos considerables. La lucha de fuerzas subalternas en un mundo globalizante permanece como un desafío permanente del siglo.

Durante las recientes décadas, no solamente las fuerzas estatales y capitalistas transnacionales han recalibrado y facilitado nuevas redes de acumulación, sino que muchas clases populares se han visto obligadas en participar en las cadenas de valores transnacionales. No podemos separar las dinámicas que afectan la región de la más amplia transición del capitalismo internacional, hacia el capitalismo transnacional. La nueva era de la globalización es novedosa en muchos aspectos, pero también está enraizada en una práctica la cual ha estado por los menos desarrollándose en los últimos 500 años.

Notas:

[i] Mimi Whitefield (2017). «Mariel is Cuba’s big industrial gamble. Could U.S. companies be among investors?» Miami Herald.

[ii] The International Bank for Reconstruction and Development and The World Bank (2014) «Investing in people to fight poverty in Haiti.» Washington, D.C, USA. http://documents.worldbank.org/curated/en/222901468029372321/pdf/944300v10REPLA0sment0EN0web0version.pdf.

[iii] William I. Robinson (2003). Transnational conflicts: Central America, social change, and globalization. London, UK: Verso; Roberto Regalado (2006). Latin America at the crossroads: Domination, crisis, popular movements, & political alternatives. Melbourne, Australia: Ocean Press.

[iv] Jessica Aldred (2014). «Caribbean coral reefs ‘will be lost within 20 years’ without protection,» The Guardian. Available online at: https://www.theguardian.com/environment/2014/jul/02/caribbean-coral-reef-lost-fishing-pollution-report.

[v] Ramón Bueno, Cornelia Herzfeld, Elizabeth A. Stanton, and Frank Ackerman (2008). The Caribbean and Climate Change: The Costs of Inaction. Available online at: http://ase.tufts.edu/gdae/Pubs/rp/Caribbean-full-Eng.pdf

[vi] Tom Miles (2014). «Top tax haven got more investment in 2013 than India and Brazil: U.N» Reuters. Available online at: http://www.reuters.com/article/us-tax-havens-idUSBREA0R1KF20140128.

[vii] Jeb Sprague (2015). «From international to transnational mining: The industry’s shifting political economy and the Caribbean,» Caribbean studies, 43:1, pp. 71-110.

[viii] Jeb Sprague-Silgado (2017). «The Caribbean cruise ship business and the emergence of a transnational capitalist class,» Journal of world systems research, 23:1, pp. 93-125.

[ix] Ross Klein (2001/2002). «High seas, low pay: working on cruise ships,» OurTimes: Canada’s independent labour magazine.

[x] Carla Freeman (2000). High tech and high heels in the global economy: Women, work, and pink-collar identities in the Caribbean. Durham, NC, USA: Duke University Press.

[xi] Ross Klein (2005). Cruise ship squeeze: The new pirates of the seven seas. Gabriola, BC, Canada: New Society Publishers.

[xii] See for instance: Dylan Kerrigan (2015). «Transnational anti-black racism and state violence in Trinidad.» Cultural anthropology website. https://culanth.org/fieldsights/692-transnational-antiblack-racism-and-state-violence-in-trinidad.

[xiii] Jeb Sprague-Silgado (2018). «Global Capitalism, Haiti, and the Flexibilization of Paramilitarism,» Third World Quarterly.

https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/01436597.2017.1369026.

[xiv] Naomi Klein (2009). The shock doctrine: The rise of disaster capitalism. New York, NY, USA: Picador; Janise Elie. (2017) «‘It feels like Dominica is finished’: life amid the ruins left by Hurricane Maria.» The Guardian. https://www.theguardian.com/global-development/2017/nov/01/it-feels-like-dominica-is-finished-life-amid-the-ruins-left-by-hurricane-maria.

[xv] Hilbourne Watson, Eds. (2015). Globalization, sovereignty and citizenship in the Caribbean. Mona, Jamaica: The University of the West Indies Press.

Jeb Sprague-Silgado ejerce en la «University of California, Santa Bárbara». Es autor de «Globalizing the Caribbean: Political Economy, Social Change, and the Transnational Capitalist Class» (Temple University Press, 2019), y «Paramilitarism and the Assault on Democracy in Haiti» (Monthly Review Press, 2012).

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