Hace un mes se reunió en Estados Unidos el Presidium de la Internacional Socialista, una organización formada por más de un centenar y medio de partidos socialistas y socialdemócratas de 126 países, que se considera sucesora de la Primera y Segunda Internacionales, y de la Internacional Socialista de los Trabajadores, y que tiene una historia de más de 150 años.
En la historia de la Internacional Socialista constan nombres tan famosos como Engels, Liebknecht, Luxemburg, Kautsky, Vandervelde, Bauer, Adler y Bebel. La historia de la Internacional Socialista del siglo XX está indisolublemente ligada al que fuera primer ministro de Suecia Olof Palme, al expresidente de Francia François Mitterrand, y el que fuera canciller socialista de la Alemania de posguerra Willy Brandt. Por cierto, fue Brandt quien estableció un eje de trabajo para que la Internacional Socialista considerara los problemas más importantes del mundo relacionados entre sí, no de forma aislada: guerras y paz, desarrollo económico, desarrollo de la democracia y garantías de una auténtica independencia nacional, relaciones entre el mundo desarrollado y los países en desarrollo, ecología, etc.
En el siglo XX la Internacional Socialista se convirtió en sujeto de la política mundial al analizar y trabajar los problemas globales no desde posturas abstractas, sino desde posturas ideológicas y políticas, y poner de relieve los signos obvios de la crisis del modo de vida capitalista. Cobró nueva viva en la segunda mitad del siglo XX y se convirtió en el portavoz y representante más influyente de las ideas del socialismo en el panorama mundial.
Los principios políticos clave de la Internacional Socialista son libertad, justicia y solidaridad, y están consagrados en su principal documento programático, la «Declaración de Principios de Estocolmo».
El actual presidente de la Internacional Socialista es el presidente del gobierno español Pedro Sánchez, un político muy brillante, capaz de expresar muy bien sus ideas.
Nosotras, las personas socialistas ucranianas, observamos la reunión del Presidium de la Internacional Socialista, sus declaraciones unitarias y progresistas con alegría, envidia sana y un cierto desconcierto.
Con alegría, porque el movimiento socialista mundial no ha muerto siguiendo el ejemplo de la Internacional Socialista, sino que, por el contrario, ha declarado que está creciendo y fortaleciéndose, consolidándose, fijándose tareas modernas vitales para toda la humanidad, se encamina a objetivos globales, tiene la posibilidad de ser un actor global en oposición a los neoliberales y oligarcas, y sus satélites.
La envidia sana se debe únicamente a que las personas socialistas ucranianas no están representadas en la Internacional Socialista ni participan en sus actividades. Una de las razones de ello es que el régimen del presidente Zelensky ha aplastado y prohibido los partidos socialistas ucranianos y otros partidos de izquierda, de modo que no hay nadie que pueda presentar la solicitud oficial para participar.
Nuestro desconcierto se debe a que nosotras, personas de izquierda ucranianas, no entendemos la falta absoluta de reacción por parte de la Internacional Socialista en general y de sus miembros en particular ante la persecución por parte de las actuales autoridades ucranianas del movimiento de izquierda ucraniano, de sus dirigentes y de sus miembros en Ucrania desde hace ya casi tres años.
Es imposible que la Internacional Socialista, su presidente y muchos de sus partidos miembros europeos no sepan que desde el comienzo de la guerra el gobierno ucraniano ha acabado con todos (insistimos ¡TODOS!) los partidos de izquierda ucranianos, que han sido ilegalizados con acusaciones descabelladas y absolutamente absurdas e infundadas. Aquellos de sus dirigentes y miembros que no pudieron abandonar el país fueron asesinados o encarcelados: el 6 de marzo de 2022 los hermanos comunistas Kononovich fueron detenidos y encarcelados; el 10 de marzo de 2022 fue detenido periodista socialista Jan Taksyur; el 19 de marzo de 2022 fue detenida Olena Berezhnaya, política de la oposición y defensora de los derechos humanos; el 22 de febrero de 2022 se detuvo a Dmytro Skvortsov, bloguero y publicista; el 19 de marzo de 2022 fue detenido Yuri Tkachev, periodista de izquierda; el 31 de marzo de 2022 se detuvo a Gleb Lyashenko, periodista y bloguero de la oposición. Un año después, Ilya Kiva, antiguo jefe del Partido Socialista de Ucrania, fue asesinado en Moscú por un agente de los servicios de seguridad ucranianos. Podríamos rellenar otras dos páginas con la lista de represión. Nacionalistas y radicales han cometido actos vandálicos contra las sedes de los partidos de izquierda.
Los partidos de izquierda de Ucrania, y en particular la Unión de Fuerzas de Izquierda de Ucrania, fueron ilegalizados por el mero hecho de defender la paz, la necesidad de cesar inmediatamente las hostilidades e iniciar negociaciones de paz; por denunciar la amenaza de una catástrofe nuclear, señalar directamente a quienes se benefician de la guerra en Ucrania (la oligarquía y el complejo militar-industrial), denunciar una corrupción de proporciones catastróficas y el auge del neonazismo en el país, la destrucción de la economía nacional y el enriquecimiento de oligarcas y funcionarios cercanos al presidente. Denunciaron en genera todo aquello que hoy denuncian incluso los medios de comunicación al servicio de la oligarquía mundial.
Los muchos llamamientos que hemos hecho a muchos partidos de izquierda en Europa, en particular al PSOE, y personalmente al presidente de la Internacional Socialista, Pedro Sánchez, quedaron simplemente sin respuesta. ¿A qué se debe? ¿A la indiferencia? Entonces, ¿dónde están la solidaridad mundial y la ayuda mutua de la izquierda, que tan a menudo se menciona en los congresos de la Internacional Socialista? ¿Dónde están sus declaraciones de «Solidaridad», «Libertad», «Justicia»? ¿O atañe solo a los miembros de la Internacional Socialista y no a los demás partidos de izquierda? ¿Dónde están vuestras protestas en solidaridad con nosotros dentro de la Internacional Socialista? ¿Por qué vuestros dirigentes, como Sánchez y Scholz, saludan alegremente a los jefes del régimen de Zelensky en vez de señalar de forma severa y socialista sus evidentes rasgos dictatoriales y nacionalistas?
¿O se trata acaso del apoyo tácito de los dirigentes de la Internacional Socialista y de los partidos socialistas europeos a la represión y persecución de las personas socialistas y comunistas ucranianas? ¿Por qué? ¿Qué han hecho? No quiero creerlo, pero ¿cómo explicar, si no, su silencio a lo largo de estos años? ¿Ignorancia? Es absurdo, puesto que yo personalmente os informé de ello.
La impostura, las buenas palabras, las consignas, las declaraciones y los posicionamientos cara a la galería difícilmente bastarán para igualar el papel, el poder y la profundidad de tus convicciones a las de Brandt y Palme. Este comportamiento y esta actitud de «no veo nada, no oigo nada, no digo nada» reducirán el nivel político en el ámbito mundial de la Internacional Socialista a algo en absoluto decisivo y sin capacidad de influir. Y su actual peso específico en la política mundial del nuevo milenio puede llegar a ser nimio en comparación con la época de Brandt.
Como dijo acertadamente el entonces jefe de la Internacional Socialista, B. Carlsson, hace unos 35 años, «los congresos de la organización se convierten en ríos de bellas palabras que se secan en el desierto de la inactividad».
Los objetivos globales declarados en la reciente reunión del Presidium están bien, pero evidentemente vale la pena empezar poco a poco: aprender a defender a la izquierda en otros países, ser duros e inflexibles con los enemigos del socialismo y defender de forma fidedigna el movimiento de izquierda en todo el mundo. Solo entonces podremos avanzar hacia la tesis principal de la Internacional Socialista: construir una coalición mundial para el progreso mundial.
Recordemos que casi todos los partidos de izquierda fueron perseguidos en sus propios países, sus dirigentes y sus miembros padecieron la cárcel o se vieron obligados a exiliarse, algunos de ellos fueron destruidos por los regímenes gobernantes. Pero no solo se acabaron levantaron tras estar arrodillados, sino que en muchos Estados se convirtieron en los partidos ganadores, en los partidos gobernantes. Nosotros también creemos en esos momentos brillantes de victoria del socialismo moderno en Ucrania, y trabajamos por ello, incluso estando en el exilio y perseguidos.
Hoy necesitamos apoyo y protección, lo que mostrará en la realidad y no en forma de meras palabras la unidad del socialismo en un solo puño, una sola fuerza en todo el mundo.
Maxim Goldarb es presidente de la Unión de Fuerzas de Izquierda-Por un Nuevo Socialismo.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.