
El conflicto armado de Ucrania, como es inevitable en este tipo de procesos, ha venido acompañado de una guerra de relatos en la que la propaganda, la mentira y la tergiversación histórica están haciendo su agosto. Ambos bandos compiten en la descalificación del adversario con argumentos que es imprescindible aquilatar para no caer en maniqueísmos de muy mal pronóstico.