El proyecto nacional de país democrático se confronta contra el proyecto que venía siendo desarrollado militar y políticamente por el fascismo y el neoliberalismo armado colombianos, es decir, lo que el Pacto Histórico ha denominado «la política de la muerte».
Categoría: Colombia
Triunfó la Colombia profunda, periférica, trabajadora y excluida. Se derrotó parcialmente a esa otra parte de la población que es superficial, centralista, rentista y excluyente.
Al pensar en mi hijo Santiago, cómo ocultar la emoción por el triunfo de Gustavo Petro en Colombia… y, más allá, por el futuro de todos sus hijos que durante más de 200 años han soportado la violencia, la exclusión, la marginalidad, la injusticia, la intolerancia, del conservatismo.
Tras un inconcluso acuerdo de paz, y como consecuencia de un estallido social sin precedentes, Colombia será gobernada ahora por una coalición progresista. ¿Podrá un país con 70 años de guerra a cuestas convertirse en una potencia mundial de la vida?
En Colombia el racismo es una pandemia interiorizada que sus portadores no logran visibilizar.
La corta historia republicana colombiana no ha estado exenta de tensiones separatistas, basta recordar que el 3 de noviembre de 1903 Panamá declaró su independencia bajo el cobijo del gobierno estadounidense
El triunfo electoral de Gustavo Petro, convirtiéndose en el nuevo presidente de Colombia e identificado como de izquierda, ha producido en muchas personas, dentro y fuera del hermano país, cierta euforia sobre los cambios que éste impulsaría.
La paz completa es tal vez una de las más profundas aspiraciones de todos los colombianos. Erradicar la violencia de manera definitiva constituye en anhelo genuino de los sectores populares, los más afectados por el uso de la fuerza por las castas oligárquicas que recurren al atropello para mantener sus privilegios y el control de los puntos neurálgicos del poder político y del Estado.
Lo que ha ocurrido en la historia política y social de Colombia, con el triunfo del pueblo en las urnas para gobernar el país, no cabe en las distinciones usuales y duales del siglo XX, etiquetado en izquierda o derecha, blanco o negro, masculino o femenino, arriba o abajo, bonito o feo.