
Los modelos climáticos deben tener en cuenta numerosos factores, incluidos procesos naturales que se pasan por alto, como la degradación del suelo. El suelo, que contiene el 80% del carbono de la Tierra, libera gases de efecto invernadero en condiciones de sequía, lo que podría exacerbar el cambio climático. Una nueva investigación destaca la importancia de incorporar la salud del suelo en las predicciones climáticas y aboga por el uso sostenible de la tierra para mitigar estos efectos.