Es una evidencia tozuda que poder político y religión forman “parte de un mismo todo”, gobierne quien gobierne. Esto lo he aprendido tras décadas de una amplia experiencia política y societaria, bajando “al barro” y remando, en muchas ocasiones, contra corriente. Por ello, en esta etapa de mi vida, a mí, las y los políticos del PSOE, Izquierda Unida, Podemos, nacionalistas de centro izquierda, etc. etc. y las coaliciones “supuestamente progres” que pudieren venir… ya no me van a dar más “palmaditas en la espalda”, ya no me van a “tomar más el pelo”.