Preocupada por la amplia implantación de molinos y placas solares, la población se rebela ante una tendencia que califica como “especulación energética”.
Contra el calentamiento global y la contaminación, la reconversión energética es una necesidad e Italia, comparada con el resto de Europa Occidental, va con retraso. Pero en muchas zonas el paso de las fuentes de energía fósiles a las renovables está demostrando ser otra oportunidad para el negocio descontrolado con consecuencias devastadoras para el medio ambiente y las comunidades.
Uno de los territorios más afectados por la avalancha de plantas eólicas y fotovoltaicas es Cerdeña, donde en los últimos meses se están organizando asambleas y marchas. Cada vez son más los alcaldes, los ciudadanos y los comités que protestan contra la “especulación energética”.
A pesar de algunos medios de comunicación y de algunas grandes asociaciones ecologistas italianas (vinculadas a partidos de centro-izquierda), que acusan a quienes protestan de defender el carbón y el metano, los comités no están en contra del uso del sol y el viento, sino que exigen que la conversión energética no convierta el paisaje sardo en un paisaje industrial, y que las modalidades las decidan los ciudadanos en proporción a sus necesidades. En pocas palabras, que la reconversión energética sea favorable a la reconversión ecológica, y no un obstáculo.
En cambio, “en 2022 el Gobierno Draghi impuso la liberalización total del mercado energético, dando vía libre a la especulación”, explica a El Salto Diario Antonio Muscas, del comité Su Entu Nostu [Nuestro Viento]. La legislación considera todas las plantas de producción de energía como “sitios de interés estratégico nacional”, excluyendo a los municipios de cualquier decisión y otorgando a las empresas privadas, a menudo multinacionales, un enorme poder discrecional.
En Cerdeña hay actualmente 824 solicitudes
de autorización para otras tantas centrales eólicas y solares con una
capacidad total de 57 gigavatios, una séptima parte de todas las
presentadas en Italia, a pesar de que la isla sólo tiene 1,5 millones
de habitantes de los 60 totales del país.
“Es una cifra enorme: en
Cerdeña, las fuentes renovables producen actualmente más de 2
gigavatios de una capacidad total de producción de 5. Cerdeña ya
produce un 40% más de electricidad de la que consume, por lo que no es
necesario aumentar la producción”, señala Muscas.
Es cierto que Cerdeña produce actualmente sólo el 34% de su energía a partir de fuentes renovables y el 66% restante a partir de combustibles fósiles, pero eliminando el excedente del 40% de la cuota producida a través de las fuentes tradicionales, que se exporta al resto de Italia, la región alcanzaría inmediatamente los objetivos fijados por la UE para 2030.
“Ya hay parques eólicos que siguen recibiendo subvenciones públicas, pero que deben desconectarse de la red porque en Cerdeña se produce demasiada energía en comparación con la capacidad de almacenamiento y transporte. ¡No tiene sentido multiplicar por once la potencia actualmente instalada! Por eso denunciamos el carácter especulativo de la operación, que enriquece a empresas privadas creadas a menudo sólo para acaparar subvenciones públicas, sin garantizar ningún beneficio a la población”, explica Muscas.
Además de inútiles, muchos de estos proyectos son devastadores para el territorio: “Hablamos de decenas de miles de hectáreas de terreno que serían ocupadas por las plantas, algunas de las cuales amenazan nuestro patrimonio histórico y arqueológico. Muchas plantas fotovoltaicas se están construyendo también en terrenos agrícolas”.
A finales de abril, por ejemplo, Chint, la mayor fábrica china de paneles fotovoltaicos, compró a la española Enersid más de 1.000 hectáreas de terreno en el norte de Cerdeña para construir el mayor parque eólico de Europa.
Los
comités, que siguen surgiendo y se han coordinado a escala regional,
piden que se paralicen todas las autorizaciones concedidas hasta ahora.
“Necesitamos tiempo para elaborar un plan energético regional que
tenga en cuenta las necesidades energéticas reales de la región y evite
el uso indiscriminado y perjudicial de las fuentes renovables”, resume
Muscas, ingeniero de 54 años implicado desde hace años en cuestiones
energéticas.
Los partidos de derechas, que gobernaron Cerdeña hasta febrero, se preocuparon de no promulgar la moratoria, aunque ahora intentan instrumentalizar las protestas. La nueva administración de centro-izquierda, en cambio, votó a principios de julio a favor de detener durante 18 meses las nuevas instalaciones. Pero la medida no satisface a los comités, como sigue explicando Muscas: “Desgraciadamente, la presidenta de la Región, Alessandra Todde, que en campaña electoral había prometido congelar todos los proyectos, tras haber aprobado una ley de salvaguardia parcial, inadecuada y probablemente ineficaz, ahora da marcha atrás. En lugar de utilizar las protestas para presionar más al gobierno italiano y a las empresas, acusa a los ciudadanos y a los comités de haber sido manipulados. No sólo no se han bloqueado los proyectos aprobados, sino que su ejecución se ha acelerado con la apertura de numerosas obras”.
La ley regional sólo afecta a las centrales que deben construirse en tierra firme, dejando el campo abierto a las torres eólicas en el mar, que ponen en peligro la pesca y la supervivencia de la fauna. “La Región ha aceptado el límite mínimo de potencia renovable que debe instalarse en Cerdeña, que es de 6,2 gigavatios, fijado sin ningún criterio, y la ausencia de un techo sin el cual los 800 proyectos presentados hoy y los que están en camino serán todos potencialmente viables”, concluye el representante de los comités.
En las últimas semanas, las protestas se han multiplicado y se han vuelto más decididas. Desde hace semanas, el puerto de Oristano está ocupado por centenares de personas que cada noche intentan, haciendo muralla, sentándose en el suelo o simplemente caminando muy despacio delante de los camiones, bloquear o al menos retrasar el tránsito de los enormes aerogeneradores hasta los lugares donde van a instalarse. La policía no ha reaccionado bien a la movilización y ya ha imputado a 16 personas por diversos delitos, y en la noche del 15 al 16 de julio intervino con dureza contra los manifestantes pacíficos.
Los aerogeneradores son tan grandes que hay que dividirlos en varias partes para poder transportarlos. Hablamos de torres de fibra de hasta 240 metros de altura que deben anclarse a una base metálica y de hormigón de casi 1.000 metros cúbicos, de decenas de metros de profundidad y anchura, para poder implantarse en el suelo. Cuando las torres ya no sean utilizables, en 25 o 30 años, estos “edificios” subterráneos permanecerán abandonados en el suelo. Para permitir el paso de los vehículos que transportan las torres (que pueden tener más de 18 metros de diámetro), hasta ahora ya se han destruido partes de carreteras y de puentes y se han talado cientos de árboles.
Comités y ciudadanos están preocupados por el impacto que estos gigantes tendrán en el paisaje y el patrimonio arqueológico de la isla, por lo que muchas de las manifestaciones organizadas en las últimas semanas han tenido lugar precisamente en torno a monumentos simbólicos amenazados por las torres eólicas, como la Basílica de Saccargia —una iglesia románica del siglo XII cerca de Sassari— o algunos nuraghe —edificios megalíticos construidos en el II milenio a.C.
Muchos de los ciudadanos y ciudadanas que protestan denuncian la actual como la “cuarta colonización” de la isla. Cerdeña fue conquistada por los piamonteses en 1720, y a partir de ese momento se inició un fuerte proceso de asimilación lingüística y cultural que continuó con la formación del Estado italiano. Un tercio de los bosques sardos se talaron en pocos años para fabricar las traviesas de los ferrocarriles italianos, mientras que la isla conserva un sistema ferroviario que data del siglo XIX. Después, en nombre del “desarrollo”, en los años 60 y 70 se llenó de industrias contaminantes y nocivas que en muchas zonas siguen causando miles de muertes por cáncer y otras enfermedades. Por último, Cerdeña fue elegida para probar las armas y entrenar los ejércitos italiano y de la OTAN, albergando el 60% de las bases y polígonos militares existentes en Italia.
Los datos sobre la producción de energía a partir de fuentes renovables en las distintas regiones italianas ponen de manifiesto la elección estratégica de los distintos gobiernos y multinacionales de centrarse en el sur y las islas: Apulia está a la cabeza con 5,4 gigavatios-hora, seguida de Campania y Sicilia con 3,3 y luego Cerdeña con 1,7. Las regiones del norte de Italia, que consumen mucha más energía de la que producen, se sitúan en cambio al final de la clasificación, con porcentajes irrisorios.
Mientras continúan las protestas, en los últimos días se ha creado un nuevo comité con el objetivo de recoger decenas de miles de firmas para celebrar un referéndum —sólo consultivo— que permita a los sardos expresar su opinión.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/italia/cerdena-dice-no-colonizacion-energetica