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Che: «hoy comienza una nueva etapa»

Fuentes: Rebelión

«¿Dónde está la llave del destino del Che Guevara? ¿Dónde está la llave del futuro? El miedo de no encontrarla, / el pánico me agarra. Pero la llave está en nuestras manos, / estoy seguro.» Yevgueni Yevtushenko. Poema La llave del Comandante. El 3 de noviembre de 1966, Che arribó a Bolivia, y el día […]

«¿Dónde está la llave del destino del Che Guevara?

¿Dónde está la llave del futuro?

El miedo de no encontrarla, / el pánico me agarra.

Pero la llave está en nuestras manos, / estoy seguro.»

Yevgueni Yevtushenko. Poema La llave del Comandante.

El 3 de noviembre de 1966, Che arribó a Bolivia, y el día 7 se instaló en la finca de Ñancahuazú, y ese mismo día inició las notas en su Diario con esta frase: «Hoy comienza una nueva etapa». En realidad se iniciaba una gesta liberadora de proyección continental que, por los azares del destino, de las circunstancias y de la historia, no alcanzó el triunfo al caer su máximo líder, primero prisionero y después asesinado, los días 8 y 9 de octubre de 1967. Inspiradas en su ejemplo e ideales otras fuerzas populares se encargaron de reivindicarle y convertir en triunfo aquel su grito de guerra de hasta la victoria.

En memoria de este episodio latinoamericano, hoy quisiera recalcar las pruebas de estoicismo de aquel ser humano heroico y sensible, que pedía modestamente a sus padres que se acordaran de vez en cuando del «pequeño condotiere del siglo XX». Y lo decía con la convicción de quien sentía bajo sus talones «el costillar de Rocinante» y que, al igual que un Quijote moderno, volvía «al camino con la adarga al brazo» para combatir no contra los molinos de viento de la Mancha, sino contra el imperialismo y sus lacayos, que eran y son los enemigos reales de los pueblos.

Cuando aún no era el legendario jefe guerrillero en la Sierra Maestra; Che se distinguía por su capacidad para sobreponerse, a fuerza de voluntad y sacrifico, a los retos que le imponía una realidad adversa. Fidel lo describió así en un discurso en Argentina, el 26 de mayo del 2003:

«Pero les voy a decir una de las características del Che y una de las que yo más apreciaba, entre las muchas que apreciaba mucho: él todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl, un volcán que está en las inmediaciones de la capital. Preparaba su equipo -es alta la montaña, es de nieves perpetuas-, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima. El asma obstaculizaba sus intentos. A la semana siguiente intentaba de nuevo subir el «Popo» -como le decía él- y no llegaba; pero volvía a intentar de nuevo subir, y se habría pasado toda la vida intentando subir el Popocatépetl, aunque nunca alcanzara aquella cumbre (Aplausos y exclamaciones). Da idea de la voluntad, de la fortaleza espiritual, de su constancia, una de esas características.»

Con los años y con sus experiencias guerrilleras, aquella inclinación natural y su afán de domeñar las adversidades y los escollos más grandes, alcanzaron un desarrollo tal que le permite confesar a sus padres, en la carta de despedida, lo siguiente: «Una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrán unas piernas fláccidas y unos pulmones cansados.»

Un hombre culto; a la vez médico y paciente conocedor de su enfermedad crónica, el asma, y con las experiencias agónicas vividas por su causa; además consciente de la evolución biológica derivada de la edad; refleja tal vez los dos polos de su existencia en esos momentos: Uno, la voluntad y constancia sobrehumanas que había cultivado, y dos, sus flaquezas o debilidades resumidas en «unas piernas fláccidas y unos pulmones cansados».

Esos «pulmones cansados» tuvieron su expresión asmática desde la niñez temprana, y le acompañó a lo largo de su vida. Por ejemplo, en las condiciones extremas como guerrillero en Cuba, menciona en sus notas del Diario (1956-1958) los episodios asmáticos, algunos muy severos, en 24 ocasiones, aunque es posible que otras crisis no fueran anotadas porque fueran resueltas oportunamente con medicamentos.

En Bolivia, las referencias en su Diario (1966-1967) a las crisis asmáticas sumaron 30 días, con el agravante de la falta de los medicamentos eficaces e imprescindibles, principalmente señalados en los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Verbigracia, el día 23 de junio apunta que «el asma me estás amenazando seriamente y hay muy poca reserva de medicamentos» y al día siguiente «mi asma aumenta».

Sólo su tesón y su voluntad espartana, le mantenían enhiesto al frente de su grupo, dando pruebas de un espíritu indomable como un rebelde Sísifo de una nueva época revolucionaria, y que confesaba los días l4 y 16 de marzo de 1967, que tenía «un cansancio como si me hubiera caído una peña encima», y «una debilidad extrema».

El ser humano estoico y optimista no podía dejar de estar consciente de los desafíos que encaraba en una lucha que él mismo vaticinaba como larga, tal vez de unos diez años, y sincero como era, hasta los mismos tuétanos, anotaba y confesaba el día de su cumpleaños: «He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy «entero».

La proeza del Che y la guerrilla en Bolivia durante 11 meses estuvo inspirada en las ideas cardinales expresadas a sus compañeros. «Este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana, pero también nos permite graduarnos de hombres: los que no puedan alcanzar ninguno de estos dos estadios deben decirlo y dejar la lucha.»

Después de caído físicamente, Che, ubicado en el escalón más alto de los hombres, empezó su otra vida espiritual que ya ha cumplido su 50 aniversario.

En el transcurso de estos años, otros actores o protagonistas han caído o triunfado por la misma vía u otras en este continente, que sigue siendo un escenario para nuevas batallas de aquel que en su época tuvo la virtud de pulir su voluntad con una delectación de artista a fin de contribuir a la liberación de los pueblos oprimidos.

Y es que, como señalara Fidel :»Son muchos los recuerdos que nos dejó, y es por eso que digo que es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido, lo cual no tendría importancia si uno no cree que hombres como él existen por millones y millones y millones en las masas.

Los hombres que se destaquen de manera singular no podrían hacer nada si muchos millones, iguales que él, no tuvieran el embrión o no tuvieran la capacidad de adquirir esas cualidades.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.