A los pies de los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia, se encuentra una pequeña localidad italiana que desde hace años es noticia en los medios de comunicación que no han caído en las garras de Berlusconi; ese pueblo, aparentemente tranquilo, es Chiomonte. Un lugar hermoso que está tomado por las fuerzas de […]
A los pies de los Alpes, en la frontera entre Francia e Italia, se encuentra una pequeña localidad italiana que desde hace años es noticia en los medios de comunicación que no han caído en las garras de Berlusconi; ese pueblo, aparentemente tranquilo, es Chiomonte. Un lugar hermoso que está tomado por las fuerzas de seguridad. La razón es la resistencia que un grupo, no muy numeroso pero bien organizado de italianos e italianas, ejercen frente al megaproyecto de un tren de alta velocidad que conectará la ciudad italiana de Turín con Lyon, en Francia.
La obra requiere atravesar las majestuosas montañas de los Alpes con un túnel de 70 kilómetros que tendrá un grave impacto ambiental, social y económico. Aunque el arco alpino entre Francia e Italia está conectado por tres autopistas y dos líneas de tren, se argumenta que con el TAV se ahorrarán 40 minutos. El proyecto, basado en estudios de los ’70, aspira a ampliar la línea hasta Ucrania.
Ecologistas, partidos de izquierda, colectivos sociales diversos e intelectuales se oponen a esta obra que va a costar una fortuna a las arcas italianas y la UE. El humorista, escritor y activista Beppe Grillo en varios artículos da cuenta de la conexión entre la mafia y los empresarios que van a ejecutar la obra, muchos amigos de Berlusconi y habituales en la financiación de sus campañas electorales.
Sin descanso, un colectivo de hombres y mujeres de todas las edades resisten en dos campamentos situados en la zona que pretenden atravesar las máquinas tuneladoras. El primero se encuentra en el monte conocido como La Maddalena, a 500 metros del pueblo. Allí los activistas han instalado sus tiendas de campaña y justo en frente los Carabinieri permanecen también acampados. Favio, un siciliano que acaba de llegar, asegura que son ellos, los activistas, los que controlan a la policía y no al revés. Entre el pueblo y el monte están desplegados cuatro cuerpos policiales, además de ‘los secretas’ que saltan a la vista en las calles de Chiomonte.
Los vecinos, con su alcalde a la cabeza, también se oponen al proyecto. En esas montañas hay uranio que pasará a la atmósfera contaminando el aire alpino. Los chiomontanos dan cobijo en sus casas a los italianos llegados de todos los puntos del país para luchar contra el TAV, muchos han sufrido las violentas cargas policiales en las calles del pueblo como la del 3 de julio de 2011, cuando 60.000 activistas se enfrentaron a 2.200 policías que lanzaron gases lacrimógenos y consiguieron desmontar el campamento bautizado como la Libera Repubblica della Maddalena.
Ese día se ocupó otro trozo del territorio y se montó otro campamento de resistencia al TAV. Está instalado enfrente del primero, pero hay que recorrer 14 km por carretera porque la policía ha cortado el acceso. Las tiendas de campaña y una casa construida por los activistas vigilan la que será la boca del túnel, aún por abrir. Los carabinieri están a apenas 20 metros y por la noche destruyen las fortalezas que han construido los activistas.
«Hacemos casas en los árboles para resistir. Defendemos el territorio», dice Doriana. Los días se presentan difíciles, cada vez llega más policía. La resistencia, tras 20 años, continúa en este rincón de los Alpes.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Chiamonte-una-lucha-larga-y.html