El capitalismo transnacional en América Latina ha adoptado una serie de formas cada vez más obvias, en su pretensión de camuflar los grandes niveles de explotación de sus recursos naturales, de su mano de obra barata y de sus regímenes arancelarios especiales. El enclave bananero, la Alianza para el Progreso, la instalación de empresas maquiladoras, […]
El capitalismo transnacional en América Latina ha adoptado una serie de formas cada vez más obvias, en su pretensión de camuflar los grandes niveles de explotación de sus recursos naturales, de su mano de obra barata y de sus regímenes arancelarios especiales. El enclave bananero, la Alianza para el Progreso, la instalación de empresas maquiladoras, la concesión de aeropuertos y telecomunicaciones, la deuda externa, el papel decorativo del Estado, el ataque a los derechos sociales, la concesión de represas hidroeléctricas y la firma del Tratado de Libre Comercio con Centroamérica y República Dominicana, son las modalidades más preclaras del reinado absoluto de la real politik, de programas de ajustes estructurales que en la práctica están por encima de la vulnerable carta fundacional, y de tentativas emancipatorias de país.
A la lista de saqueo se suma: «The Charter Cities» o «Ciudades Modelos», que no pasaron del primer control de constitucionalidad, bajo el nombre de Regiones Especiales de Desarrollo (RED), como resultado del repudio masivo al decreto legislativo que las creaba. Los Magistrados de la Sala Constitucional en Honduras que declararon la inconstitucionalidad de las Ciudades Modelos, fueron quitados de sus puestos, y en su lugar se nombró a otros. Por ello, con una nueva sala constitucional, las ciudades Modelos fueron aprobadas ilegalmente con el mismo contenido, y bajo otro nombre: Zonas de Empleo y Desarrollo Económico sujetas a regímenes especiales.
El Congreso Nacional ha demostrado ser un súper poder. En el reciente pasado dio un fuerte golpe a la institucionalidad democrática, defenestrando a un Presidente de la República, y dirigido en su momento por el actual presidente, Juan Orlando Hernández, siendo únicamente un poder constituido, se atribuyó las facultades del poder constituyente, y lesionó la organización territorial del país al incorporar esos regímenes especiales, no aceptados en el artículo 294 de la Constitución de la República., y le quitó al poder judicial la facultad de impartir justicia en las zonas especiales, vulnerando el artículo 303 constitucional, y en la planificación del desarrollo económico y social, soslayó la presencia de las organizaciones políticas, económicas y sociales debidamente representadas, quebrantando la obligatoriedad del artículo 329 de la Constitución de la República. Estas vulneraciones vienen acompañadas de otras violaciones constitucionales a derechos fundamentales como el derecho a la libre circulación en el país, el derecho a la igualdad ante la ley, y el derecho de gozar de los bienes pertenecientes a las diferentes nacionalidades como los ríos y los mares.
Sin lugar a dudas, la inconstitucionalidad trasunta la aprobación de ciudades modelos en Honduras. Sin embargo, ya estamos acostumbrados a que una ley secundaria esté por encima de la carta fundacional, en un sistema político que no respeta la jerarquía normativa de leyes, inscrita dentro del contexto de un sistema universal que consagra la supremacía de la Constitución en cualquier país. Con la proyección legal de su funcionamiento, las ciudades modelos se convertirán como en la antigua Grecia, en ciudades-estados, como entidades de derecho público, con su autodeterminación, con sus propios sistemas legales, con su gobierno administrativo, judicial y legislativo, con su territorio autónomo y sus propios ciudadanos. Los que quedemos afuera de esas islas de desarrollo, no tendremos ni siquiera derecho de salida al mar ni a bañar en los ríos privatizados. Seremos prisioneros en nuestro propio país, con una significativa cantidad de fronteras infranqueables, y un remedo de Estado que quedará únicamente para recaudar impuestos y para realizar trámites burocráticos.
Las ciudades modelos son, las tentativas más agresivas de penetración del capital extranjero, pues en lenguaje legal despojan a Honduras de su territorio, de su soberanía territorial, política, económica y jurisdiccional. Son la muestra más palpable de que la fase de dominio de mercados, a través de la concentración de capitales y sus correspondientes monopolios, pasa a la fase de conquista legal de territorios, vulnerándose la integridad territorial y el concepto tradicional de soberanía, y creándose en la práctica una atomización del país, en varias ciudades o provincias que serán países que adquirirán autonomía bajo la premisa de la inversión económica, y a través de C entros financieros internacionales, Centros logísticos internacionales, Ciudades autónomas, Cortes comerciales internacionales, Distritos especiales de inversión, Distritos energéticos renovables, Zonas económicas especiales, Zonas sujetas a un sistema jurídico especial, Zonas agroindustriales especiales, Zonas turísticas especiales, Zonas mineras sociales y Zonas forestales sociales.
Tampoco, tenemos que soslayar que ciudades modelos ya han existido en Honduras, como las bases militares, las maquilas y los enclaves bananeros y mineros. Sin embargo, el cambio sustancial, es la pérdida de jurisdicción por parte del Estado sobre esos territorios, y esta es la razón principal por la que el pueblo de Honduras está en contra de su funcionamiento.
Las bases militares estadounidenses en nuestro país, conforman las etapas superiores de los aparatos represivos de un Estado cautivo a sus políticas militares, que poco a poco lo están convirtiendo en un Estado Libre y Asociado de lo Estados Unidos, con ciudades modelos que como grandes hormigueros producirán y concentrarán capitales.
Si por alguna razón hemos mencionado las graves violaciones a la Constitución de la República y a la legislación doméstica, que trae aneja la aprobación de ciudades modelos, debemos señalar que la legislación internacional sufre un grave traspiés, pues ya se prevé la instalación de estas, en zonas exclusivas y en las costas de Honduras, donde vive un número significativo de pueblos tribales e indígenas, como los Garífunas, los Pech, los Mayas-Chorties y los Lencas, que tienen un régimen especial de consulta y consentimiento previo, libre e informado y cuyos derechos colectivos están garantizados tanto en la legislación internacional como en la jurisprudencia del sistema interamericano, no reconocida en esta ley secundaria que crea Ciudades Modelos. Los estándares internacionales que protegen el medio ambiente natural son soslayados con la creación de regímenes especiales para zonas protegidas, forestales y mineras.
Es claro que nuestra precaria situación, ha sido instrumentalizada para lograr objetivos geopolíticos, y que la economía desde los años ochenta está dirigida por la lógica del neoliberalismo. Nuestra cultura es vulnerable al American Way of Life y su mundo de consumo en serie. Sin embargo, nunca creímos que nos convertiríamos en pedazos de países o en provincias spanglish. Esto desde luego, es el acabose de los imaginarios de identidad territorial bajo la realidad de una pluralidad de nacionalidades y cosmovisiones. Es la imposición monolítica del mundo de las fábricas, de las finanzas y de la producción, es occidente bajo eufemismos de «progresos e inversiones» que embarga íntegramente el futuro de un país pobre, con un modelo de desarrollo único y al servicio de la globalización de las privatizaciones y de la atomización de las unidades políticas territoriales.
Milson Salgado es Escritor Hondureño y Fiscal de las Etnias.
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