El opositor ruso Alexei Navalny fue condenado a cinco años de prisión que, de hacerse firmes, le apartarán de la escena política. Navalny se había convertido en el más carismático líder opositor al presidente, Vladimir Putin, gracias a sus críticas a la corrupción, sobre todo a través de internet. Opositores rusos consideran la condena como un proceso político para alejarle de la carrera electoral, en la que pensaba optar a la Alcaldía de Moscú en setiembre.
El opositor ruso Alexei Navalny retiró su candidatura a la Alcaldía de Moscú tras haber sido condenado a cinco años de prisión por malversación de fondos públicos. Navalny estaba acusado de apropiarse supuestamente de 400.000 euros en madera de una empresa pública. Si los recursos de la defensa son rechazados, la condena será firme y el principal opositor al presidente, Vladimir Putin, será inhabilitado y quedará fuera de la escena política rusa.
Navalny, que fue detenido en la misma sala del juicio en el tribunal de Kirov, envió un último mensaje a través de Twitter a sus seguidores: «No os deis por vencidos, no permanezcáis inactivos», antes de ser llevado a prisión. «Su culpabilidad está totalmente probada. No hay pruebas que confirmen las afirmaciones de Navalny según las cuales está perseguido por razones políticas», declaró el juez.
La condena supone otra vuelta de tuerca en la represión contra los opositores. «Es un mensaje destinado a atemorizar a los que sigan el mismo camino. Todo opositor que movilice a los ciudadanos fuera del sistema y organice manifestaciones debe comprender que puede ser juzgado y condenado», opina el director del centro Carnegie de Moscú, Dmitri Trenine. Opositores como el ex viceprimer ministro con Boris Yeltsin, Boris Nemtsov, han denunciado un caso «fabricado de principio a fin». Incluso un exministro de Putin, Alexei Kudrine, cree que la condena es, «sobre todo, un medio de descartar a Navalny de la vida social y del proceso electoral».
Además de la Alcaldía de Moscú, no había ocultado su intención de concurrir a las próximas elecciones presidenciales. Tras la sentencia, Navalny pidió el boicot para los comicios municipales de Moscú a los que pensaba presentarse.
Amnistía Internacional denunció «una parodia de proceso» y EEUU, la UE, el Estado francés, Gran Bretaña y Alemania expresaron su preocupación por la condena. En cuanto se conoció la sentencia, miles de opositores se concentraron en el centro de Moscú gritando «Libertad para Navalny». La Policía había cerrado y evacuado previamente la Plaza Roja y otra plaza adyacente. Al menos 60 personas fueron detenidas y 40 más en San Petersburgo, donde también hubo protestas.
Azote de la corrupción y liberal con tintes xenófobos
Alexei Navalny, abogado de 37 años, orador carismático y azote de la corrupción se ha convertido en el líder de la oposición a Vladimir Putin. «Un día venceremos y seremos nosotros los que los llevaremos a la cárcel. Yo mismo he elegido este destino», afirmó en abril, al inicio del proceso que ha acabado con una condena de cinco años. Pasó por el partido liberal Yabloko, pero en 2007 fue excluido por sus posturas ultranacionalistas, ya que abogaba por limitar la llegada de inmigrantes de las antiguas repúblicas soviéticas. Siguió cuestionando la legitimidad de Putin desde su propio espacio. Gracias a internet, su blog y una página creada para denunciar la corrupción, ha ido imponiéndose entre la oposición. Acecha las cuentas y ofertas de la administración y publica documentos con los intereses no declarados de diputados y autoridades, incluido Sergei Sobianine, cercano a Putin, al que quería disputar la Alcaldía de Moscú. Tras las legislativas de 2011, que levantaron una ola de rechazo sin precedentes, Navalny se impuso por sus intervenciones vehementes y discursos virulentos. Fue condenado a 15 días de calabozo y fue bien publicitado por la prensa occidental.
Sus posturas van del liberalismo a la participación en marchas con claros tintes racistas. En 2010, Navalny cursó durante medio año estudios en la Universidad de Yale, en un programa reservado a potenciales líderes de opinión del mundo, con lo que el Comité de Instrucción, órgano extrajudicial que controla a la oposición, no tardó en sospechar que había sido «formado» bajo el diseño de EEUU.