Las movilizaciones en Haití contra las maniobras antidemocráticas de perpetuación del gobierno, tanto como las manifestaciones contra la violencia ejercida por carabineros en Chile, o las propias elecciones ecuatorianas dan cuenta sobre nuevos consensos sociales en Nuestramérica con sentido crítico a la ofensiva liberalizadora del capital más concentrado que actúa en la región.
Existen señales de disputa de los consensos sociales en un momento de recrudecimiento de los problemas sanitarios por el COVID19 y sus impactos económicos. Estos están agravados por una desaceleración que viene de arrastre y, a los que se suman problemas estructurales que dejan un balance serio de incremento de la pobreza, del desempleo y la pérdida de derechos sociales. Al mismo tiempo se verifica la fuerte concentración de la riqueza y del ingreso en pocas manos. Se confirma así la tendencia al incremento de la desigualdad, tal como lo confirman los datos difundidos por la CEPAL.
Un rápido análisis de esta situación señala las dificultades políticas que en la región se presentan, con límites a la ofensiva “neoliberal” construida desde comienzos de los años 70 del Siglo XX, objetada por las múltiples resistencias bajo novedosas formas organizativas de tradicionales sujetos y nuevas visibilidades de organización y lucha de pueblos originarios, de los feminismos, del ambientalismo, los sindicatos y organizaciones de trabajadores y trabajadoras en el territorio, en cooperativas y en variadas formas de autogestión económica. Todo ello confluyó para hacer posible los procesos de cambio político que fueron tema de consideración mundial en los primeros años de este Siglo XXI. Recordemos que en ese proceso de cambio fue obstaculizado por una dinámica que aparecía favoreciendo orientaciones hacia la derecha del arco político, con los golpes de nuevo tipo (Honduras, Paraguay, Brasil, Bolivia), e incluso, procesos electorales (Argentina, Brasil). La volatilidad política se expresa en el último tiempo en una fuerte impronta crítica de la dinámica social de protesta, especialmente en Chile y en Haití, pero también por procesos electorales recientes en México, Argentina, Bolivia y ahora en Ecuador, aun sin certezas hasta la segunda vuelta de abril próximo.
Hay crisis política, en la región y en el mundo. Resulta curioso escuchar los discursos de principales referentes del sistema mundial capitalista para entender el fenómeno que enunciamos de crisis política en el capitalismo contemporáneo. Hemos mencionado en artículos anteriores varios pronunciamientos en el tradicional Foro de Davos, donde se demandan adecuaciones en las políticas a sustentar, atendiendo la gravedad económica y sanitaria agudizada en las condiciones de la evolución del coronavirus en 2020. Lo mismo ocurre con la brega de los organismos internacionales para sostener políticas de asistencia financiera ante el temor del desborde del descontento y, en definitiva, del conflicto social que amenaza la “normalidad” del régimen de explotación y saqueo, que es quien asegura las ganancias y la acumulación de capitales. En ese sentido, vale leer al Nobel de Economía 2008, Paul Krugman [1], desmitificando la preocupación por el gasto público y la deuda pública, en desmedro de la esperada “confianza” de los inversores. El economista llama la atención sobre la audacia que se requiere hoy en EEUU en el ámbito de la economía y de la política para atender la gravedad del momento, en un mensaje a contramano del discurso hegemónico contra la intervención estatal. El artículo del New York Times apunta a la nueva gestión estadounidense de los Demócratas, a no cometer los errores del 2009, en plena crisis, ya que se quedaron cortos con la asistencia económica y financiera para evitar las secuelas de la gran recesión. Faltaría agregar que esa falta de audacia agravó los problemas de una parte considerable de la población estadounidense que luego volcó su apoyo a Donald Trump.
Veamos el caso ecuatoriano, con el triunfo de Andrés Arauz con el 32% y la discusión por el segundo lugar con dos postulaciones cercanas al 20% cada una de ellas y el cuarto con casi 16% de los votos expresa la fragmentación de opciones electorales. Entre las cuatro opciones suman un 90% de la voluntad social. De esas opciones, solo una expresa en toda su magnitud la voluntad de continuar un rumbo reaccionario. Las distintas coaliciones que se presentaron a elecciones expresan diversidades sociales y políticas que debaten el rumbo en el país, tal como acontece en la mayoría de los países como parte de la crisis política aludida. El resultado electoral del 7 de febrero en Ecuador puede ser leído como derrota de la ofensiva liberalizadora y en contra del giro hacia la derecha asumido por el gobierno que finaliza de Lenin Moreno. En rigor, la dinámica de lucha y organización del movimiento popular definirá el rumbo político, más allá de cualquier alquimia electoral hacia la segunda vuelta. El propio Lenin Moreno, con asistencia del FMI no pudo sostener un legado asociado al ajuste y la reaccionaria reestructuración sostenida en inversores externos.
Sea Ecuador, Haití, Chile, Bolivia, México, Argentina, o cualquier país de Nuestramérica, lo que puede definir la situación de crisis política es la organización de una voluntad por cambios sustanciales en las relaciones sociales de producción y circulación, asegurando nuevos beneficiarios del producto social del trabajo entre la mayoría de la población. Las aspiraciones de cambio en países que se definen por el socialismo podrán superar el aislamiento a los que lo someten las sanciones imperiales, que se renuevan desde la política exterior de EEUU, si el conjunto de Nuestramérica redefine su rumbo en una perspectiva contraria a la lógica de la ganancia y la liberalización y en pro de la cooperación, la solidaridad y la independencia.
Nota:
[1] Paul Krugman. “Cómo aprendieron los demócratas a aprovechar el día Parece que no repetirán los errores de Obama”. The New York Times, 9 de Febrero 2021, en: https://www.nytimes.com/2021/02/08/opinion/democrats-covid-stimulus.html?action=click&module=Opinion&pgtype=Homepage
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.